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- 09/09/2024 06:45
- 08/09/2024 19:49
Cinco hospitales, dos clínicas privadas y un centro de salud recorrieron María Inmaculada y Christopher, su hijo de quince años, a quien no le detectaron dengue hasta el día de su muerte, el 8 de abril de 2024, en el Hospital Rafael Estévez de Aguadulce. Los casi 165 kilómetros que recorrieron entre su casa, en Capira y los distintos centros médicos, no fueron suficientes para salvar al menor.
Han pasado 5 meses y el dolor de la madre aún lo refleja su mirada. Su hijo de 15 años era un muchacho sano. Los trofeos expuestos en la sala de su casa, que ganó jugando al fútbol, atestiguan la extrañeza de los síntomas que tuvo durante toda una semana: dificultades respiratorias y dolor en el pecho ‘punzante en el corazón’.
‘’Yo le dije a la doctora, mi hijo está muerto. ¿Ahora es que va a salir en el examen que está positivo de dengue?’’, contó María Inmaculada a La Estrella de Panamá, durante un homenaje que le hacían sus amigos de la escuela con quienes jugaba fútbol.
La Defensoría del Pueblo realizó una investigación y determinó en la resolución 2514i de 2024 que hubo una vulneración al derecho a la vida, la salud, la niñez y la adolescencia de Christopher. Para María Inmaculada, que los médicos no dieran con el diagnóstico preciso de la condición de su hijo, e incluso, que algunos le recetaran ibuprofeno sin haberle hecho pruebas por dengue, podría ser el disparador de un presunto caso de ‘mala praxis médica’.
En el registro estadístico de la Defensoría del Pueblo, el derecho a la salud se ubica como el más vulnerado en Panamá. Tan solo en el primer semestre de 2024, se registraron 262 trámites por presuntas vulneraciones al derecho a la salud.
María Inmaculada no dudó en faltar al trabajo la mañana del 3 de abril, puesto que las quejas de Christopher por dolor en el pecho le impedían pensar en otra cosa que no fuera su hijo. Rápidamente tomó al menor y lo llevó por atención médica en el lugar más próximo a su residencia: el Centro de Salud de Capira.
Allí una doctora atendió a Christopher en la sala de urgencias y le ordenó un electrocardiograma, pero los resultados no arrojaron nada extraño, según la doctora. ‘’Nos dijo que el dolor podía deberse a los gases estomacales’’ —como aquellos que dan por pasar algunas horas sin comer—, contó María Inmaculada.
La realidad de Christopher era distinta, ya se había alimentado y el dolor continuaba, por lo que María decidió llevarlo algunos kilómetros más allá de Capira, a la Policlínica de la Caja de Seguro Social (CSS) en San Carlos, donde le hicieron otro electrocardiograma y un examen de sangre que se reportaron normales. Todo aparentaba estar bien, menos Christopher.
Al ver el poco interés de los médicos por tener un diagnóstico preciso de la condición del menor, María Inmaculada, preocupada, decidió gastar una buena parte de los $800 dólares que gana mensualmente –menos los descuentos– en buscar atención médica privada para Christopher.
La mañana del siguiente día, ambos se dirigieron a la Clínica San Isidro, en Capira.
“Cuando el doctor mira los exámenes los mismos que le aplicaron en la Policlínica [CSS San Carlos], me dice que el niño tenía una fuerte infección’’’, explica María Inmaculada todavía con asombro. ‘’Mira, que la infección está subiendo, hay que hospitalizarlo’’, contó que le dijo el médico.
Con un documento de referencia de hospitalización, María Inmaculada no dudó en tomar el volante de su ya deteriorado vehículo para recorrer los 56 km que separan Capira de la Ciudad de Panamá esa tarde, para llegar al Hospital de Especialidades Pediátricas Omar Torrijos Herrera (HEPOTH) cerca del anochecer.
En las sillas del cuarto de urgencias, Christopher esperó junto a su madre hasta las 10:14 p.m., para que lo atendiera un médico pediatra. El galeno ordenó una radiografía de tórax, un electrocardiograma, y una biometría hemática (hemograma) para Christopher, todas fueron reportadas dentro de los límites normales, según consta en la documentación que presentó el Hospital a la Defensoría del Pueblo, expuesta en la resolución 2514i-2024.
Sin embargo, era la segunda vez que María percibía una incongruencia entre lo que decían los exámenes y la condición real de Christopher, pues ella era testigo del dolor que padecía el menor. Todavía se le humedecen los ojos al recordar cada detalle.
El doctor pidió la aplicación de lisalgil via intravenosa, un potente analgésico para calmar el dolor de Christopher.
