El caballo que dejó de galopar

Actualizado
  • 15/12/2014 01:00
Creado
  • 15/12/2014 01:00
El Ferrocarril Nacional de Chiriquí vive en el recuerdo de quienes formaron parte de su engranaje

Bladimiro Lara trabajó 28 años en el Ferrocarril Nacional de Chiriquí (FNCH). Fue contratado en 1969 como revisor de carga, pero posteriormente pasó a desempeñar varias otras funciones, como la de colector del pasaje, conductor (el que dirigía al maquinista y estaba en contacto con el controlador de las vías férreas), asistente de contabilidad y maquinista de los trenes pequeños.

‘La flota era grande: 15 locomotoras, para ser exactos. La hojalatería la han vendido los gobiernos en calidad de chatarra. El que no ha vendido nada del ferrocarril es el presidente Juan Carlos Varela’, comunicó, sin ocultar la tristeza.

RETROSPECTIVA

La historia registra que el 22 de abril de 1916, el presidente Belisario Porras inauguró oficialmente esta obra. Su extensión era de 92.517 kilómetros, distribuidos de la siguiente manera: David-Pedregal (6.436 km); David - La Concepción (28.962 km); David-Boquete (45.052 km) y David-Potrerillos (12.067 km). Posteriormente, en 1924, se construyó el tramo de Bugaba hacia Puerto Armuelles.

Todos estos tramos se fueron haciendo en varias etapas, igual que su deshabilitación.

Luis Máximo Miranda, profesor de Historia, señala que inicialmente el pasaje de estación a estación costaba un real, pero la primera clase pagaba el doble. Años después, aumentaron los costos operativos y se hizo necesaria la figura del colector o encargado de cobrar el pasaje.

Para 1969, la locomotora llegaba solo hasta Bugaba. Partía de Armuelles, haciendo una escala breve en Progreso. Según Lara, este servicio se suspendió en 1988, año en que fue clausurada la ruta sobre el río Chiriquí Viejo - Cuervito.

Paulatinamente, las carreteras le fueron restando funcionalidad al gigante de hierro. Desde 1988 hasta 1997, continuó cumpliendo con el deber de carga y pasajeros, pero de manera reducida. Para esa fecha, el tramo se había reducido tanto, que el tren solo iba de Puerto Armuelles hasta Progreso.

El costo de esta obra, según datos del Museo de Obaldía, fue de $1.67 millones, lo que cubrió la construcción de talleres, líneas telegráficas y teléfono, locomotoras y carros. Se exime aquí el tramo de Bugaba a Puerto Armuelles.

LAS RUINAS

La inactividad y el tiempo no perdonaron. Fueron deteriorando este gran sueño de Porras.

De aquella gran flota que integraba el FNCH, solo quedan cuatro locomotoras y cuatro carros.

Las máquinas 1 y 4 yacen varadas, aunque en buen estado, en los terrenos de la Feria Internacional de David, al frente del estand del MOP. Detrás de la antigua estación en Bugaba, reposan, carcomidos por el óxido, la máquina 9 y dos vagones. En Progreso, el tren y dos carretas, desprovistos de toda honra, son azotados por las inclemencias de la naturaleza.

El último, un tren pequeño, permanece cabizbajo y casi oculto a las miradas, dentro de los talleres del MOP. A este se le cercenó la rodadura.

Algunos moradores de las áreas circundantes, preocupados por la conservación de esta hojalatería histórica, responsabilizan a las autoridades locales por la pérdida de este patrimonio.

La historiadora Milagros Sánchez cuenta que las comunidades necesitan organizarse para solicitar que se decrete este bien como patrimonio municipal.

De acuerdo con la profesora, esta es la mejor manera, ya que los procesos de restauración se agilizarían, haciéndose más alcanzables los proyectos y objetivos de la comuna. ‘Es más factible que se haga de manera local y por sector, de esta forma la burocracia no afectaría los planes culturales que se puedan desarrollar’, recomendó Sánchez.

La antigua estación de Bugaba, por su parte, se cae, literalmente, a pedazos. Este histórico inmueble se ha convertido en resguardo de personas del mal vivir y el nicho ideal para las palomas castillas. En igual condición se encuentra el edificio de trenes, a la entrada de las bananeras en Progreso, distrito de Barú.

Los comerciantes de la zona señalan que cinco años atrás, la Junta Comunal de Bugaba colocó un letrero sobre la vieja estación, pero nunca se hizo nada para restaurarla.

Estos edificios se otorgaron entre 1993 a 1998 a la junta comunal, pero solo por acuerdos verbales, según fuentes del MOP.

Se pudo conocer que actualmente, el alcalde, Carlos Araúz, pretende establecer allí un museo histórico y etnográfico que recoja los acontecimientos que forjaron la identidad cultural de Bugaba y el ferrocarril.

El municipio de Boquete también cuenta con un plan estratégico para restaurar parte del FNCH, desde la pasada administración del señor Manolo Ruiz.

Volviendo a la plática con el señor Lara, comentó que le agradaba sistema de ferrocarriles y que al ver el descuidado estado de los vagones siente nostalgia e impotencia al no poder hacer nada para restaurarlos.

‘A veces me siento triste e impotente cuando veo lo poco que ha quedado de las máquinas. Están en completo abandono. La vida en los trenes me gustaba mucho y trajo mucha prosperidad a nuestra provincia’, expresó.

‘En una ocasión, hace mucho tiempo, le pregunté a Nicolás Alvarado, director de turno, su parecer respecto a traer los vagones que están en la comunidad de Progreso para restaurarlos y colocarlos al frente de la estación central. El hombre me dijo que era excelente idea, pero allí quedó’, dijo Lara, mientras se secaba el sudor de su frente.

EL TESTIGO

La Estación Central, hoy estructura que alberga la Biblioteca Pública Santiago Anguizola Delgado, a un costado de la Gobernación de la provincia, es un guardián de sapiencia.

En realidad, el sistema de trenes no volverá a verse más en el Valle de la Luna. Pero su valor histórico no tiene por qué perderse.

Es claro que los panameños, los chiricanos en este contexto, no están acostumbrados a dos opciones, por ello cuando las carreteras aparecieron, se fue muriendo el ferrocarril provincial.

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