Eduardo Ortega: 'Vacuna para servidores públicos debería ser obligatoria'

Actualizado
  • 19/12/2021 00:00
Creado
  • 19/12/2021 00:00
El doctor y secretario de la Senacyt, Eduardo Ortega, a propósito de los 4 mil docentes sin vacuna, es enfático al señalar que docentes y personal relacionado debe contar con las dos dosis, como parte de las medidas conjuntas para prevenir contagios de covid-19
Eduardo Ortega: 'Vacuna para servidores públicos debería ser obligatoria'

Estamos ante un inminente repunte de covid-19, afirma Eduardo Ortega, secretario de la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología. A pesar de ser uno de los países del continente con mejores índices sobre el control de la pandemia, los científicos están preocupados por la llegada de la variante ómicron que, sumada a las fiestas de fin de año y las clases presenciales, pueda causar presión sobre el sistema de salud. Por eso, considera que quienes ofrecen un servicio público deben vacunarse obligatoriamente, para cuidarse a sí mismos y su entorno. No obstante, lo anterior, hay un porcentaje importante de panameños vacunados con dos dosis (80%) que podría amortiguar las hospitalizaciones. Quitar la mascarilla por ahora no es una opción, según Ortega, repetiríamos el escenario de Europa.

Hay 4 mil docentes sin vacunar, a esto se suma que para el inicio de clases tengamos la ómicron, ¿cómo lee esta situación?

Personalmente creo que cualquier persona que ofrece un servicio al público debe tener las dos dosis de la vacuna. En este caso creo que los maestros y administrativos, quienes los transportan en buses escolares, los que los alimentan y limpian las escuelas deberían estar vacunados. La única barrera que tenemos hoy para proteger a los niños, si todavía no están vacunados, es que los adultos alrededor de ellos estén vacunados.

Es un tema de solidaridad. He escuchado el tema del distanciamiento, que si no tenemos dos metros las escuelas no deben de abrir. Eso no es correcto. Estas medidas no trabajan aisladamente, sino en conjunto. Por un lado, el distanciamiento recomendado es de un metro. Si tenemos que sacrificar el distanciamiento teniendo todas las otras medidas, debemos hacerlo porque la apertura escolar es importante.

Eduardo Ortega: 'Vacuna para servidores públicos debería ser obligatoria'
Pero la vacunación es voluntaria. ¿Debe ser obligatoria como lo hacen los países europeos?

Creo que en los que ofrecemos un servicio público debe ser obligatoria. El personal de salud, trabajadores públicos, maestros y todos los que trabajan alrededor de la docencia deben estar vacunados. Es mi opinión. Y volviendo al tema del distanciamiento, recordemos que incluye el uso de mascarilla, ventilación cruzada, vacunación de los adultos y niños, lavado de manos y distanciamiento. Si no podemos garantizar el metro de distancia, todo lo demás debe ser garantizado. Vacunar a los niños es crítico.

¿Cómo están reaccionando los padres de los niños de 12 años en adelante que pueden vacunarse?

Yo creo que positivamente. El reto lo vamos a tener cuando entre el año escolar con los más pequeños.

Eduardo Ortega: 'Vacuna para servidores públicos debería ser obligatoria'
¿Cuál es su lectura sobre el aumento de casos consecutivos desde hace algunas semanas?

Hemos liberado de alguna manera las restricciones sociales que habíamos implementado para alterar la transmisión comunitaria, tuvimos fiestas patrias, navideñas más adelante, abrimos la economía, llegaron más visitantes, todo eso provocó un incremento.

¿Sigue bajo control?

Sí. Y, sobre todo, tenemos menos pacientes en terapia intensiva, menos hospitalizaciones, menos fallecimientos.

¿Qué esperan después de diciembre?

Creemos que eso va a depender, porque vemos la tendencia a un repunte. Hay un porcentaje más alto de pruebas que salen positivas, un incremento de casos, pequeño, pero progresivo, un aumento de casos activos y eso va a ser que ese repunte se incremente.

No nos van a meter en la casa de nuevo, ¿verdad?

No, no, no, no creo que eso vaya a suceder. Esa no es la intención.

