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- 18/09/2022 00:00
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El mundo del escenario político ya está servido. Los primeros actores ya están listos y deseosos por dar lo mejor de sí. No obstante, en ese mundo del espectáculo político hay otros protagonistas que quieren ver, quieren saber, quieren echar una mirada detrás de bastidores. Ya no se conforman con lo que le muestran cuando están ante un micrófono o cámaras de televisión o programas de opinión.
El ciudadano pensante, ese que está cansado y lastimado de tantas promesas no cumplidas es sencillamente un público exigente. Quiere ir más allá. ¿Por qué? Porque le da valor a su decisión al momento de emitir su voto por su candidato elegido. Tomando en consideración que hay decisiones fáciles de asumir, otras más profundas, complejas y duraderas. ¿Cómo sería el caso de la toma de decisiones con respecto al voto de unas elecciones? Veamos:
Alfredo Sherrington, jefe de carrera vespertina de la Escuela de Psicología de la Universidad Santo Tomás en Viña del Mar, Chile, nos explica “que la neuropolítica se refiere al estudio del comportamiento de las personas al tomar decisiones políticas. Que es un concepto relativamente nuevo que se define como una especialización de la neuroeconomía, que estudia neuropsicológicamente el comportamiento de las personas al tomar decisiones en el ámbito político”.
Para explicar este concepto quiero enfocarme en el término de la neurociencia. La neurociencia es cada una de las ciencias que desde diversos puntos estudian el sistema nervioso del ser humano. La neurociencia establece que cuando un ser humano toma una decisión o decisiones no es un simple proceso racional, deliberado, voluntario y consciente. El papel determinante lo tienen los aspectos emocionales. Las emociones son reacciones automáticas a estímulos importantes para el ser humano. Las emociones aparecen en eventos internos como imágenes mentales, pensamientos, sensaciones corporales y otras emociones, así como en eventos externos: lugares, con personas, y situaciones. Las emociones guían la conducta como impulsos que nos invitan a actuar y al tomar una decisión, la razón actúa justificando y explicando esa elección desde el punto de vista analítico.
Un ejemplo de cómo actúa la neurociencia: Por ejemplo, cuando alguien lee estas palabras, su cerebro envía señales a los músculos del ojo para ayudarlo a seguir la línea del texto. Al mismo tiempo, los ojos cambian las palabras en señales que viajan a través de las neuronas hasta el cerebro. El cerebro decodifica estas señales para “leer” las palabras. Luego, el cerebro busca en la información almacenada -incluidas las memorias- para darle significado a las palabras por sí solas, y luego darle significado a lo que las palabras dicen en conjunto. El proceso completo ocurre casi de forma instantánea, que es una prueba más de que el sistema nervioso es maravilloso.
Las elecciones de los precandidatos o candidatos para cargos públicos y las diferentes alternativas que tenemos en la gran lista de aspirantes están llenas de emociones. El marketing político con sus técnicas y herramientas trabaja con los candidatos y con las emociones del votante. Los votantes reaccionan neurológicamente ante los estímulos de carácter político asociados a las emociones. Las emociones son determinantes en el momento de que registremos la información y nos inclinemos de una forma negativa o positiva hacia un estímulo. En otras palabras, significa que podemos medir qué pasa en nuestro cerebro cuando tomamos decisiones políticas. Y poder manejar esa información se vuelve cada vez más importante para los candidatos presidenciales.
Sherrington señala: “Hoy el uso de nuevas tecnologías, nuevos modelos de comportamiento humano y nuevos modelos de toma de decisiones permiten acercarse desde un enfoque integrador, como la neuroeconomía, e integrarla al mundo de las decisiones políticas, no sólo partidistas, sino de todos quienes conformamos la Politeia. Así es, posible conocer qué sucede neuropsicológicamente en los ciudadanos en el mundo político”.
