Coaching: Decodificador de la Autoorganización

Actualizado
  • 27/08/2023 00:00
Creado
  • 27/08/2023 00:00
El coaching se convierte en un catalizador que, de forma solicitada e intencionada, perturba y desafía la estructura actual del sistema, llevándolo a un estado de desequilibrio
Coaching: Decodificador de la Autoorganización

En un mundo en el cual el cambio es la única constante, las organizaciones buscan cada vez más adaptarse, aprender y evolucionar para mantenerse relevantes y exitosas. Es en este contexto en que la teoría del biólogo Humberto Maturana sobre autoorganización y el valor del coaching como catalizador de este proceso toma un significado profundo.

Según Maturana, la autoorganización es un proceso intrínseco de los sistemas vivientes que permite una adaptación y acoplamiento continuo en respuesta al entorno. Esta capacidad de autoorganización surge de nuestra habilidad autorreferencial, es decir, la habilidad de observarnos y adaptarnos basándonos en nuestras propias estructuras y experiencias.

Pero, ¿qué rol juega el coaching en todo esto? Si consideramos la organización o el individuo como un sistema viviente, el coaching se convierte en ese catalizador que, de forma solicitada e intencionada, perturba y desafía la estructura actual del sistema, llevándolo a un estado de desequilibrio. Es precisamente en este desequilibrio o crisis donde ocurre la magia: se visibilizan distinciones que, a corto, mediano o largo plazo, benefician la adaptabilidad y la resiliencia del sistema por medio de acciones concretas para su gestión.

Foerster lo describe elegantemente al referirse al “orden del ruido”. En lugar de percibir el ruido o las perturbaciones como algo negativo, este principio sugiere que ciertas perturbaciones, cuando se integran en la estructura de un sistema, pueden llevar a un mayor orden y adaptabilidad. Es como si, paradójicamente, necesitáramos del desorden para encontrar un nuevo orden, siendo una noción que recuerda al kintsugi japonés, donde se valora la belleza en la imperfección y en la reconstrucción.

El coaching profesional, con sus preguntas provocadoras, desafiantes y espacios generativos, ayuda a visibilizar ese “ruido” necesario en la organización o en el individuo. Así, lo que podría percibirse inicialmente como una crisis se convierte en una oportunidad de crecimiento y evolución. Estos momentos, son los verdaderos catalizadores de cambios estructurales. A través de la lente de Maturana, estos desequilibrios no son nocivos, sino por el contrario oportunidades para la inspección y adaptación.

En este escenario, el coaching no es únicamente una herramienta para mejorar habilidades individuales. Se puede convertir en una estrategia para reforzar la capacidad autorreferencial de una organización, es decir, fortalecer su habilidad para autoevaluarse, adaptarse y evolucionar de acuerdo con sus objetivos y desafíos internos. Permite a las empresas y equipos reconocer sus fortalezas y debilidades, adaptarse a los cambios y, lo más importante, incorporar esos 'ruidos' para fortalecer su estructura y visión.

Al desarrollar el coaching como una capacidad organizacional, las empresas están creando un tránsito evolutivo hacia habilidades cognitivas más altas, por medio de la inteligencia colectiva. Este avance estratégico no solo potencia la toma de decisiones informadas y la resolución de problemas complejos, sino que también cultiva una cultura de colaboración y responsabilidad compartida. De esta manera, la organización se posiciona para ser más innovadora y competitiva en un entorno empresarial cada vez más exigente y cambiante. El coaching, por lo tanto, no solo facilita este proceso, sino que lo cataliza, asegurando que las organizaciones no solo sobrevivan, sino que prosperen.

El orden y el desorden parecen entrelazarse en un baile eterno, donde las organizaciones necesitan herramientas para no sólo mantener el paso, sino liderar la cadencia que impone el ritmo de lo que no controlan.

El coaching, con su capacidad para reforzar la autoreferencia y potenciar la adaptabilidad, se erige como una decisión estratégica para las organizaciones del futuro. Las crisis y desafíos no desaparecerán, pero las empresas pueden aprender a verlos no como obstáculos sino como escaleras hacia un nivel superior de entrega de valor y creación de nuevos modelos de negocio.

El autor es Enterprise Agile Coach, especialista en Coaching ejecutivo y de equipos. Es miembro de ICF Capítulo Panamá.

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