¿Debemos de quitar la mascarilla?

No creo.

Países con alto porcentaje de vacunación de su población están volviendo a las restricciones de confinamiento, eso nos está asustando...

Lo que sucede es que Europa y Estados Unidos son sociedades que han evolucionado más hacia los derechos individuales que a los comunitarios. Para ellos es importante, como portar armas. Eso hace que hayan politizado de alguna manera las políticas de salud pública y se tiene este debate, por ejemplo, en Estados Unidos, de los estados liberales y conservadores. En el sur, usted ve Texas, hay resistencia al distanciamiento y uso de mascarilla aun en las escuelas, exponiendo a los niños a que se enfermen. Creo que ese individualismo mal percibido ha llevado a que ellos no hayan podido controlar la covid-19 a pesar de ser la nación económica y militarmente más desarrollada del mundo.

En Panamá cerramos la economía para evitar la expansión del virus, igual se regó por todos lados...

Usted ve, por ejemplo, Estados Unidos que no en todos los estados cerraron, y es el país que tiene 700 mil muertes y tiene el mayor número de casos a nivel mundial. Uno no esperaría eso del país que está mejor preparado para combatir la pandemia. En octubre de 2019 hubo una conferencia internacional de preparación pandémica porque sabíamos que venía una pandemia.

¿Por qué sabían eso?

Porque cuando uno analiza el comportamiento pandémico en el siglo XXI, venía con cuatro pandemias. Tuvimos Sars Cov1 en 2002, en 2009 tuvimos influenza H1N1, en 2012 Mers, después Ébola en el oeste de África, que fue un brote. Sabíamos que venía otra pandemia.

Después de dos años de pandemia y grandes avances, ¿por qué no se tiene claro el origen del virus?

Hay varias hipótesis. Tenemos una hipótesis bastante sólida de que es una zoonosis. Las zoonosis se originan en reservorios animales donde el virus se adapta, en este caso sabemos que los murciélagos que son de los animales más abundantes que existen, estaban infectados con el coronavirus. De ahí saltan a otra barrera de las especies y pasa a otra especie.

Sí, pero esos eslabones no están identificados aún...

No lo han encontrado porque no hemos invertido lo suficiente para poder responder esa pregunta. Hemos invertido en la parte humana. En algún momento habrá investigaciones por la Organización Mundial de la Salud, investigadores chinos que han ido a China para intentar discernir si esto realmente fue un virus que se originó con una zoonosis, llegó al laboratorio y potencialmente se escapó de ahí. No es un virus creado en un laboratorio para crear una pandemia, creo que eso está bastante descartado. Pero es posible que haya sido estudiado en el campo, traído a un laboratorio, y luego escapado. Eso no está concluido, aunque es una posibilidad más remota. Lo que más creemos que haya ocurrido es que se originó en el campo, de una especie que lo transmitió a otra y de ahí a otra más.

Pero eso es hipotético porque no tienen identificadas las especies...

Bueno, en ese laboratorio que se llama la ecología de donde aparentemente se origina, aparentemente en China, es demasiado amplio.

Los murciélagos son de los mamíferos más abundantes, habría que aislar muchos virus. Tenemos algunos virus de murciélagos que cuando uno analiza la secuencia genética es bastante parecida a la secuencia genética del virus que originalmente sale de China, de Wuhan.

¿Se habrá metido la política en conocer el origen del virus?

Es posible que haya temas políticos importantes que de alguna manera limitan la capacidad para invertir más en entenderlo y es crítico entenderlo. Hay que saber de qué a qué especie pasó, porque eso nos ayuda a prevenir el contagio en humanos. Ninguno de los dos virus anteriores tenía la habilidad de transmitirse como lo hace la covid-19, pero en esa ocasión logramos trazar un poco mejor cómo ese virus fue saltando la barrera de las especies. En este caso, la diseminación mundial y la tasa de mortandad ha hecho que la ciencia se haya concentrado en otros temas.

Como científico, ¿usted descarta la teoría de que haya sido un accidente de laboratorio?

Yo descarto la teoría absolutamente de que fue creado en el laboratorio.

