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- 27/12/2020 00:00
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Arysteides Turpana, el gunadule universal, recreaba su natal entorno marino, el karibekuna con estas palabras: “En mi pueblo marino/Al llegar la pesca de tortugas/Brotan flores en el cocal/Y trae el Viento del Sur/Perfumes de ciruelas:/Así llegan las lluvias/Allá en mi pueblo/ Junto al mar”. (Mi hogar queda entre la infancia y el sueño).
El poeta español Rafael Alberti en su poemario “Marinero en tierra” escribía: “Yo marinero, en la ribera mía, /posada sobre un gran cano y dulce río/queda su brazo a un mar de Andalucía, //sueño ser almirante de navío,/para partir el lomo de los mares,/al sol ardiente y a la luna fría”.
Dos poetas ubicados en latitudes y tiempos diferentes nos hablan sobre su relación con el mar. Tan distantes, pero tan cercanos en su rebeldía frente a la vida. Alberti, poeta y militante comunista; Turpana, poeta y militante de la causa indígena. Es esta definición vivencial y creativa de nuestro hermano Turpana la que marcara su destino y su producción poética, ensayística y posturas políticas.
Finalizaba los años 60 en Bannaba (1968), Turpana, bajo el sello de la editorial Participación, publica su poemario “Archipiélago”. Versos que recrean su entorno familiar, marino y nos va describiendo su conciencia política. Muy simbólica y significativa su visión sobre la patria: “Mi Patria/Alfabeto de sollozos/Puntuales y sádicos/Centinela sonámbulo cubierto de/Mariposas y árboles y peces/Sobre su geografía sin miel ni sangre/Reposan cómodos la guadaña y la sal”. Así valoraba y sentía la patria.
Agregaba al final del poemario que: “Cuando se habla de San Blas lo primero que se piensa es en los indios vistos a través de las películas de Far-West: salvajes y belicosos. Así mismo, la imaginación capta la policromía de las molas; esto es San Blas visto desde el ángulo de lo que podríamos llamar antropología turística o a través de los lentes de kodak. //Pero yo trato de levantar mi voz contra ello para que a los gunas se nos vea como seres humanos, capaces de sentir todos los sufrimientos, alegrías de la humanidad, y decir que no somos animales de una jungla desconocida, de circos, y tampoco, meros vulgares objeto turísticos. Somos hombres con todos los defectos y virtudes que como tales nos corresponde”.
Estas palabras establecen, a sus 26 años, el compromiso social, cultural, político de su escritura y los temas que trabajara como intelectual indígena; el reconocimiento identitario y cultural, la lucha antirracista y la anticolonial siempre estarán presentes en sus reflexiones. Preocupaciones que fueron alimentándose de sus lecturas, sus viajes y estancias en Abia Yala y Europa. Sin embargo, nunca dejó de lado su alma dule y su entorno natal; dice en uno de sus versos: “Heme aquí en el Pont des Arts/Quemado de beaujolais y gauloises/Lejos de mazorcas tiernas/ Sin flautas de pelícanos ni sol/Pero sobre mis pupilas/Está de pie el archipiélago/Y no hay sombra y no hay niebla/Que lo oculten como al Pont des Arts”. Sí, Turpana fue un “intelectual indígena universal”.
Su mirada de ojos rasgados anticoloniales nunca negó el horizonte de otras culturas. Se alimentó de ellas para reafirmar sus convicciones y proclamar nuestra condición humana, aquella que la modernidad y la razón occidental siempre nos negara.
Las órbitas del pensamiento anticolonial de Turpana se encuentra con las figuras insignes de la producción intelectual árabe y africana, como Edward W. Said (palestino) y Ngugi wa Thiong'o (keniano). Los pensamientos de estos tres hombres de las letras –los tres ligados al escenario de la literatura en sus respectivas sociedades– se encuentran comprometidos con las mismas preocupaciones: la creación literaria y el pensamiento anticolonial. La preocupación de Turpana, como la de Said y wa Thiong'o era desmitificar el imaginario que la literatura, la historia y la antropología habían creado sobre sus pueblos y que sus sociedades nacionales reprodujeron a través del sistema educativo, la promoción cultural y los medios de comunicación.
Turpana con Said compartió el esfuerzo de desmitificar la narrativa occidental sobre los pueblos del sur, los pueblos indígenas de Abia Yala y árabe, respectivamente. Preocupación que Said dejó plasmada en sus obras, en especial “Orientalismo”, y Turpana en su producción ensayística dedicada a reflexionar y debatir sobre distintos temas, como los 500 años del llamado descubrimiento del Mar del Sur, Vasco Núñez de Balboa, episodios de la historia de Gunayala.
Turpana y wa Thiong'o compartieron el camino de la recuperación de los idiomas de los pueblos del sur como forma de resistencia y reconocimiento identitario. wa Thiong'o renunció a escribir en inglés, el idioma de los colonialistas y tuvo un giro radical, escribir su producción literaria en el idioma de su pueblo, el kikuyo, demostrando así el potencial creativo que tienen los idiomas africanos. Turpana investigó y promovió la cultura dule, escribiendo en dulegaya (el idioma de los hombres) y en castellano sus poesías, sus ensayos.
A diferencia de wa Thiong'o, Turpana navegó entre los mares idiomáticos, surcando olas para construir diálogos culturales entre las orillas de las costas. Ejemplo palpable de este sueño fue la traducción del castellano al dulegaya del poema “Al salir de la cárcel” de fray Luis de León (1527-1591, España), su poemario Machiuita/Muchachito (dulegaya/castellano), sus reflexiones sobre el oficio de traducir y sobre la educación bilingüe intercultural.
Nuedye (gracias) Ia (hermano mayor) Turpana, por tu ofrenda de versos: “Con la tristeza sepulcral de un verso de Verlaine/Bajo el firmamento febril de los fulgores/Deliran los cocoteros arios de letras absurdas/—Deseos inútiles de agitar tu cuerpo–/Que de sobra ya entienden la luz de mis pasiones/En esos Ayligandies artificiales de castillos en/Donde sin ti mi hamaca me sobra la mitad”. (Llueve sobre las moradas del archipiélago).
Su vida, su obra intelectual será presencia permanente de un hermano mayor que dedicó toda una vida a la defensa de la causa indígena con su pluma. Eres memoria viva que nos recordará nuestra humanidad como pueblos indígenas, aunque otros nos la seguirán negando.
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