Este domingo 16 de febrero se efectuó en el boulevard Panamá Pacífico el XXV Festival de Cometas y Panderos, organizado por Aprochipa.
Pacientes rechazan el uso de obras públicas de salud para protestas

- 16/02/2025 00:00
- 15/02/2025 16:32
Las protestas protagonizadas por el Sindicato Único Nacional de Trabajadores de la Industria de la Construcción y Similares (Suntracs) en la obra del nuevo Hospital del Niño José Renán Esquivel dejaron graves consecuencias, no solo en las instalaciones, sino en la esperanza de cientos de pacientes que aguardan por una atención médica oportuna.
Un incendio provocado durante los enfrentamientos entre sindicalistas y la Policía Nacional causó daños significativos en el segundo piso del hospital, destinado a consultas externas, afectando paredes, aislantes y ductos, los cuales están “totalmente perdidos o contaminados”, según confirmó el director del hospital, Paul Gallardo.
El incidente obligará a una reestructuración completa del área afectada, lo que retrasará la entrega de la obra, inicialmente prevista para el primer trimestre de 2026.
Aunque aún no se ha determinado el tiempo exacto del retraso, Gallardo expresó que “esto está dilatando el tiempo de entrega, y los más afectados son los niños que necesitan atención urgente”.
El nuevo hospital, con un costo aproximado de $446 millones, contará con 476 camas, 15 salones de operaciones y áreas especializadas como radiología, hematología y urgencias.
Sin embargo, el retraso en su construcción significa que los pacientes seguirán enfrentando las limitaciones del hospital actual, donde el hacinamiento y la falta de recursos son una constante.
Organizaciones como la Fundación Panameña de Hemofilia, la Federación Nacional de Asociaciones de Pacientes con Enfermedades Críticas, Crónicas y Degenerativas (Fenaeccd) y la Asociación de Pacientes Renales expresaron su rechazo a los actos vandálicos.
Ema Pinzón, presidenta de Fenaeccd, calificó las protestas como “una desconsideración hacia los pacientes”, destacando que “la salud es un derecho fundamental y está por encima de otros derechos individuales”.
Alexander Pineda, presidente de la Asociación de Pacientes Renales, señaló que los retrasos no solo son responsabilidad de las protestas, sino también de la falta de eficiencia del Estado en la gestión de obras públicas. “Este atraso del Suntracs, ¿cuánto tiempo tomará? Además, la obra al final no se va a entregar nunca en la fecha que se propone”, lamentó.
Por su parte, Alaisa Araúz de Melgar, directora de la Fundación Panameña de Hemofilia, criticó el uso de zonas médicas para protestas, ya que “las piedras y las bombas lacrimógenas pueden afectar mucho a los pacientes”.
El Hospital del Niño, a través de un comunicado, lamentó que los hechos hayan escalado a niveles de violencia, dejando heridos y afectando la continuidad de la atención pediátrica.
“La construcción del nuevo hospital es una necesidad urgente para la niñez del país, y este tipo de incidentes solo retrasan su entrega, afectando a quienes más lo necesitan”, se lee en el documento.
El ministro de Salud, Fernando Boyd Galindo, recomendó a la empresa constructora, Acciona Construcción, S. A., contratar “trabajadores honestos” para evitar futuros incidentes.
“Cada minuto que se atrase este hospital es un niño menos que se puede atender. Es un acto infame que han cometido personas que estuvieron infiltradas para hacer daño”, señaló.
Mientras las autoridades buscan soluciones y se reinician los trabajos este lunes 17 de febrero, los pacientes y sus familias claman por justicia y celeridad.
El nuevo Hospital del Niño representa una esperanza para cientos de familias, pero mientras las obras se retrasan, la salud de los más pequeños sigue en riesgo. Las autoridades insisten en el diálogo como la vía para resolver diferencias, pero para los pacientes, el tiempo es un lujo que no tienen.