El barrio de Chualluma en Bolivia, es único en la ciudad de La Paz ya que todas sus paredes están pintadas de colores que resaltan los rostros de las cholas,...
Lucy Córdoba:'Hay niñas sufriendo, y además de la consternación que ha provocado, debemos llegar a la acción'
- 24/03/2022 00:00
- 24/03/2022 00:00
“De lo malo hay que sacar lo bueno”, esto fue lo que hizo la activista de derechos humanos Lucy Córdoba, al quedar huérfana de padre y madre. Asegura que este hecho le sirvió de base para superarse y tener la misión de vida de ayudar a grupos vulnerables.
Córdoba, nacida y criada en Chiriquí, considera que así como ella tuvo la oportunidad, sin duda todas las personas merecen una oportunidad de vida y esperanza de mejores días, a pesar “de un Estado fallido que no garantiza los derechos de la niñez, de justicia inmediata, protección, seguridad, alimentación, educación”.
No le importa tener que ir a los lugares más recónditos del país, áreas de difícil acceso, zonas indígenas, bajo sol, lluvia, con tal de rescatar y defender de los depredadores sexuales a los niños y todo lo que vulnere sus derechos y dar una esperanza de justicia que a veces llega, otras veces llega tardía, o peor aún, nunca llega.
Hace poco, la activista de derechos humanos develó el caso de una menor de 13 años que fue violada y embarazada, y encontrada muerta en su casa, hecho ocurrido en Barú, provincia de Chiriquí.
“Si tengo que ir a Barú lo haré. Sus familiares piden justicia, era una niña. Ser pobre no debe ser limitante para recibir justicia inmediata; se sospecha de muchos, pero aún nadie está detenido. No olvidemos su rostro porque la indiferencia lastima, discrimina y mata”, asegura Lucy.
La activista cuenta que ha recibido amenazas por defender a la niñez, pero a pesar de todo se siente bendecida de encontrar historias que la reconcilian con la humanidad.
Desde niña he vivido momentos bastantes conmovedores; públicamente doy a conocer que soy huérfana, mi padre me rescató a los dos años, y cada vez que veo a una niña o a un niño en estado vulnerable, me veo a mí misma. Es así que cuando ya soy una adulta, comienzo a devolverle a la vida todo lo que hizo por mí.
El primer rescate que hice fue cuando tenia 18 años, cuando encontramos a Jonathan, fue asesinado, desde entonces hemos comenzado a hacer rescates, llegar a estos lugares lejanos. Nací en un lugar extremadamente pobre, entonces así como yo tuve la oportunidad de convertirme en lo que soy ahora, otros niños también deben tener la oportunidad, esa es mi misión de vida.
En Panamá son muy grandes, actualmente mantengo ocho amenazas de muerte, han vandalizado mi casa tres veces en un mes, y de manera extraña asesinaron a mi abogado; tengo que vivir mi vida bajo perfil, no puedo decir concretamente en donde estoy, tengo que cuidarme.
He sido acorralada económicamente. Cuando llegamos a estos lugares tenemos la oportunidad de encontrar a muchas personas que nos expresan sus problemas. También a nivel nacional tenemos una red donde ellos nos informan sobre las situaciones que existen, y los desafíos son muchos, tanto económicos como políticos, porque nuestro trabajo como activistas es decir las verdades que incomodan, visibilizar lo que nadie quiere ver, ver la realidad de los niños a los cuales asesinan, mueren olvidados, como en el caso de Raúl que hace poco lo elevé a las redes sociales. Él fue rescatado en una cuna, ya que fue abandonado por tener parálisis cerebral, estaba desnutrido. Llegamos, lo rescatamos, pero lamentablemente a los pocos días murió.
Esto no se trata solo de hacer una labor social, esta es una situación de vida o muerte. Tenemos niñas que están sufriendo, están siendo violadas, asesinadas, están siendo embarazadas y nuestro propósito es elevar estos casos para que con la ciudadanía, además de la consternación, lleguemos a la acción. No es solo decir, ¡qué dolor!, ¡qué pena!, ¡qué triste!, sino que esto nos mueva a tomar conciencia de lo que realmente está pasando y tengamos mayor sensibilidad humana para poder llegar a la acción.
Cada vez que pienso que voy a dejar esto, en cuestiones de dos días recibo una llamada de algún caso, pero todo pasa por algo, creo que si mi padre no me hubiese rescatado, estuviera en una aldea o en un lugar muy pobre, es duro pero cuando llegas a una casa y ves a los niños sonreír y a una madre llorar diciéndome “gracias, Lucy”, vale la pena.
Bocas del Toro y Darién son las regiones donde más se registra violencia sexual contra las niñas, y en las áreas comarcales de la provincia de Chiriquí.
Viven en la desidía. A veces comen, otras no; los niños mueren de hambre, no comen, les dan agua con azúcar para calmar el hambre. Lo más triste que algunos de estos niños mueren y no nos damos cuenta, porque los familiares los entierran en el patio de su casa, es duro decirlo pero es la verdad, y como activista tengo que decirlo.
Algunas culturas indígenas tienen la percepción de que porque soy el hombre de la casa, que porque soy el que lleva el alimento a la casa, también tengo el derecho de abusar de las niñas porque yo las alimento, y es una cultura machista que tenemos que comenzar a atacar, y además el incesto. No veo a ninguna autoridad hablando del incesto, y es algo normalizado, naturalizado en las áreas comarcales.
La buena noticia es que he visto acciones, como por ejemplo cuando hubo un brote de Leishmaniasis en Bocas del Toro, al principio decían que era mentira, que era una falsa alarma, pero cuando hice el informe que comenzamos con 10 niños, llegamos hasta 45 niños, vimos una acción rápida por parte de las autoridades en darles medicamentos y atención a estos niños, entonces creo que ya hay más cooperación por parte de las autoridades, aunque hace falta mucho más.
