Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 30/01/2022 00:00
- 30/01/2022 00:00
Hace algunos días participé de un cine foro en el cual se analizó la película “Confirmación”. La misma refiere la historia de una mujer afroamericana llamada Anita Hill, a inicios de la década de los noventa en los Estados Unidos. Ésta, luego de conocer que estaban promoviendo como nuevo miembro del Tribunal Supremo a un ex jefe, declara públicamente que había sido acosada sexualmente por él durante el periodo en que fue su colaboradora.
Quienes tenían el poder para decidir si se habían configurado estos actos de violencia sexual (en su mayoría hombres), consideraban que lo que ella describía no tenía una finalidad sexual porque él (su agresor) nunca le pidió a ella que saliera o tuviera relaciones sexuales con él. Por ello, desde que se dieron a conocer sus declaraciones, estos hombres la cuestionaron duramente y de forma pública.
Fueron muchas las críticas a la víctima por no haber denunciado estas situaciones en el momento en que ocurrieron. Anita Hill, abogada y profesora de una universidad, guardó silencio por muchos años, pero cuando la llamaron para pedir referencias del juez, por haber sido su jefe, decidió no quedarse callada, considerando que una persona agresora sexual como él, no debería ocupar una posición dentro del engranaje de la justicia.
Refirió diversas situaciones de acoso, que estoy segura que le costó narrar por lo incómodas que fueron. Por ejemplo, la descripción de películas pornográficas comentadas por quien en ese momento era su jefe, hecho sucedido en su entorno laboral. A pesar de haber dado su testimonio a la luz pública, el juez fue confirmado en el Tribunal Supremo.
La académica Anita Hill se propone acabar con una cultura del silencio ante los casos de acoso sexual laboral y realiza esfuerzos desde una comisión en la que se inicia un proceso sin precedentes para lograr un cambio en la cultura, promoviendo la adopción de mejores prácticas hacia el trato a las mujeres en las áreas laborales; planteando una propuesta de cero tolerancia a la violencia de género y al acoso sexual laboral; y exigiendo formas de respeto a la integridad y a la dignidad humana.
Este fue el inicio de todo un levantamiento en el contexto en el que muchas mujeres no solo en Estados Unidos, sino a nivel mundial, han sido víctimas de múltiples actos de acoso sexual laboral. Muchas de ellas han callado, porque dependen de sus empleos para poder subsistir. Otras han accedido a las pretensiones machistas de sus jefes para que las tomen en cuenta al momento de las promociones, ascensos o distinciones en el área laboral.
En Panamá se han venido dando algunos avances en cuanto al reconocimiento y atención de la violencia sexual laboral. Uno de los compromisos pendientes es la adopción de los protocolos de prevención, atención y seguimiento de los casos de acoso sexual en el ámbito laboral. Estos deben establecer mecanismos claros para las denuncias, asegurando que la víctima reciba toda la atención y protección que requiera luego de dar ese paso, ya que el miedo a desmejoras laborales o el despido, son algunos de los motivos que impiden que éstas presenten la denuncia. Se debe tomar en consideración que algunos de los agresores en los entornos laborales son los dueños, directivos o jefes de las empresas, instituciones o corporaciones.
Es importante que dentro de los protocolos de actuación, se incluyan las medidas de seguridad o protección a las víctimas, cumpliendo así los principios básicos en toda investigación y garantizando a la víctima la completa confidencialidad. Los protocolos deben aplicarse una vez se denuncien los hechos, para salvaguardar la integridad y dignidad de la víctima y su puesto de trabajo. Como sabemos, el extremo de toda violencia contra la mujer es el femicidio, por lo que se deben tomar todas las medidas que sean necesarias para proteger su vida y así evitar que su agresor pueda interactuar, ya sea directa o indirectamente, con ésta.
El acoso sexual laboral puede ser ocasionado tanto por un superior como por una persona de la misma jerarquía o de inferior perfil que la víctima. Este tipo de violencia es violencia de género y sigue ocurriendo, porque el sistema patriarcal mantiene una estructura en donde las mujeres siguen siendo discriminadas y en el ámbito laboral se mantienen las brechas de desigualdad entre hombres y mujeres, razón por la que muchas mujeres a pesar de contar con mayor preparación profesional que hombres, no llegan a ocupar cargos directivos o de toma de decisiones.