El barrio de Chualluma en Bolivia, es único en la ciudad de La Paz ya que todas sus paredes están pintadas de colores que resaltan los rostros de las cholas,...
- 02/10/2016 02:00
- 02/10/2016 02:00
Entre los años 1973 y 1976, la mayoría de los estadounidenses parecía oponerse a las negociaciones de un nuevo tratado del Canal de Panamá.
‘Nosotros construimos el canal. El Canal es nuestro'; ‘la Zona del Canal es territorio estadounidense de la misma forma como lo son Alaska o Puerto Rico', eran algunas de las tesis que manejaban tanto políticos como funcionarios de gobierno y el pueblo estadounidense.
Uno de los más conspicuos opositores al tratado era el secretario de Defensa, James R. Schlesinger (1973-1975), quien, como muchos otros, consideraba que las negociaciones con Panamá contribuirían al deterioro de su posición de potencia mundial.
‘Debo reconocer que estoy del bando de los opuestos al tratado... nuestro esfuerzo va dirigido a satisfacer a Torrijos, cuando lo importante aquí es que defendamos nuestros principios... Cuando Estados Unidos muestra fuerza y determinación, se le respeta. Cuando cede, alimenta los apetitos', comentó Schlesinger al presidente Gerald Ford (1974-1976) en una reunión en Washington, el 15 de mayo de 1975.
Las minutas que recogen los detalles de esta reunión, así como cientos de otros documentos relacionados con las negociaciones, forman parte del extenso Volumen XXIII de Relaciones Exteriores de Panamá y Estados Unidos (1973-1976) , desclasificado el año pasado por el Departamento de Estado.
Una y otra vez, en sus más de 400 páginas, se puede comprobar el interés de los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford por llevar adelante las negociaciones del Canal de Panamá y los problemas y malos entendidos que este esfuerzo conllevaba.
El Senado, encargado de ratificar cualquier convenio con un país extranjero —al menos dos tercios de sus cincuenta miembros debían votar a favor— representaba otro obstáculo.
En 1974, por iniciativa del ultraconservador James Thurmond, 34 senadores se unieron para firmar ‘la Resolucion Thurmond', que rechazaba las negociaciones con Panamá.
Al respecto, el secretario de Estado, Henry Kissinger, permanente defensor de los nuevos tratados, comentaría: ‘Nuestro Congreso está fuera de control. ... Dado el estado actual de cosas, no aprobaría ni la Declaración de Independencia' (Memorándum de conversación del 8 de abril de 1974).
‘Por supuesto que el Congreso gritará cuando se les presente el tratado (para su ratificación)... Pero internacionalmente, su rechazo sería peor... se convertiría en una causa célebre; habría acoso, manifestaciones, bombas en nuestras embajadas. Y la próxima administración tendría que enfrentar el mismo problema otra vez, con menos receptividad y peores oportunidades de obtener un acuerdo razonable', decía Kissinger al presidente Ford, en mayo de ese mismo año.
‘¿Bombas? ¿Tan lejos están dispuestos a llegar?', preguntaría Ford al secretario de Estado.
‘Me refiero a bombas políticas...', contestaría Kissinger, para inmediatamente retomar su descripción del apocalíptico futuro de Estados Unidos una vez se hubieran rechazado los tratados: ‘El asunto se extendería rápidamente a todo el hemisferio, la OEA se uniría alrededor del tema y de allí se difundiría a las demás organizaciones internacionales', advertía.
LOS ZONIANS
Ni Ford ni Kissinger tenían la mejor opinión de los más organizados cabilderos contra el nuevo tratado: los zonians.
‘Las cartas que recibo en contra de las negociaciones son tantas que da la impresión de que en la Zona viven varios millones de personas, cuando son solo 40 mil', comentaba en una ocasión Kissinger al canciller panameño Juan Antonio Tack.
‘Son el grupo de empleados de gobierno más organizados que conozco; su interés es únicamente mantener el status quo ', diría a su vez Ford, que conocía muy bien cómo funcionaba la Zona del Canal.
Entre los años 1953 y 1954, como miembro de la Casa de Representantes, le había correspondido viajar a Panamá para poner un alto a los excesivos beneficios que recibían los funcionarios de la Compañía del Canal, superiores a los de cualquier otro funcionario del gobierno estadounidense.
Según Ford, algunos empleados del Canal recibían entonces salarios de $15 mil dólares, con derecho a lanchas y otros privilegios pagados por el gobierno. Además, se quejaba el presidente, en 1954, cuando los panameños solo recibían $456 mil como compensación por el Canal, los zonians se opusieron a que el presidente Dwight Eisenhower aumentara los beneficios al país.
‘El ejército obtiene su información (contraria a los tratados) a través de ellos y está infectado por sus puntos de vista... pero no vamos a decidir este tema en base a lo que ellos digan', concluiría Ford, en la misma conversación.