No se trata de un discurso, no es solo hacer documentos, programas, no es solo hacer estrategias, presentarlas en un discurso en un evento y tomarse las fotos, eso no es la solución del problema, la solución es crear promotores sociales que lleguen a esos lugares, que lleguen a estas partes remotas en donde, por ejemplo, una mujer embarazada de nueve meses tiene que caminar por nueve horas, o niños que tiene que bajar una montaña bajo la lluvia durante cuatro horas para recibir atención médica. Tenemos que llegar allá, porque el discurso que escucho aquí en la ciudad no es la misma realidad cuando estoy en estos lugares lejanos.
Hay que hacer una inversión suficiente para lograr tener resultados eficientes. En el caso de la Senniaf, siento que es una institucional huérfana, en el sentido de que necesita más presupuesto, y más personal con convicción.
Quiero proponer al Mides la creación de promotores sociales para que puedan llegar a estos lugares, puerta a puerta; cuando estemos ahí podremos ver la realidad y así entender el problema. Para buscar una solución debes entender el problema y es lo que no están haciendo.
Claro que sí, cuando hablas con una persona y le dices: “la niña fue violada y quedó embarazada de su padre, es normal decir que eso es la cultura indígena”. O por ejemplo decir que una mujer fue golpeada por su esposo, y que eso es normal y que la mujer está acostumbrada a recibir golpes. Entonces tenemos que cortar estas cadenas de violencia.
Todos te cambian la vida, porque todos son diferentes y todos duelen; lo que más duele es cuando los ves morir, son momentos muy duros, como por ejemplo el primer niño que busqué, lo encontré muerto, fui una de las primeras cinco personas que lo encontraron, fue asesinado. Esto me cambió la vida, me transformó. Ver a Jonathan me cambió la vida por completo, y cada vez que me dicen que un niño está en peligro, recuerdo a Jonathan y trato de llegar antes de que suceda algo.
Pero de todas las cosas que me ha tocado ver, no puedo olvidar el rostro de una niña de la isla del Encanto en Chiriquí. Cuando llegamos a la isla –que lo hicimos en bote–, los niños vivían en extrema pobreza, eran varios, pero había una en particular, de 13 años, con un bebé; la mirada de esa niña, nunca la había visto.
La niña fue violada por su padre, el padre hoy está preso, pero cargar a un bebé que es de tu propio padre eso fue muy fuerte para mí; ella no quería hablar, pero la abracé fuerte y le prometí que iba a regresar con un equipo de psicólogos, pero esa mirada perdida fue algo muy fuerte. Fue violada por un ser que ella pensaba que la quería y que la iba a proteger, esas son las miradas que no puedes olvidar nunca.
Hay que hacer dos cambios: primero, transmitir o transformar la cultura en donde el centro de las preocupaciones de la familia sea la protección de la vida, de los más vulnerables; tratar que el primer círculo de seguridad de un niño o una niña sea su familia, hay que fortalecer este primer circulo que son sus padres,
Luego que las personas que están alrededor de este menor tienen conocimiento de que ha ocurrido una violación y que es un delito, el autor tiene que ser sancionado. Si no es así, vamos a comenzar a sancionar a padres y a familiares que vieron y callaron, y entonces van a seguir los niños en riesgo porque el que omite es cómplice, y tenemos que empezar a sancionar.
Tenemos que actuar, y al decir actuar tenemos que comenzar a trabajar desde escenarios escolares, tenemos que llegar a los niños; hacer programas, pero no programas superficiales, tenemos que tratar de llegar a estos niños mediante los escenarios escolares, y no solamente es el tema de una educación sexual, porque hay niñas de 1,2,3,4 años que están siendo violadas y no están en una escuela, entonces la solución, para mí, es solamente una educación sexual. Primero hay que entender el problema para poder atacarlo, el punto está en que la primera infancia está en vulnerabilidad, ya que desde la infancia es que tenemos que comenzar a fortalecer a niños y jóvenes. Si un niño no tiene pilares fuertes desde su primera infancia, estará vulnerable ante cualquier otro flagelo que lo puede poner en riesgo, llámese drogadicción, embarazo precoz y otros tipos de afectaciones, que son muchas.
En algunos casos sí hay certeza de castigo, como en el caso de una niña de 12 años de cerro Algodón.
Sin embargo, a las víctimas no se les da seguimiento; en este momento la niña tiene que ver cómo consigue la leche para su bebé; en otros casos estamos ayudándoles a comprar los útiles encolares y tratar que este programa o nuestro acompañamiento llegue hasta la edad de los 18 años. El Estado captura al depredador, pero no le da seguimiento a las víctimas, es algo que me consta y que tendremos que llevar a la Asamblea Nacional porque tenemos que ayudar a estas niñas.
Sinceramente el Estado les falla, el artículo 19 de la Convención de los Derechos de las Niños y Niñas habla de que tanto los padres como el Estado debe ser garantes de que los niños reciban una atención integral, y en eso el Estado está fallando. Por eso, todos estos casos atroces se siguen registrando, asegura.
El lunes pasado presenté las últimas pruebas sobre los testimonios, que no son solo de esterilización forzosa a estas mujeres, sino de violencia obstétrica; mujeres que han muerto estando embarazadas.
Panamá debe tomar conciencia de que hoy sale un caso de una niña que fue violada por su tío, quedó embarazada y obligada a dar a luz, pero pasan dos semanas y el país olvida, viene otro tema y ya. No podemos estar en esta cadena de temas sin ver resultados. Es momento de actuar, de ayudar a la niñez de nuestro país.