La cumbre del agua, un revulsivo para actuar ante la crisis, según las oenegés

Actualizado
  • 25/03/2023 00:00
Creado
  • 25/03/2023 00:00
Más allá de los cientos de compromisos presentados, estos grupos ven en la reunión un giro en el discurso y un punto de partida para actuar por fin con decisión frente a la crisis global del agua
La Conferencia del Agua de la ONU cerró este viernes.

La Conferencia del Agua de la ONU, que cerró este viernes, no dejará un acuerdo histórico ni una gran estrategia contra la crisis hídrica, pero sí supondrá un cambio importante en la forma en que la comunidad internacional responde a este problema, según destacan organizaciones no gubernamentales participantes en la cita.

Más allá de los cientos de compromisos presentados, estos grupos ven en la reunión un giro en el discurso y un punto de partida para actuar por fin con decisión frente a la crisis global del agua.

Según Naciones Unidas, entre 2.000 y 3.000 millones de personas sufren escasez de agua en el mundo, un problema que se agravará en las próximas décadas, mientras que crece la contaminación del agua y se multiplican los desastres meteorológicos extremos como consecuencia del cambio climático.

“La buena noticia es que la gente está dándose cuenta del problema”, explica a EFE Stuart Orr, de WWF, que cree que esta cumbre ha llegado en un momento en el que muchos están notando ya los efectos de la crisis y ello ha permitido “galvanizar” la acción de los distintos actores.

La conferencia es la primera de este tipo celebrada desde 1977 y, aunque la ONU la había definido como un punto de inflexión en la gestión del agua, no se buscaba en ella ningún gran pacto mundial, como sí se ha hecho con otras cuestiones como el cambio climático o la protección de los océanos.

Lluvia de compromisos, pero no vinculantes

En este caso, la organización optó por animar a la presentación de compromisos voluntarios que se integrarán en una nueva Agenda de acción por el agua, un catálogo con el que se busca impulsar los avances pero que no tiene carácter vinculante.

“Obviamente no es lo ideal, pero en muchos encuentros internacionales con compromisos obligatorios estos no se cumplen”, matiza Sol Oyuela, directora global de Política y Campañas de la oenegé británica WaterAid.

En la recta final de la conferencia, Naciones Unidas había recabado ya más de 700 compromisos por parte de gobiernos, ciudades, empresas o instituciones, una avalancha de promesas que en muchos casos parecen escasamente concretas o relevantes, pues algunas no recogen ni siquiera el dinero que se necesitará para llevar a cabo un proyecto.

Otras, aseguran las oenegés, sí que son valiosas y pueden suponer cambios importantes, aunque por sí solas no suponen un verdadero plan mundial.

Sin un plan global

“Es evidente que de esta conferencia no sale una estrategia contra la crisis del agua”, señala a EFE la activista española Patricia Martín, directora de campaña de Avaaz, que apunta que ahora habrá que ver cómo esos compromisos se van solidificando.

Martín, sin embargo, destaca que la cumbre ha dejado un “posicionamiento muy fuerte de la sociedad civil”, que ha sido capaz de articular sus principales demandas en un manifiesto de nueve puntos que, asegura, supone “un antes y un después”.

Oyuela, por su parte, coincide en que entre los gobiernos falta “una visión más global sobre las prioridades” y en que esta lista de compromisos no es suficiente.

“Más allá de la plétora de compromisos (...) se necesita resetear la agenda, generar energías y compromiso político”, explica, asegurando que en Nueva York sí se ha visto con claridad que “algo tiene que cambiar y rápido” y que hay señales de que eso va a ocurrir.

Desde WWF, por su parte, restan importancia al hecho de que no haya un pacto al estilo del Acuerdo de París sobre clima, dado que en el caso del agua las situaciones cambian mucho de un lugar a otro y no es posible fijar un gran objetivo único a escala mundial.

Según Orr, sobran las ideas y soluciones para afrontar la crisis del agua y lo que ahora hace falta sobre todo es ponerlas en marcha y contar con los fondos necesarios.

“Espero que cuando echemos la vista atrás, veamos este como el momento en el que dejamos de hablar y empezamos a actuar”, apunta.

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