“Incluso el Premio Nobel de Economía 2017, Richard Thaler, sigue la línea marcada por Daniel Kahneman (Premio Nobel de Economía 2002) sobre la toma de decisiones, indicando que los factores de racionalidad económica, la percepción de justicia y la falta de autocontrol son variables significativas al tomar decisiones en los seres humanos. ¿Cómo se reflejan estas variables en el comportamiento y decisiones políticas? Si un candidato conoce estas variables, podría estructurar un discurso o campaña política que haga que el cerebro se sienta en menor incertidumbre, más justo y con mayor control en las decisiones del gobierno”, agrega el académico respecto a la importancia de la neuropolítica y el neuromarketing en la relación que intentan establecer los candidatos con sus potenciales votantes.
Como se ha señalado, la neuropolítica permite medir qué sucede en el cerebro cuando tomamos decisiones de carácter político. Esta información es útil no solo para los candidatos a algún cargo, sino también para los votantes, que de esta manera pueden entender su propio comportamiento.
Sherrington se pregunta: “¿Es posible que algunos votantes voten por alguien que no les gusta emocionalmente, pero les parece mejor desde el pensamiento racional?”, agregando que esto podría explicar porqué un candidato ganador baja su apoyo tras su elección.
Sobre el fallo de las encuestas podríamos conocer si las personas dicen elegir una opción A, pero su cerebro nos muestra que le agrada la opción B. Por ejemplo, digo una respuesta socialmente correcta, pero internamente mi cerebro dice que le agrada otro candidato. Esto podría explicar la falla en las encuestas tradicionales”, se aventura a decir el docente de psicología.
El dilema es: ¿Votar o no votar es más emocional que racional? ¿Las personas pueden votar por alguien que emocionalmente no les agrada? ¿Qué temas son los que más afectan neuroemocionalmente a las personas en las decisiones políticas? ¿Existen diferencias neuropsicológicas a la hora de votar por un candidato?”, se pregunta Sherrington.
Me pregunto: ¿Pertenecer a un partido político te obliga a votar por su candidato? ¿Lealtad o conveniencia por ese candidato? ¿El clientelismo que pareciera haberse instaurado como parte del sistema presidencialista, a estas alturas, es posible erradicarlo?
La neuropolítica entrega información que puede ser clave para estructurar las campañas electorales. De ahí que en los últimos años haya cobrado una relevancia mayor en el mundo político, pues los candidatos pueden encontrar fórmulas más eficientes para lograr empatía con sus potenciales votantes.
Sherrington explica que: “el neuromarketing político utiliza conocimientos neuropsicológicos para desarrollar campañas. En las fotografías, por ejemplo, la elección de color de fondo, la sonrisa, los ojos con mayor brillo, generan en nuestro cerebro mayor sensación de agrado”. Esa sola sensación podría inclinar la balanza para elegir a un candidato por sobre otro. El hablar mal de un rival o resaltar sus características negativas podría incluso ser una buena estrategia “ya que el cerebro toma atención a los aspectos que considera negativos o 'riesgosos' antes que los aspectos positivos de las situaciones. Además, los aspectos negativos duran más tiempo en nuestro cerebro que los agradables”. Muy relacionado con esto aparecen las “campañas del terror”, que también tienen una explicación desde la neuropolítica”.
Yo siempre me he inclinado a considerar ciertos aspectos en un candidato. Su trayectoria personal, profesional, social y política. Y, si está capacitado mentalmente, moralmente e intelectualmente para ocupar un cargo público. Que compruebe con hechos si ha tenido un verdadero interés por las personas y su bienestar. Por otro lado, el ciudadano debe aprender a leer y discernir el discurso político del candidato. Para finalizar, la honestidad es una de las cualidades que me gustaría encontrar en los precandidatos y candidatos a elección popular.
Pensamiento Social (PESOC) está conformado por un grupo de profesionales de las Ciencias Sociales que, a través de sus aportes, buscan impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de estas disciplinas.
Su propósito es presentar a la población temas de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.
La autora es Psicóloga Clínica y Forense, Psicoterapeuta Familiar