En otra ocasión, el presidente se quejaba de la ‘actitud' de los zonians, que trataban a los panameños no mejor que los ingleses a los indios en tiempos del Imperio Británico. Pero, consciente de la poca popularidad de sus puntos de vista, añadió: ‘Discusiones como esta pueden ser mal interpretadas. Por favor, mantengamos esto entre los ocho o nueve que estamos aquí y trabajamos con Bunker'.
LAS NEGOCIACIONES
‘Es la negociación más dificíl, complicada y larga en que me haya involucrado en mi vida', reconocería, en una ocasión, el octagenario embajador Ellsworth Bunker, jefe del equipo de negociador estadounidense entre 1974 y hasta la firma de los Tratados Torrijos Carter en 1977.
‘EN PANAMÁ, LOS ZONIANS TRATAN A LOS PANAMEÑOS IGUAL QUE LOS INGLESES A LOS INDIOS EN TIEMPOS DEL IMPERIO BRITÁNICO',
GERALD FORD
PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS (1974-1976)
En 1974, Bunker creyó haber alcanzado un logro fundamental para el avance de los tratados, relacionado con uno de los temas más delicados y complejos de las negociaciones: la defensa del Canal.
‘Por primera vez siento que hay tratado a la vista', decía el negociador en un memorándum dirigido a su jefe Henry Kissinger, con fecha del 3 de diciembre de 1974.
‘Estoy consciente del rechazo que han tenido estas conversaciones, pero eventualmente, (el nuevo tratado) será un factor positivo tanto en lo doméstico como en nuestras relaciones exteriores. Será la evidencia de nuestra determinación por construir una nueva y más madura relación con el resto del mundo. Será especialmente beneficioso en el curso de nuestro ‘nuevo diálogo con América Latina' '.
En el memorándum, Bunker comunicaba el éxito de la última ronda de negociaciones, entre el 27 de octubre y el 7 de noviembre, en la isla de Contadora.
‘En esencia, estamos dando a los panameños los derechos jurisdiccionales (sobre la Zona del Canal) que son tan importantes a su sentido de soberanía, a cambio de que nos permitan ejercer los derechos primarios para operar y defender el Canal durante la vigencia del tratado', explicaba Bunker al secretario de Estado.
(Un memorándum enviado a Washington por la Embajada de Estados Unidos en Panamá y fechado el 7 de noviembre ofrece la versión panameña. Según este documento, Torrijos habría comentado al respecto del avance de las negociaciones: ‘Le rompimos la espalda al problema del tratado').
A pesar del importante adelanto que implicaba que Panamá cediera a Estados Unidos la defensa unilateral del Canal durante la vigencia del tratado, todavía quedaba pendiente acordar cuál sería el periodo de vigencia y quién tendría a su cargo la defensa del Canal posteriormente.
La aspiración del gobierno estadounidense era retener esa responsabilidad hasta 50 años después de la vigencia del tratado. Así lo recogían las instrucciones presidenciales para la negociación, firmadas por Richard Nixon el 10 de junio de 1974 (National Security Decision Memoranda (NSDM) No. 257) y todavía vigentes.
Pero Torrijos había advertido que no aceptaría esa propuesta, menos ventajosa que la ofrecida durante las negociaciones con el demócrata Lyndon Johnson (cuya oferta era 33 años después de traspasada la vía acuática).
Consciente de que el rechazo de Panamá trancaría nuevamente las conversaciones, Kissinger solicitó a Ford flexibilizar los restrictivos términos de su predecesor.
‘Debemos dar a Bunker mayor flexibilidad para negociar. Podríamos ofrecer a los panameños ceder el control de la operación del Canal para el año 2000, a cambio de que nos permitan mantener la defensa por un periodo de hasta 40 años', sugería Kissinger. (Recuérdese que la defensa del Canal era la prioridad de Estados Unidos, mientras que para Panamá era la soberanía sobre la Zona del Canal).
El secretario de Estado consideraba que una vez acordado este punto, los demás temas pendientes se podrían solucionar fácilmente. Con ello, se podría presentar el tratado para su ratificación al Senado a principios de 1975 - la idea era que si se aprobaba en 1975, ya el electorado se habría olvidado del tema para las elecciones de noviembre de 1976 y no se perjudicarían las aspiraciones de reelección del presidente Ford-.
Pero Ford no quería pasar por encima del Departamento de Defensa, que insistía en que no se redujera el término a menos de 50 años.
El Departamento de Defensa tardó varios meses en aceptar la propuesta, paralizando las negociaciones.
Fue en ese periodo que Torrijos aumentó su presión, abriendo relaciones diplomáticas con Cuba y logrando que otros jefes de Estado latinoamericanos se pronunciasen a favor de la causa panameña.
Para entonces, ya las elecciones estaban encima y la fecha para llevar el nuevo tratado al Senado se pospuso para 1977. Para entonces, el compromiso sería de la nueva administración.
El resto de la historia es conocida: Jimmy Carter ganaría las elecciones de 1976. Ocho meses después, se firmarían los tratados ‘Torrijos Carter', cuyos términos de ‘neutralidad' colocan al país ‘bajo el paraguas del Pentágono' a perpetuidad.