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Antropología, prejuicios y enfermedad. Sobre la decisión del Congreso General Guna de la Cultura en Guna Yala
- 06/12/2020 00:00
- 06/12/2020 00:00
Era de esperar la ola de opiniones sobre la medida del CGG de la Cultura de eliminar la Cuarentena y de prohibir el uso de la mascarilla. Por lo general los gunas tienen una ambivalente imagen en la comunidad nacional, dependiendo de qué otros grupos étnicos estamos hablando. Pero en su mayoría, como contra todos los indígenas que habitan el país, en general, los prejuicios afloran, la mayoría negativos, que implican actitudes igualmente etnocéntricas. Cuando decimos etnocéntricas es que juzgamos a los otros pueblos con el filtro de nuestra mirada cultural… Digo esto porque por otra parte también tenemos prejuicios positivos hacia otros pueblos, como hacia los norteamericanos o los europeos, que consideramos (en el marco de nuestro sentimiento histórico de inferioridad), superiores. Pero en lo que algunos llamaron la cadena del picoteo, nos sentimos con derecho a criticar a los indígenas y otro grupos que consideramos extraños, aunque vivan al lado nuestro.
Cuando alguien me preguntó qué te parece? Mi respuesta fue esta: “Me parece una reacción lógica frente al dilema de la confianza entre la medicina tradicional y la medicina moderna la cual no ha encontrado una solución... el problema es que al eliminarse los comité no tendremos claridad en la información de lo que pueda ocurrir ahora en adelante en la región de Guna Yala, pero entiendo que parece que excedieron su límite de autoridad frente a las autoridades tradicionales. Lo que dicen los sahilas del Congreso de la Cultura es que ellos tienen la autoridad... y están asumiendo sus riesgos, pero como toda comunidad económica, también se han visto afectados por la crisis económica, especialmente la llegada de turistas, y el flujo de ingresos por otras fuentes”...
Ciertamente la estupidez humana está bien distribuida en todas las sociedades, como lo están los prejuicios, prejuicios que han costado a la humanidad hecatombes como las guerras mundiales con sus más de setenta millones de víctimas, o los veinte millones de la gripe asiática o lo que pueda a llegar significar el Covid, y lo que haya costado la peste bubónica en la Europa Medioeval.
Los prejuicios son el lado oscuro de nuestra inteligencia, digo de la humanidad, pues lo que ha prevalecido hasta ahora es la lógica del poder, en cualquier sociedad, en cualquier grupo humano. Pero en estos tiempos de supuesta democratización de la información científica como de la información de lo que somos como sociedad, gracias a la miríada de investigaciones sobre las sociedades, deberíamos tener un tono más sosegado y pretendidamente analítico sobre la conducta de los otros. El por qué no lo tenemos es también uno de los problemas de nuestros tiempos, cuando lo que vemos es la ignorancia también distribuida democráticamente.
Cuando digo ignorancia, no es la posesión de conocimientos sino el haber desarrollado la sabiduría necesaria para enfrentar la realidad que estamos viviendo sin el filtro de nuestro egocentrismo y el etnocentrismo. Nuestra educación ha sido fuente de prejuicios porque ha estado enmarcada en el modelo del Estado Nación que ignoró los derechos de los otros. En esa matriz es que juzgamos a sociedades como los grupos indígenas y los afrodescendientes y todos los grupos que no son como nosotros.
Hace muchos años un antropólogo norteamericano escribió un libro denominado Antropología, espejo para los seres humanos (en inglés era “Mirror for men”), con lo cual quería decir que el estudio de otras sociedades nos permitía mirarnos en el espejo de los otros y darnos cuenta que nuestra conducta estereotipada no era la única ni la más certera, y que el conocer a los otros nos permitía conocernos a nosotros mismos, siguiendo la máxima socrática. Otro antropólogo, Ralph Linton, escribió un libro en el que destacaba cómo la cultura norteamericana estaba hecha de la miríada de aportes de otras culturas, sin que nos diéramos cuenta… Su objetivo era generar otra forma de ver a las demás sociedades para la comprensión. Esto, como vemos ahora en los Estados Unidos, pero también aquí en Panamá, no se ha logrado, pues las crisis que sufrimos todos los días han borrado cualquier experiencia intercultural y nos coloca en posición de opinólogos prejuiciados con derecho.
Desde los años setenta los guna, con un sentido de práxis política, dividieron el congreso general en dos instituciones: el Congreso de la Cultura y el Congreso Administrativo. El primero antecede al segundo en fases seguidas. En su seno se escogen los Sahila Dumagan (o tres Caciques Generales) que funcionarán en el Congreso Administrativo. Este actúa como institución que funciona como intermediario con el día a día de la vida doméstica y política de la región y en el diálogo con el Estado.
Desde el punto de vista político y moral, el Congreso General de la Cultura tiene mayor peso. En la práctica el administrativo ha adquirido el poder.
Según información no confirmada, el Congreso General Administrativo de Guna Yala descalificó la decisión del Congreso General de la Cultura. Según la fuente, los voceros del CGAdm de GY, declararon que el CGadm está por encima del Congreso de la cultura y desconoció su decisión. Este planteamiento me ha parecido extraño pues es la primera vez que frente a la opinión pública del país (con todo y sus prejuicios), el Congreso Administrativo reaccionó de manera igualmente emotiva descalificando la institución que hasta entonces se ha considerado como la base moral de la primera. No estoy en principio a favor de la decisión del congreso de la cultura, pero hasta donde sé, estas instituciones funcionaban como una sola de manera complementaria en la sociopolítica guna. Su descalificación me parece un error interno que al parecer sugiere un conflicto de intereses que puede afectar el futuro de ambas instituciones.
Hay razones obvias frente al covid. En su estilo basado en la tradición, a falta de mejores respuestas, los guna han reaccionado enfatizando sus prácticas tradicionales, las cuales también proveen seguridad emocional. Aunque su espíritu de consenso parece haberse desgarrado hoy, en su práctica política tradicional creo que también hay espacios para los ajustes necesarios.
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