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Vivir con un riñón ‘prestado'
- 21/04/2017 02:03
- 21/04/2017 02:03
Abdiel Herrera tenía 25 años cuando le dio aquel resfriado que lo llevó a la policlínica J. J. Vallarino de Juan Díaz. Antes de ese evento, él era una de esas personas que pocas veces va al médico. Los mareos que había padecido antes los achacaba a que dormía menos de ocho horas.
La doctora que lo atendió supo que el suyo no era un cuadro viral de esos que llenan los puestos médicos cuando termina la estación seca, porque presentaba presión alta. Entonces, los exámenes especializados confirmaron la enfermedad: riñones poliquísticos.
‘Me vino una crisis', recuerda Abdiel veinte años después en una mesa de un restaurante cercano a la Universidad de Panamá.
Él va regularmente a ese negocio, propiedad de un amigo que tiene un trasplante de riñón y que también pertenece al Movimiento de Pacientes Crónicos y Trasplantados.
La tarea principal de los médicos del Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo Arias Madrid que lo atendían era evitar que los quistes se rompieran.
El paciente cumplía con los tratamientos al pie de la letra, pero sabía que, tarde o temprano, llegaría a la insuficiencia renal.
Doce años después del diagnóstico, ingresó a las salas de hemodiálisis: más de tres horas conectado a una máquina que hace la tarea de los riñones. Fuera de los hospitales, Abdiel llevaba una vida como cualquiera. Concluido el tratamiento, se iba a la empresa donde trabaja instalando aparatos de aire acondicionado.
‘Superada una crisis por la rotura de un quiste, vino el tratamiento de estabilización de la presión para que los riñones no colapsaran. Sabía que era una enfermedad que va creciendo', expresó el técnico en refrigeración.
Abdiel comenzó la hemodiálisis en 2007 en el Complejo y un año después lo pasaron al Hospital Susana Jones de San Miguelito, mucho más cerca de su residencia.
La única forma de librarse de aquellas máquinas de hemodiálisis era practicándose un trasplante, procedimiento que requiere de un protocolo de un año. Lo primero es ingresar a la lista de espera, que para ese año era de unos 300 pacientes, menciona.
‘Te hacen exámenes hasta de las uñas, tanto al paciente como al donante', explica. ‘Si estás en condiciones óptimas, dejando a un lado la insuficiencia renal, ingresas a una lista corta para la cirugía', expresa.
Actualmente la ley panameña permite que se trasplanten órganos de personas vivas o de fallecidos (cadavéricos). Antes de 2008, cuando Abdiel se sometió a la cirugía, la norma legal no permitía la donación de órgano de una esposa a un esposo.
Una de las hermanas de Abdiel se sometió a los exámenes con la intención de donarle uno de sus riñones, pero no pudo porque salió con valores fuera de los normales. Sus otros cinco hermanos tampoco calificaron.
La esposa, con quien en ese entonces tenía una hija de año y medio, al verlo en el tratamiento de hemodiálisis pidió someterse al protocolo de donante.
A Abdiel le dijeron que la cirugía tardó cerca de seis horas. A los cinco días, le dieron de alta y regresó a casa.
La recuperación de su esposa fue más sencilla. Aunque le extrajeron una costilla para sacar el riñón, solo fue necesario cuidarse la herida y las terapias para recobrar los movimientos.
De aquel 28 de agosto de 2008, fecha en que hizo el trasplante, Abdiel tardó cinco meses para volver a instalar aires acondicionados.
MEDICADO DE POR VIDA
Aunque en el trabajo lo único que ha cambiado son sus botas pesadas por zapatos livianos, Abdiel lleva consigo una pequeña bolsa con los medicamentos que debe tomar puntualmente. ‘Los medicamentos inmunosupresores nos mantienen las defensas bajas, porque si las mantenemos normales fulminan el riñón', dice.
