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- 19/04/2020 00:00
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Nuestro país, caracterizado por su enorme apertura al exterior, está necesariamente impactado por la crisis producida por la actual pandemia y agravada por una alta vulnerabilidad financiera a nivel global, la cual previamente apuntaba hacia una recesión. Se trata de una situación muy grave que la Cepal, coincidiendo con otros organismos internacionales, califica como “una crisis sanitaria, humana y económica sin precedentes”.
Esto ha llevado a que Noriel Rubini, quien tuvo la capacidad de prever la llamada Gran Recesión, haya señalado que “la contracción que hoy está en marcha no se parece ni a una en V, ni en U, ni en L (una marcada crisis seguida de estancamiento). Más bien, se parece a una contracción en I: una línea vertical que representa un derrumbe de los mercados financieros y de la economía real”.
A estos elementos externos se debe agregar el impacto de la presencia en nuestro país del coronavirus, que ha obligado a establecer las necesarias medidas de distanciamiento social y cuarentena, significando el cierre de una parte muy significativa de las actividades económicas del país.
En este contexto, quizás un poco tempranamente, se ha venido desarrollando un interés por pensar en qué hacer con la economía nacional una vez superada la pandemia. Se trata, se debe advertir, de una reflexión que solo se puede hacer teniendo en cuenta las medidas desarrolladas durante la permanencia de la misma.
La posición tradicional, propuesta por quienes siempre han apoyado las políticas económicas neoliberales, aparecen, a nuestro juicio, claramente expuestas por un panameño egresado de la Universidad de Chicago en un reciente artículo titulado “Después del coronavirus”.
En esta publicación el articulista insiste en la idea de que la posible recuperación del país se tiene que dar manteniendo y respetando estrictamente el actual estilo de desarrollo del país. Es así que, sin hacer ninguna referencia a cómo sería el panorama económico luego de la pandemia, insiste en un crecimiento sostenido casi exclusivamente en los elementos que tradicionalmente han constituido la llamada plataforma de servicios del país.
Incluso cuando se habla del sector agropecuario, en lugar de plantearse algún nivel de soberanía alimentaria, se insiste en las exportaciones. Se trata de una posición débil, profundamente influida, a nuestro juicio, por una notable carga ideológica.
Un primer y claro error del escrito bajo análisis es que el mismo supone, por lo menos explícitamente, que el modelo global vigente volverá a ser el mismo de antes de la pandemia. Esto es algo sobre lo que, por lo menos, se tendría que tener dudas.
Probablemente no sea cierto lo que señala Branko Milanovic en el sentido de que “estamos totalmente en la oscuridad”; pero sí lo es que, sobre todo teniendo en cuenta algunos de los hechos previos, luego de la pandemia el modelo globalizado no necesariamente volverá a sus cauces tradicionales. Es posible que, tal como lo señala Dani Rodrick, “la hiperglobalización continuará a la defensiva mientras los estados-nación reclaman espacio para implementar políticas”.
Es importante, a fin de evaluar la propuesta del neoliberalismo criollo, destacar que los flujos de comercio exterior ya venían perdiendo fuerza mucho antes de la aparición del coronavirus. Por tanto, el recurso a un desarrollo basado exclusivamente en las exportaciones –como lo es el del transitismo panameño– no parece ser una propuesta convincente.
De acuerdo con datos de la Cepal referentes a la elasticidad del comercio exterior global con respecto al PIB (que muestra en qué porcentaje crece el primero cada vez que el segundo crece en 1%), este indicador alcanzó un nivel de 1,88 entre 1997 y 2006, para luego caer hasta 0,96 en el periodo 2011-2019.
Para el caso de situaciones vinculadas con algunos servicios de exportación del país se puede citar a Milanovic, quien argumenta que: “... el movimiento de personas y posiblemente de bienes estará mucho más controlado que antes de la crisis. Muchos de los impedimentos para la libre circulación de personas y bienes pueden provenir del temor fundado de recurrencia de la pandemia”.
Por otra parte, la visión del neoliberalismo criollo ignora la importancia que tiene el manejo de la problemática durante la pandemia. En primer lugar, deja por fuera el hecho de que para poder enfrentar el llamado “día después” se necesitará que la fuerza de trabajo se haya reproducido adecuadamente, cosa que no es posible con el monto de la actual ayuda estatal a quienes son informales –cuenta propia o que tienen su contrato de trabajo suspendido–, el cual está lejos del monto necesario para adquirir la canasta básica alimenticia. A esto se debe sumar la total desprotección en que han quedado muchas personas de la clase media.
Es claro que la actual situación ha demostrado la importancia de la producción nacional para lograr la seguridad alimentaria, lo que evidencia la necesidad de proteger tanto la actividad agropecuaria como la agroindustrial, y de mejorar los eslabonamientos entre la construcción y la producción de los materiales que esta demanda. Pensar que todo esto es simple populismo solo muestra, a nuestro juicio, un sesgo ideológico superpuesto a la realidad.
Desde luego que se tiene que estar de acuerdo con el autor del artículo en discusión que la educación y la salud constituyen elementos importantes para un desarrollo equitativo. Sin embargo, aquí también aparecen problemas. El único de ellos no es que se obvia precisar que la salud y la educación son derechos humanos, por lo que no constituyen simples mercancías. El autor, además, no aclara cómo el Estado financiará el incremento y mejora de los servicios de salud y educación.
Panamá es el segundo país en la región con la carga impositiva más baja, lo que evidencia los bajos niveles de tributación para quienes poseen los más altos niveles de ingresos y riqueza. No planearse la necesidad de una mayor equidad tributaria es una falla imperdonable. Cualquiera que tenga una idea de lo que es planificar, entiende que el cumplimiento de los objetivos precisa de la asignación cierta de recursos.
A esto se debe agregar que el tema más ausente de todo el escrito es el ecológico, cosa que no es de extrañar dada la visión que anima el escrito que discutimos.
La propuesta del neoliberalismo criollo obviamente carece de los elementos indispensables para lograr un verdadero desarrollo equitativo, con justicia social y ambientalmente sostenible.
El autor es académico de la UP y exdirector de la CSS