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- 11/03/2023 00:00
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Navegando por el caudaloso río Tuira desde Yaviza se encuentra el corregimiento de El Real de Santa María, que es la cabecera del distrito de Pinogana, Darién.
Este poblado ubicado a 300 km al sureste de la capital panameña se convirtió en el primer pueblo que el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) seleccionó como sitio de resguardo humanitario de restos de migrantes que fallecieron en la selva de Darién.
La iniciativa surge a raíz de la instalación de 100 nichos forenses para la disposición ordenada de forma temporal o final de los restos mortales de los migrantes fallecidos, en el cementerio municipal de El Real.
Para la CIRC todo forma parte de una estrategia que busca dar una respuesta a la crisis migratoria que sufre Panamá que, siendo un país de tránsito, vive un aumento de personas que mueren intentando cruzar la selva de Darién.
“En este caso la creación de los nichos está enfocada en migrantes que fallecen a lo largo de la ruta de Darién, que es única en su naturaleza”, sostuvo Marisela Silva Chau, jefa de Delegación Regional para Panamá y el Caribe de la Cruz Roja.
Para Chau, la necesidad de crear espacios para los cuerpos no identificados se vuelve “urgente”, porque antes de 2021 Darién registraba un aproximado de 10 mil migrantes que cruzaban por año; para 2021 la cifra aumentó a 130 mil, después en 2022 subió a 248 mil, y en lo que va de 2023 hay alrededor de 35 mil.
Uno de los pasos importantes con que contaron los nichos humanitarios fue la aceptación de los moradores de El Real de Santa María.
José Quintana, representante de El Nuevo Real de Santa María, reconoció que al principio hubo cierta confusión entre los moradores porque no se había hecho docencia sobre la obra, pero posteriormente la iglesia de la comunidad y la Cruz Roja brindaron información. Tras ello, dijo que no fue difícil que las 2.600 personas que integran el corregimiento compuesto por Pirre 1 y 2, Pije Bazal, El Mercadeo y El Real de Santa María, dieran su aprobación, ya que el cementerio es municipal.
“Estamos contentos por la construcción de los nichos porque somos seres humanos y no sabemos cuándo vamos a necesitar un apoyo así, porque uno sabe donde nace, pero no sabe donde muere”, indicó Quintana, a las afueras de la sede de la Cruz Roja de Panamá, ubicada en El Real de Santa María.
Con una túnica negra y un sombrero que lo protegía de los rayos del sol, el padre Claudio Antonio Guerrero Araúz, de origen nicaragüense, agradeció la solidaridad brindada a los migrantes.
En un recorrido por el cementerio de El Real, donde se encontraban los nichos, el sacerdote habló de cómo la comunidad se abrió a las posibilidades de ayudar a los más vulnerables, en este caso a los migrantes.
Acetre en mano, recipiente donde todavía guardaba un poco de agua bendita que utilizó para regar sobre los nichos, Guerrero contó que con la palabra de Dios pudieron llegar a esas personas que no compartían la idea de que se construyeran los nichos para migrantes.
“Hay que despertar la conciencia de la realidad de los migrantes porque es algo que nos afecta a todos, y debemos dar una respuesta positiva para el bien de los hermanos que son de diversos lugares, religiones y razas”, recalcó el sacerdote.
Antes los entierros, según Quintana, se hacían en fosas comunes y eran “tristes” porque veían entre 13 y 17 cuerpos de migrantes acumulados y con una descomposición “muy fuerte”, que producía malos olores. Ahora con los nichos humanitarios, dijo, los cuerpos tendrán otro tipo de manejo más ordenado y digno.
Para seguir evitando las fosas comunes, el representante de El Real de Santa María ve importante que otras comunidades acepten este tipo de estructuras que permitan darle sepultura a personas que “vienen de tan lejos buscando mejores días”.
Exhortó a que “no lo vean como algo negativo”, sino una oportunidad” para que los familiares de los migrantes fallecidos puedan saber dónde están sus restos, tomando en cuenta que Medicina Forense ya los tiene conservados e identificados.
“No queremos que los migrantes sigan siendo enterrados en fosas comunes porque eso no es humanitario. Uno siempre quiere que sus cenizas o el cuerpo lleguen a su país o a la familia”, destacó.
De acuerdo con el director general del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, José Vicente Pachar, en 2021 enterraron en fosas comunes 51 cuerpos de migrantes fallecidos en la selva de Darién y la cifra aumentó a 62 en 2022.
“Hubo algunos casos en los cuales los restos fueron identificados por familiares”, sostuvo Pachar.
Desde la comodidad de su hogar, Manolo Morales Quintana, un residente jubilado de El Real de Santa María apoya la premisa de la labor de la Cruz Roja.
“Como realeño no lo veo mal porque sinceramente tenemos que ser humanitarios y no creo que eso (los nichos) nos perjudique en nada; al contrario, nos beneficia porque estamos haciendo un bien”, sustentó Morales.
Para este hombre, quien regresó hace cuatro años a su pueblo, después de ser jubilado, la información es que “los nichos se hicieron porque uno de los cementerios que hay en Darién no es municipal y como el de El Real sí, pues lo escogieron para cambiar el sistema de fosas comunes sobre los restos de migrantes”.
Lo único que Morales cree que se debió tomar en cuenta fue incluir mejoras a la estructura del cementerio El Real, en recompensa a esa aceptación de recibir los cuerpos de los migrantes allí, por ejemplo, nuevas aceras y mejoras en la administración.
En lo que va de año, según las autoridades panameñas, el grupo más numeroso de migrantes que cruza Darién es el de los haitianos con unos 19.000, seguido de los venezolanos (13.500) y los ecuatorianos (12.250), aunque este mes de marzo los venezolanos vuelven a estar a la cabeza, reportó EFE.