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Menos candidaturas y más acción
- 04/03/2023 00:00
- 04/03/2023 00:00
Las elecciones generales de 2009 ya han comenzado a interesar a todos los partidos políticos. Lo que acontece no solo es prematuro, sino absolutamente perjudicial para el desarrollo normal de la vida nacional. Agitar el debate político en torno a candidaturas cuando nos separa más de año y medio del día del escrutinio es invitar a vivir un costoso y largo proceso electoral, con sus desgastes y quemaduras de las figuras protagónicas.
En esta aventura tan precipitada, todos están embarcados: el gobierno, la oposición, los medios, y esa fábrica moderna de candidaturas que recibe el nombre de encuestas. El gobierno manifiesta sus propósitos electorales con una abrumadora y ya cansona propaganda que culmina con el eslogan “¡Martín Torrijos, presidente!”. Está tan personalizada la campaña, que un buen entendedor puede pensar que se viene armando sicológicamente una reelección. La oposición, a su vez, sigue líneas de reacomodo y la mayor gloria de dichos partidos no radica en una política de confrontación con el gobierno, sino en la canibalesca misión de sustraer para su centro de acopio a la membresía de otros partidos de la oposición. Cambio Democrático, por ejemplo, se siente feliz cuando logra que 50 molirenos tránsfugas ingresen a sus toldas o Unión Patriótica bate palmas cuando altos dirigentes de otros partidos pegan el brinco para sus trincheras. Ninguno celebra el ingreso de miembros del PRD a algún partido de la oposición. Esa que debe ser la hazaña del mejor proselitismo no es parte de los objetivos del crecimiento partidarista opositor. Las encuestas, igualmente no cesan, por supuesto, en su misión de inflar y desinflar, y de acondicionar en estancos ficticios las preferencias de los encuestados. Tengo la certeza que la pregunta encuestadora no está dirigida en blanco al encuestado, sino debidamente rellena de nombres específicos. No se pregunta, ¿quién es su candidato preferido? Sino, ¿a quién prefiere, a Chucho, a Jacinto o a José? De modo que el círculo cerrado de la pregunta va acondicionando –engordando egos– el cuadro electoral posible.
En esta materia de fijar anticipadamente las precandidaturas, muchas veces se lleva el propósito malévolo de quemar aspiraciones. En el año de 1936, luego de barajarse muchos nombres, de pronto, a última hora surgió la candidatura triunfal de Juan Demóstenes Arosemena. Muchas figuras quedaron anticipadamente derrumbadas. En el año de 1964, tras un largo proceso de pre-postulaciones, de riñas internas entre probables postulados, también a última hora, sin estar en la disputa, como gallo “tapao”, se encumbró la candidatura de Marco A. Robles. Igualmente, en el 68 ocurrió lo inaudito. Se deshojaron todas las margaritas, se hablaba de las diversas preferencias íntimas del presidente Robles y al final cuajó la candidatura de David Samudio, quien, precisamente era objetado en los pasos iniciales y también posteriores por varias figuras conspicuas de su partido.
En las elecciones de 1989 la candidatura de Guillermo Endara no fue fraguada largamente. En el ruedo sonaban muchos nombres y muchos precandidatos tenían los sótanos de su partido hasta el tope de propaganda presidencial. El día que los dirigentes del partido Acción Popular, extinguido por el fraude del 84, le ofreció su respaldo y lo incitaban a la aceptación de la candidatura, encontraron a un Endara tímido, perplejo, indeciso y hasta indiferente ante el honroso cargo. Así era su personalidad de aquella época. Era apacible, como un monje, risueño y de maneras muy suaves. Era más dado al encantamiento de su sonrisa, siempre a la orilla de la carcajada, que a la ferocidad del verbo. Su candidatura no salió de los hornos de las encuestas y al final, solo al final, emergió su nombre, también victorioso.
Fue Marco A. Robles el que gráficamente definió los arrebatos en la etapa de las precandidaturas. 'Lleve usted a un patio', decía, 'a varios gallos finos y suéltelos en pelea. Existe uno, el más fino, que se aparta discretamente de la lidia, apenas tira uno que otro revuelo y se satisface con observar. Cuando ya los desesperados se encuentran agotados por las espuelas venenosas de sus obcecados adversarios, el fino entra en escena y clava sus puñales mortales con orgulloso aire triunfal'.
Las observaciones de Robles a lo mejor son hijas de la fantasía, pero resumen una lección de prudencia y de espera, sobre todo porque en política “no siempre al que madruga, Dios lo ayuda”.
Los opositores de tanto revolotear en torno a las luces del poder perdieron la vitalidad para lo cotidiano. Perdieron el rumbo de toda oposición efectiva. En España, por ejemplo, la oposición del Partido Popular es tan vehemente, frenética y despiadada que el gobierno es acosado por todos sus costados. Tan solo que el gobierno tiene un presidente tan flemático que la oposición produce la impresión que entró en la esfera de la desesperación en la lucha por el poder. No quiero en Panamá una oposición obcecada. Pero menos la quiero tímida y deficiente. En vez de dedicarse a fraguar candidaturas, debe consagrarse afanosamente a divulgar las diferencias que tiene con el gobierno. ¿Qué se ofrece a cambio de lo que da u ofrece el gobierno? Esa es la cuestión. Mientras ello no ocurra llegaremos a 2009 con un pueblo que, por no conocer las diferencias, piensa que gobierno y oposición se arropan con la misma manta o son los mismos.
En esta hora el pueblo reclama, tanto al gobierno como a la oposición, menos candidaturas y más acciones creadoras, cada cual en el mundo de sus obligaciones.