Es decir, que no fue creado para hacer el mal, ¿pero sí un accidente de algo que tal vez estaba en estudio?

Exactamente. Eso no es posible descartarlo en este momento. Se requiere todavía una gran investigación sobre el tema para saber si se trata de un virus que había sido aislado en algún lugar que fue caracterizado y pudo escaparse de un laboratorio de alta seguridad. Eso no lo podemos descartar. Es poco probable, pero no descartable. Lo más probable es que haya salido de un nicho ecológico, se haya transmitido a una especie, luego a una segunda especie y después al ser humano. Creo que es la tesis más viable que tenemos hoy.

¿Qué deben hacer las farmacéuticas con los países de pocos recursos que no han podido vacunar a su población, en comparación con los que ya van por una tercera dosis?

Diría que apoyar las negociaciones multilaterales, por ejemplo, con Covax. Lo segundo, facilitar la transferencia tecnológica de conocimiento que dio como resultado la producción de las vacunas que va más allá de las patentes. En el caso de las vacunas, liberar una patente no es suficiente porque la producción de vacunas es compleja y las compañías tienen protegido el proceso de producción de la vacuna, más que el descubrimiento en sí.

Decir que liberas la patente es parcialmente lo que hay que hacer. También se puede favorecer la producción de vacunas en países en vías de desarrollo, por ejemplo, India, Brasil, China. Un gran número de estas vacunas fueron producidas con financiamiento del Gobierno de Estados Unidos, miles de millones de dólares se destinaron para esto. Hay compañías que han puesto el costo de las vacunas sin tener un beneficio adicional. En este caso, sabemos que algunas de las vacunas de vectores virales tienen un costo mucho más bajo. Lógicamente la tecnología nueva tiene un costo más alto. Pero la investigación y producción en gran mayoría de las compañías ha sido financiada con dinero público.

Con más razón, ¿qué deben hacer con los países menos pudientes?

Añadiría no permitir la acaparación. En un momento hubo el debate si ir al refuerzo o aplicar primeras dosis a más personas. Ese debate sigue vivo, pero nosotros estamos aplicando el refuerzo sin descuidar a quienes no han recibido la segunda dosis. Tenemos 330 mil panameños que no han completado la segunda dosis y estas personas piensan que están protegidas con una dosis de la vacuna, y eso no es cierto.

¿Es posible que la nueva variante esté en Panamá sin que lo sepamos?

Sí, eventualmente es posible que sea el caso. Tenemos una buena vigilancia en el país y sabemos por conversaciones con el doctor Juan Miguel Pascal, del Instituto Gorgas, que hoy el 95% de los aislamientos que se hacen del virus son de la variante delta. Sin embargo, tenemos la ómicron en Ecuador, en Chile, en Argentina y gran parte de los estados de Estados Unidos y Canadá tienen la variante, países de donde vienen muchos visitantes de negocios y turistas.

Es posible que entre. Va a depender del número de casos que entren al país. En Panamá hay una limitación de viajes de personas procedentes de Sudáfrica, eso pudiera detectar casos, pero no va a evitar su entrada, la va a enlentecer, pero es importante porque nos permite aislar el virus, caracterizarlo. No creo que cerrar fronteras sea una solución.

Cuando era inminente la entrada de la variante delta estábamos en la misma situación y luego se convirtió en la dominante, ¿qué pasaría en dicho caso?

Hemos ido aprendiendo cada vez más, aunque nos sigue sorprendiendo el virus. Delta nos preocupaba mucho por la velocidad de transmisión. Tuvimos tiempo de verla evolucionar del 30% al 70%, hoy arriba del 95% y nos sorprende ómicron siendo detectada en el sur de África y anunciada. Es un monstruo desde el punto de vista de la cantidad de mutaciones. Cuando la comparamos con la delta que era la que más nos asustaba, esta tenía 13 o 14 mutaciones.

