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- 12/10/2023 00:00
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La función del ejercicio docente se hace cada día más compleja y exigente, ya que de sus frutos depende que el recurso humano egresado de las instituciones educativas de tercer nivel cuenten con las competencias adecuadas para llevar a cabo esa profesión que en algún momento fue elegida por los estudiantes como “la profesión de sus sueños”.
Esto toma vital importancia cuando hablamos de carreras en las que dichas competencias pueden afectar o influir en la salud o la vida de los seres humanos.
Estas carreras asociadas a las ciencias de la salud no solo involucran que los docentes que llevan a cabo o desarrollen sus cursos en materias incluidas en la malla curricular, generen las competencias asociadas a las características propias de cada curso, sino también valores que permitan que este nuevo profesional pueda llevar a cabo su trabajo, de manera que con la acción de su ejercicio laboral beneficie a quien en un momento determinado pueda o necesite de sus conocimientos, ahora puestos en práctica.
Valores o virtudes como la puntualidad, alguna vez definida como “la madre de las virtudes”, empatía, solidaridad, respeto, equidad, responsabilidad, son acciones que deben sumarse al conocimiento, ya que la disciplina educativa actual se enfoca en “educar no solo en conocimiento, sino también en valores”.
Con orgullo, o a veces con incertidumbre, nos toca poner nuestra vida en manos de aquellos que en algún momento pusieron sus esperanzas y sueños para formarse educativamente en las aulas de clases en cursos asignados a nuestra responsabilidad. Con tranquilidad o a veces con algo de preocupación confiamos que aquellos que en algún momento fueron nuestros estudiantes, ahora convertidos en nuevos profesionales tienen la responsabilidad de coadyuvar con sus acciones a mejorar la salud de sus pacientes y que del ejercicio adecuado de sus conocimientos puestos ahora en ejercicio, dependerá que nuestras dolencias sean aliviadas.
Confiados en que hemos realizado de manera adecuada nuestro trabajo y que los nuevos profesionales, aquellos que en algún momento incomodamos con nuestras exigencias académicas y profesionales, hoy admiten que dichas exigencias aunque en su momento parecieron ser desagradables, forjaron cual alfarero a un nuevo profesional que enorgullece a la institución encargada de formarle académica y profesionalmente haciendo gala de su experticia y conocimiento ahora convertido en nuevas habilidades, que dichos conocimientos y valores ahora amalgamados a su diario actuar forman parte esencial de su vida y quehacer profesional.
Estar ahora como paciente ayuda a darse cuenta que se ha actuado de manera adecuada y se ha sembrado la buena semilla, misma que ahora rinde frutos en el ser y actuar profesional de quienes en algún momento fueron nuestros estudiantes. Hoy estos estudiantes nos dan la satisfacción con la praxis de sus profesiones del deber cumplido, la semilla que se ha sembrado ha rendido frutos, los cuales contribuyen no solo en áreas relacionadas a la salud, sino en todas las áreas a mejorar la calidad de vida de nuestros estudiantes, de sus familias, comunidades y finalmente de nuestro país. Agradezco inmensamente la atención de quien en su momento fue mi estudiante (Sofía Parras), ahora convertida en una exitosa profesional de las ciencias de la salud, y a todo el personal médico que permitió mi recuperación cuando mi salud así lo requería.