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- 06/09/2019 02:00
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Son aproximadamente las cinco de la tarde de un día que no recuerdo con precisión del mes de septiembre de 2018. Aún están lejos las celebraciones del quinto centenario de la fundación de Panamá la Vieja. Camino por la cinta costera. Ha llovido, pero el cielo ya está despejado. Debe ser un viernes, porque hay bastante gente que se ejercita, que pasea. Miro el mar. Me produce paz el vaivén de las olas perezosas, el rumor que viene y va. El viento que sopla sin frontera. Ese mar que los europeos que lo vieron por primera vez llamaron ‘mar del sur'. Miro al otro lado, hacia la ciudad. Ahí está él.
Encaramado en un globo terráqueo, espada en alto, mirando el mar. Es Vasco Núñez de Balboa. El monumento es imponente, aunque no demasiado grande. Está dedicado a él, emblema, figura, personaje imprescindible de Panamá, en la moneda, en una marca de cerveza, en el nombre de una avenida que antes cercaba la bahía.
Es el ‘descubridor', el ‘adelantado', de ese mar que ya estaba descubierto desde siempre por los habitantes originarios del Istmo de Panamá, que entonces tampoco se llamaba así.
Y me pregunto esa tarde: ¿y si las cosas no fueron así, como las hemos escuchado toda la vida? ¿Al menos no ‘tan' así?
Lunes 2 de septiembre de 2019. El Paraninfo de la Universidad de Panamá está lleno. Estudiantes, profesores, investigadores, gente. Es el primer día del Primer Congreso de Historia, Antropología y Turismo Histórico Cultural, un evento con el que la Universidad ha querido celebrar el cumpleaños n.° 500 de la ciudad y dar un impulso decisivo a la investigación en estas materias.
En el podio, el doctor Alfredo Castillero Calvo desarrolla la ponencia inaugural ‘Las claves históricas del Panamá Colonial', donde expone, sintetiza y actualiza algunas de sus principales tesis.
Y arranca contando esto: ‘Según la historiografía tradicional, el último viaje de (Cristóbal) Colón a América no produjo mayores consecuencias y fue un fracaso'.
Entonces, se remonta a su tesis doctoral de 1967, donde se atrevió a afirmar que ese cuarto y último viaje del genovés (mayo de 1502-noviembre de 1504), fue en cambio ‘el más importante después del primero'.
‘Lo sostuve, porque el objeto de este viaje consistía en encontrar un pasaje de mar o de tierra que permitiera sortear la gran barrera que representaba la masa continental del Nuevo Mundo. Colón lo logró', asegura.
‘Cuado llegó a Bocas del Toro, se enteró por los indígenas de que se encontraba frente a un istmo. De manera que sí alcanzó esa meta, que en ese momento era de la máxima prioridad para la corona'.
Recuerdo que alguna vez había leído algo relacionado con este hecho. Me sonó extraño y fascinante a la vez porque no suele mencionársele. Ahora que lo escuchaba de boca de uno de los más connotados historiadores vivos de Panamá, volvía a pensar en mi reflexión taciturna sobre Balboa. Y que este dato aún sigue siendo poco conocido y difundo.
‘Colón no cruzó el istmo y no podía hacerlo ya que sus viajes eran puramente exploratorios y apenas contaba con un puñado de marineros que difícilmente hubieran podido atravesar con éxito la serranía',
ALFREDO CASTILLERO CALVO
HISTORIADOR
‘Me aventuré desde entonces a usar la expresión de que Colón fue el descubridor intelectual del istmo', dice Castillero.
Y al escucharlo pienso si Colón no sería al mismo tiempo el propio y verdadero ‘adelantado' de ese mar que nunca pudo ver pero que presintió que estaba allí.
‘Colón tenía buena idea de por dónde buscar ese pasaje Por eso empezó desde el cabo Gracias a Dios en Honduras, bajando en dirección a Panamá, donde se detuvo, recabó información y encontró oro', dice Castillero. Afirma que sin embargo, ese viaje tuvo un final trágico. A su regreso, Colón naufraga en Jamaica, donde algunos de sus hombres se rebelan ‘y parecía que todo terminaba allí'.
‘No se conocen evidencias documentales de lo que Colón pudo informar a la Corona sobre lo que encontró y cómo reaccionó esta. Pero allí queda como prueba un célebre mapita que su hermano Bartolomé, que era cartógrafo, conocido como códice Zorzi, guardado en la Biblioteca Nacional Central de Florencia, Italia, donde aparece el subcontinente indio al otro lado del Istmo de Panamá y separado por un espacio marítimo muy extenso'.
No era raro que Colón lo percibiera así, dice Castillero, ya que desconocía la existencia del océano Pacífico y creía que la tierra era mucho más chica. ‘Pero Colón no cruzó el istmo y no podía hacerlo ya que sus viajes eran puramente exploratorios y apenas contaba con un puñado de marineros que difícilmente hubieran podido atravesar con éxito la serranía que se interpone entre Bocas del Toro y el Pacífico'.
Cuenta Castillero que para entonces Colón había caído en el descrédito. Y no se sabe si lo que dijo sobre el istmo fue desechado por la Corona o si, por el contrario, se le tomó en cuenta para que muy poco después se organizaran tres expediciones con el objeto de confirmar la existencia del pasaje'.
Esas tres expediciones tendrían, cada una por su lado, resultados muy dispares.
La de Diego de Nicuesa ‘acabó en tragedia'. Ojeda, entre tanto, ‘acosado por los indígenas de Urabá, abandona su gobernación y es reemplazado por Martín Fernández de Enciso, que a su vez es suplantado mediante una astuta treta legalista por un espadachín carismático llamado Vasco Núñez de Balboa. De esta manera, es a Balboa al que le toca cruzar el famoso Istmo de Panamá a partir de Acla y descubrir el Pacífico en septiembre de 1513', afirma.
Castillero ha aclarado así una de las claves de mi propio malestar.
‘Se comprobaba así', agrega, ‘la sospecha de Cristóbal Colón de que el paso se encontraba en Panamá. Este descubrimiento era la culminación de un largo proceso que se inicia en 1492 y que había tardado en coronarse luego de 21 años de búsqueda. En ese momento, no había otro objetivo más importante para la Corona en el nuevo mundo que encontrar un pasaje para llegar a la otra mar y catapultar desde sus orillas la ofensiva hacia Oriente, llegar a Catay y Cipango, a las islas de la especiería y apropiarse de sus riquezas'.
Al otro lado del Atlántico, pese al entusiasmo inicial, había decepción.
‘El nuevo mundo no era lo que se esperaba encontrar, era preciso acortar el paso. Por eso no puede exagerarse la conmoción que produjo en España la noticia del descubrimiento del Pacífico y que este acontecimiento sea celebrado por la historiografía como uno de los momentos estelares de la humanidad', resalta Castillero.
‘Con este descubrimiento se cerraba una página y se abría otra nueva. Llena de expectativas. Un nuevo océano quedaba inscrito en la geografía y el istmo panameño revelaba su dimensión y potencialidades a escala mundial', asegura.