Es importante que sepamos que hay un balance entre las mutaciones, eso se llama epistasis, las mutaciones interaccionan entre sí porque cambia la proteína, y al ocurrir esto cambia la función de la proteína. En este caso, ya sabemos algunas cosas de ómicron, que se transmite más fácil, parece causar enfermedad menos grave, evade la vacuna, pero no totalmente, sino mejor para infección. Sin embargo, las vacunas tienen una mejor eficacia. En Sudáfrica, tres semanas después de haber sido detectada representa el 90% de todos los aislamientos analizados. El desplazamiento de la delta significa que todas las variantes de preocupación desaparecerían, no en forma simultánea.

Parece una historia de nunca acabar...

Yo creo que sí va a haber una evolución correcta porque produce una enfermedad menos severa y menos hospitalización. Yo creo que nos estamos acercando, probablemente, a la endemicidad. Eso significa que habrá una disminución de los casos severos y nos vamos a acercar a lo que queremos tener, que es un virus que produzca una enfermedad más leve y significa que va a fortalecer de alguna manera el sistema inmune de los que nos hemos vacunado. Cuando medimos la respuesta inmune en el laboratorio, conocemos lo que ocurre en el laboratorio, pero tenemos otra parte que es la inmunidad celular.

Cuando vimos los primeros datos de laboratorio nos asustamos mucho, porque los títulos de anticuerpos que se necesitaban para neutralizar eran 20 a 40 veces superiores a los que neutralizaban a la delta, que, a su vez, eran superiores a los que neutralizaban a la variante original. Sin embargo, cuando vemos los datos de lo que ocurre en la vida real en Sudáfrica, uno encuentra que las vacunas protegen contra hospitalización en un 70%, que es menos severa en un 30% y que los síntomas son menos severos. Lo que nos preocupa es que un mayor número de casos signifique una presión más grande sobre el sistema de salud al triplicar el número de casos, lo que puede colapsar el sistema, esto último nunca ha ocurrido en Panamá, por fortuna. Hemos expandido la capacidad hospitalaria, tenemos un porcentaje de vacunados que aún hay que mejorarlo, podemos estar en una situación en que se pueda manejar la ómicron sin colapsar el sistema de salud.

EL RETO DE CONTROLAR LA PANDEMIA
Investigador autónomo
Nombre completo: Eduardo Ortega
Nacimiento: 26 de diciembre de 1954, La Chorrera, Panamá
Ocupación: médico pediatra, infectólogo e investigador clínico
Resumen de su carrera: Terminó sus estudios de medicina en la Universidad Autónoma de Guadalajara, México. Subsecuentemente hizo la especialidad en pediatría en el Instituto Nacional de Pediatría en la ciudad de México y posteriormente la sub-especialidad en enfermedades infecciosas pediátricas en el Hospital Infantil de México “Federico Gómez”, en la ciudad de México. En 1990 recibió el premio Maxwell Finland al Investigador joven del año de la Massachusetts Infectious Diseases Society. Entre 1993 y 1998 completó entrenamiento postdoctoral en enfermedades infecciosas pediátricas en el Lucile Salter Packard Children's Hospital, Division of Pediatric Infectious Diseases, Stanford University, y un postdoctorado en biología celular y molecular de toxoplasma gondii en el Departamento de Microbiología e Inmunología, Stanford University School of Medicine. De 1998 a 2003 ocupó distintas posiciones de liderazgo en el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios en Salud, Panamá, en Florida State University-Panamá, en el Instituto de Investigaciones Científicas Avanzadas y Servicios de Alta Tecnología (Indicasat), de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, Panamá, y en el hospital de Especialidades Pediátricas de la Caja de Seguro Social, Panamá. Entre 2000 y 2007 fue científico asociado en el Smithsonian Tropical Research Institute. De 2001 a 2013 fue profesor adjunto, Department of Microbiology and Tropical Medicine, George Washington University, Washington, D.C. El Dr. Ortega es autor de 98 artículos de investigación, 30 capítulos de libros de texto sobre parasitología, pediatría, enfermedades infecciosas y vacunas, y es co-inventor de 2 patentes y 2 aplicaciones provisionales de patentes en parasitología en Estados Unidos. Desde el año 2006 es vicepresidente y director de Asuntos Médicos e Investigación y Desarrollo Clínico para América Latina y el Caribe de GlaxoSmithKline Vacunas. Desde 2018 es investigador del Sistema Nacional de Investigación de Panamá.

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