María Inmaculada esperó junto a su hijo que las gotas de la venoclisis se disiparan y así también el dolor. “¿Doctor, no me lo va a hospitalizar?”, preguntó María Inmaculada cuando acabó el medicamento. El médico explicó que Christopher debía mejorarse en casa con un plan de tratamiento que incluía ‘’ibuprofeno oral, frío local, bálsamo mentol tópico y reposo’’.
La madre protestó al doctor, no entendía por qué Christopher no fue hospitalizado si ya existía un documento que lo recomendaba. Pasadas las 3:00 a.m., no les quedo más remedio que recorrer 56 kilómetros de vuelta a casa.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), así como médicos consultados por este medio, advierten que el uso de antinflamatorios no esteroideos (AINES), como el ibuprofeno, pueden aumentar el riesgo de hemorragia en pacientes con dengue. A María Inmaculada esto le genera la suspicacia de que su hijo haya sido víctima de una presunta mala praxis.
La mañana del viernes 5 de abril, Christopher casi no podía caminar. María Inmaculada tuvo que pedir la ayuda de su hijo mayor, Ricardo, para movilizarlo.
Otra vez acudieron por atención privada, ahora en otra clínica, pero la tomografía electrónica que pedía el médico para dar un diagnóstico era demasiado costosa. La familia optó por probar suerte en el Hospital Nicolás A. Solano de La Chorrera. Eran las 4 p.m. cuando arribaron y la espera por atención se hizo eterna para la familia, sobre todo por ver a Christopher sufrir con un dolor en el pecho que comprometía su respiración.
Pasaron 2 horas para que se registrara la solicitud de atención médica, a las 6:29 p.m. Otra hora pasó para que a Christopher le atendiera el médico de filtro, Eric Castillo, a las 7:54 p.m.
El galeno evaluó al niño y categorizó sus síntomas en el nivel ‘naranja’ del ‘TRIAGE’ del sistema de salud panameño, que adopta la Clasificación de Riesgo de Manchester. En este nivel de la clasificación, el paciente requiere atención inmediata con un tiempo de espera no mayor a 15 minutos, por lo que Christopher fue asignado a un médico de consultorio.
Mientras esperaban, el personal médico pidió agilizar una radiografía de tórax para el menor. Luego de una hora, Christopher pasó por los rayos x, pero siguió esperando 2 horas más por la atención en un consultorio.
A las 11:46 p.m. María Inmaculada se dirigió al personal del hospital para preguntar qué había ocurrido con la atención, pero faltaban solo 14 minutos para el cambio de turno de la medianoche.
La médica de consultorio a quien se le asignó la atención de Christopher, explica en un descargo que: ‘’dicho paciente no fue atendido por mi persona por presentarse prioridad de un paciente de alta categoría (rojo) y de 94 años’’, en respuesta a la investigación realizada por la Defensoría del Pueblo.
Para María Inmaculada y Christopher fue difícil presenciar cómo los médicos se retiraban en el cambio de turno de las 12:00 a.m., después de haber esperado horas.
Christopher estaba cansado, a duras penas podía mantener la respiración y María Inmaculada no aguantaba verlo postrado en las sillas del hospital, sabiendo que tenía una cama cómoda en casa, por lo que se rindió ante el sistema y decidió retirarse suplicando a Dios que su niño aguantara la noche para volver a intentarlo en la mañana.
A las 12:20 a.m. del 6 de abril, otra doctora tomó el turno como médico coordinador. Pero María Inmaculada y Christopher ya se habían retirado sin éxito en su intento de lograr atención médica. A las 12:46 a.m. quedó en el registro del Hospital Nicolás A. Solano que el paciente de 15 años ‘‘no contestó 3 llamados’’ para atención en consultorio, emitidos después de que se retiró con su madre.
Esa misma fecha, pero a la luz del día, María Inmaculada acudió, una vez más, al médico de la Clínica San Isidro que emitió la orden de hospitalización días antes. El galeno se mostró sorprendido por la no hospitalización de Christopher. ‘’Llévalo al Hospital del Niño’’, le recomendó.
Una vez más, María Inmaculada tomó el volante de su vehículo y recorrió el camino desde Capira hacia la capital. Al llegar al Hospital del Niño, entraron por la puerta de urgencias para solicitar atención médica.
Allí un guardia de seguridad le advirtió a María que Christopher no sería atendido. ‘’Puede ser que como lo veían grande, pensaron que no era un niño, Christopher medía casi 1.80 metros’’, explicó la madre.
Una vez dentro, un funcionario del Hospital le explicó a la madre que como su hijo era mayor de 15 años, sobrepasa la edad de atención en el centro médico y le recomendó acudir al Hospital Santo Tomás.