Abdiel se considera una persona con suerte, pues su esposa fue compatible y le ‘prestó' uno de sus riñones. Dice que las donaciones han mejorado, pero hay mucho desconocimiento en la población sobre esta materia. ‘La gente piensa que si dona un órgano se va a morir', comparte.
Este es parte del trabajo del Movimiento que lidera Abdiel: llevar el mensaje de prevención a las personas sanas para que cuiden su cuerpo mediante hábitos de vida saludables y que practiquen ejercicios.
Él sabe que la meta es alta porque ‘la gente no toma conciencia de que se puede enfermar por no cuidarse. Mi caso, dice, era la crónica de una muerte anunciada, pero una gran cantidad de personas dañan su salud comiendo grasas o ingiriendo bebidas alcohólicas. ‘Los trabajadores salen de vacaciones y no se molestan en hacerse los exámenes generales de su edad, para ver si tienen algún problema. Van al médico cuando ya están enfermos', expresa.
DE VIDA O MUERTE
La Asociación de Pacientes Crónicos y Trasplantados es uno de los grupos que ha rechazado la intención de las autoridades sanitarias de sustituir los medicamentos innovadores (caros) por los genéricos (de menor precio).
Ellos aseguran que los estudios demuestran que no tienen los mismos efectos. Adicional a este cambio, que por presiones no se ha hecho, está el desabastecimiento de los fármacos.
Abdiel cuenta que la Asociación se creó en medio de una crisis por medicamentos por las impugnaciones de las empresas no favorecidas en las licitaciones. Con Estivenson Girón al frente de la Caja de Seguro Social, se agudizó este problema, afirma. ‘Quienes quedamos pagando los platos rotos fuimos los pacientes', cuestiona.
El dirigente advierte que se atenta contra la vida de un paciente cuando falta un medicamento de cierto tipo. ‘De qué sirve que el Estado haya invertido en mi trasplante si luego no me garantiza los medicamentos. Se daña y debo regresar a la sala de hemodiálisis, que es todavía más costoso que lo anterior', dice.
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SALAS COPADAS
La ‘tortura' del quinto turno
El hacinamiento de las salas de hemodiálisis ha vuelto al mismo punto en que estaban en 2009, cuando la Caja de Seguro Social invirtió más de $125 millones en un contrato para adecuar y construir 16 unidades en distintos puntos del país para este fin.
Los pacientes se quejaban de que tenían que someterse al tratamiento a las dos de la madrugada, el llamado quinto turno, en el Complejo de la Caja. ‘Si la máquina no tiene problemas, saldrás en tres horas', dicen, pero regularmente esto se prolonga.
Recientemente, la Asociación Nacional de Pacientes con Insuficiencia Renal Crónica cuestionó a los directivos de la CSS el no haber tomando las medidas para evitar esta ‘tortura' para los pacientes que vienen de puntos distantes de la ciudad capital.
Desde hace ocho meses prometieron una nueva sala en el Hospital Santo Tomás para descongestionar el Complejo y no han cumplido, denunciaron los dirigentes de la asociación.
Ante los cuestionamientos, el doctor Régulo Valdés, encargado de estas salas en la CSS desde la administración de Guillermo Sáez Llorens, expresó: ‘Estamos abriendo una sala en el Santo Tomás para resolver la situación'.
Cifras de la Caja revelan que brindan las tres sesiones semanales a unos 1,700 pacientes.
La CSS, dos años después de comenzada esta administración, en 2016, convocó a una licitación para el suministro de los insumos de las 16 salas de hemodiálisis. A principios de abril de 2017, el director encargado, Rubén López, canceló la licitación por $123.8 millones y una duración de 60 meses (menos de la mitad del tiempo contratado por la administración anterior).
El acto público no estuvo exento de los reclamos entre los consocios que se disputaban el millonario contrato.
La convocatoria para la nueva licitación le corresponderá a Alfredo Martiz, nombrado recientemente director general de la Caja.