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‘Guerra fría’ entre China y EE.UU. retumba en Panamá
- 28/11/2024 00:00
- 27/11/2024 20:16
Una acusación de presunto espionaje en Paraguay atizó nuevamente las tensiones entre China y Estados Unidos, con un cruce diplomático que ya tiene ecos en Panamá.
En un declaración difundida la noche de este martes, la Embajada de China en Panamá cuestionó con dureza un comunicado firmado del Comando Sur de Estados Unidos y el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicación de Paraguay, sobre ciberseguridad, en el que identifican a un grupo de hackers denominado Flax Typhoon, que supuestamente tendría vínculos con el Gobierno chino y que estaría infiltrando el Gobierno paraguayo.
El documento, de apenas tres párrafos, explica que el “hallazgo” ocurrió durante una revisión conjunta de las redes de ciberseguridad gubernamental de Paraguay, enfocadas en proteger los “activos críticos” del país.
“Esta revisión cibernética fue parte de la cooperación en curso entre Estados Unidos y Paraguay para construir una infraestructura digital más segura y resistente, y hacer frente a los desafíos compartidos en el ciberespacio”, subrayó el comunicado, que fue retuitiado por las cuentas oficiales de la Embajada de Estados Unidos en Panamá y el Comando Sur en la red social “X”.
En una aireada respuesta, la embajada china tachó de “sensacionalistas” y “sin fundamento” las acusaciones.
Con una declaración titulada “El ladrón juzga por su condición”, los chinos argumentan que el Gobierno norteamericano aprovecha su dominio sobre los cables submarinos de comunicación internacionales para “realizar escuchas” y “robo” de secretos de manera masiva en el mundo.
“La Decana” contactó con la Embajada de Estados Unidos en Panamá para conocer su postura ante el pronunciamiento chino, pero esta solo remitió sus comentarios al comunicado oficial de su embajada en Paraguay, uno de los 13 únicos países del mundo que aún mantiene relaciones con Taiwán.
No es la primera vez que Washington cuestiona a China de ciberespionaje, y menciona a “Flax Typhoon”. Medios estadounidenses informaron de una denuncia del FIB en septiembre pasado, cuando acusaron al grupo de “introducir” softwares maliciosos en routers, cámaras y dispositivos de al menos 200.000 usuarios en Estados Unidos. La Casa Blanca ha señalado, sin presentar pruebas, que estos incidentes son parte de una política del Partido Comunista Chino (PCCH), medidas que han provocado sanciones y la posible prescripción en Estados Unidos de la popular red social china Tik Tok, por ser según estos una “fuente” para minar datos para el PCCH.
Estados Unidos no es el único país con quejas frente a Pekín en Occidente; desde varios países de Europa -aliados de Washington-, la crítica tiene el mismo tono, al que se suma la preocupación del afianzamiento de las relaciones con Moscú.
Por su parte, China, insiste en señalar que existe un doble rasero de Washington en cuanto ciberespionaje. Y aunque tampoco ha presentado pruebas, ha reforzado recientemente sus políticas en materia tecnológica, como la implementación de la Ley de Protección de la Información Personal (2021), que regula la compilación de datos por parte de empresas privadas, y la reforma a su ley de contraespionaje (2023), que extiende las ya amplias facultades de las autoridades en materia de ciberseguridad.
En el comunicado, Pekín acusa a Estados Unidos de obligar a sus principales empresas de internet y tecnología a entregar los datos de los usuarios. “Algunas compañías científicas y tecnologías, para una mayor ganancia, se ofrecen a colaborar para la divulgación de la falsa narrativa sobre los supuestos ‘ataques de piratas informáticos chinos’. Instamos a la Embajada de EE.UU. en Panamá a dejar de juzgar a otros partiendo de su propia condición”, dijo la embajada.
Tras el escándalo en 2018 de la empresa de análisis de datos Cambridge Analytica, donde se reveló que se compiló información personal de millones usuarios de Facebook sin su consentimiento, para luego ser usadas con fines políticos, se dispararon las alarmas sobre el uso de la big data desde empresas privadas. Tres años antes, en 2015, la filtración de 1.8 millones de documentos oficiales por el excontratista de la CIA y la NSA (Agencia de Seguridad Nacional), Edward Snowden, destapó una red de vigilancia masiva sobre ciudadanos estadounidenses e incluso líderes de gobiernos aliados de Estados Unidos.
Un escenario de espionaje y contraespionaje que, a juicio de analistas internacionales consultados sobre el tema, se va a profundizar en la medida que aumenten los choques geopolíticos entre China y Estados Unidos, que tienen como telón de fondo el control de los mercados y el acceso a los recursos.
Para el economista y docente universitario René Bracho, detrás de las contradicciones estratégicas de ambas potencias subyace un componente económico. “Por un lado, el elemento de pérdida de competitividad relativa entre empresas estadounidenses con influencias trasnacionales y sus productos que se han visto desplazados en cuotas de mercados por empresas y productos chinos. Esto ha ocurrido en sectores tan diversos como: autos, telefonía móvil, plataformas digitales, energías, entre otros”, sostiene el investigador.
Otro aspecto que destaca es la paulatina pérdida de hegemonía del dólar, en que Washington ve en China una amenaza. “Esa pérdida se expresa en los cambios en la arquitectura monetaria internacional impulsada por los Brics -economías emergentes-. El paulatino menor uso del dólar en las transacciones comerciales internacionales. Por ejemplo, en la actualidad, el 20 % de las transacciones en el mercado de petróleo se realiza con otras monedas”, dijo.
En medio del cruce de acusaciones entre ambas embajadas, el presidente de la República, José Raúl Mulino, salió al paso tomando distancia del choque diplomático. Este miércoles, durante una gira por la provincia de Chiriquí, el mandatario respondió a los periodistas con una frase escueta, pero clara: “Desde que yo estaba en la escuela me decían: ‘no te metas en peleas de grandes”.
A pesar del tradicional vínculo de Estados Unidos con Panamá, China ha incrementado su presencia en los últimos años, siendo el paso más relevante el establecimiento de relaciones diplomáticas en 2017. Ambas potencias son los principales usuarios del Canal e importantes socios comerciales del país, lo que, de acuerdo con especialistas en seguridad internacional, obligan a Panamá a mantener una política firme de balance que evite tomar un bando en este escenario de esta “nueva guerra fría”.
“Panamá no tiene vela en ese entierro, máxime que no está aclarado el incidente adecuadamente. Lo primero es definir si es cierto o no lo que se dice. Pero, igual, el país no tiene nada que ver con eso”, indicó el internacionalista y catedrático de la Universidad de Panamá, Euclides Tapia.
El especialista precisó que, si bien el país cuenta con un Canal bajo un régimen de neutralidad con el Tratado de 1977, esta es una neutralidad sui géneris al estar “bajo el paraguas del Pentágono”, y que en teoría solo ocupa la vía interoceánica y no la integridad de todo el territorio.
Tapia subrayó la importancia de que Panamá ejerza una política exterior en estricto cumplimiento de las leyes internacionales, y que no debe asumir una postura, salvo que los intereses del país estén en juego o se esté frente a una violación de las normas internacionales.
“Una postura de Panamá debe producirse en la medida en que nos afecte o que se afecte a la humanidad. Debe darse cuando hay vidas en juego o se presenten países que comentan violaciones al derecho internacional, la comisión de genocidio u otros delitos. Si no, no tenemos por qué meternos”, reflexionó el docente.