Todo esto tomó 43 segundos, según narra una nota que envió el Hospital del Niño a la Defensoría del Pueblo.
Paul Gallardo, director del Hospital del Niño, justificó la decisión alegando que el Hospital atiende solo a menores de 15 años. Además, en la nota a la Defensoría detalló que ‘’el menor no llegó a nuestro nosocomio con signos vitales o con una condición médica que indicara que de manera inmediata estaba comprometida su vida’’.
María Inmaculada aún se pregunta por qué si Christopher recién había cumplido quince años en enero, no recibió atención médica en el Hospital del Niño, sobre todo si un médico se lo había recomendado. El nudo en su cabeza se hizo todavía más grande cuando constató que en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, se considera niño a toda persona menor de 18 años. De esta convención Panamá es signataria.
María Inmaculada pidió a su hijo Rodrigo que cargara a Christopher en brazos hasta el área de urgencias del Hospital Santo Tomás. La escena que presenciaron les causó desánimo y desesperación. ‘’Una sala repleta de gente y no había ni sillas para sentar a Christopher’’, contó.
Decidieron trasladarse al Complejo Hospitalario Harmodio Arias Madrid de la CSS, pero la escena se repitió. La desesperación, el nerviosismo y el miedo a otro rechazo hicieron que María Inmaculada, llamara a su jefa, quien tenía algunos contactos en la CSS para ver si podía conseguirle una cama en el Complejo. Lo más importante para María era hospitalizar a Christopher; si hubiera tenido el dinero, lo hubiera hecho con anticipo en un hospital privado.
Su jefa le recomendó trasladar a Christopher al Hospital Rafael Estévez, de Aguadulce, allá ella se encargaría de que atendieran bien al niño, el único costo era el traslado. Sin embargo, esto no se percibía como un gran problema para María, al fin y al cabo ya había recorrido muchos kilómetros buscando hospitalizar a su hijo.
Solo unas horas después del rechazo de la atención en el Hospital del Niño, Christopher era considerado para ingresar a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Rafael Estévez de Aguadulce.
A las 2:56 a.m. del domingo 7 de abril, el personal médico del Hospital solicitó el ingreso de Christopher a la UCI, porque se encontraba taquicárdico, hipotenso y con una falla respiratoria, detalló el doctor Juan Carlos Valdés, jefe de urgencias en el Hospital Rafael Estévez, en nota a la Defensoría del Pueblo.
Christopher tenía, además, diagnóstico de hemorragia alveolar (en los pulmones) y una falla orgánica múltiple, que se conoció muy tarde.
Luchó toda la madrugada y la mañana del 7 de abril, pero presentó un colapso cardiorespiratorio definitivo a las 12:40 p.m. de ese día. Las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) que duraron 24 minutos, no fueron suficientes para mantenerlo con vida. Después del deceso, los resultados de un examen de dengue confirmaron que Christopher tenía la enfermedad.
María Inmaculada se deshizo en un dolor indescriptible por la pérdida de su hijo. Han pasado 5 meses desde aquel día, pero no puede olvidar todo el recorrido que hizo. Ella recuerda entre lágrimas que en el Hospital del Niño le dijeron ‘’llévenselo de aquí’’, ‘’aquí no lo podemos atender’’. También recuerda que en el hospital pediátrico, pudieron haberlo hospitalizado.
‘’Son pocos los casos [mala praxis] que llegan a convertirse en una querella y que los derivan para hacer los estudios’’, explica Elzebir Montenegro, directora ejecutiva de la Organización Cinta Chocolate, que vela por la humanización de los servicios de salud.
La Sección de Mala Praxis del boletín estadístico del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses registró 30 reuniones del Consejo Médico Forense en el primer semestre de 2024. Este consejo está encargado de evaluar casos de supuesta mala praxis.
‘’El Ministerio Público tiene que hacer su función para determinar si hubo o no hubo negligencia. Es bueno lo de la Defensoria, pero llegaría hasta allí, porque no tiene jurisdicción para sancionar. Necesitamos una ley mas severa’’, explicó Elzebir Montenegro, quien ha dado seguimiento al caso de Christopher.
La Defensoría del Pueblo puso a disposición del Ministerio Público sus hallazgos y al momento hay una investigación en curso. Mientras, María Inmaculada espera que el Ministerio de Salud implemente las recomendaciones que recibió a través de la resolución 2514i, entre las que no se descartan sanciones al personal de los centros médicos. Ella no quiere que ningún otro niño recorra los kilómetros de dolor de Christopher.