La antigua Zona del Canal como una región de frontera

Actualizado
  • 18/12/2021 00:00
Creado
  • 18/12/2021 00:00
En la actualidad, esta región de frontera de la antigua Zona del Canal mantiene el estigma heredado de sus antiguos ocupantes entre la Panamá abandonada, precaria y pobre, y un espacio afluente y no integrado al resto de la ciudad. Un testimonio físico de los conflictos sin resolver en nuestra historia
Vista de la ciudad de Panamá en la década de 1950. En la imagen los barrios de Calidonia, Santa Ana, del lado panameño, y el barrio de Balboa en la antigua Zona del Canal. Sería esta una de las áreas de mayor contacto entre las dos sociedades que dividían el límite impuesto por los estadounidenses con el tratado de 1903.

A días de cumplirse otro aniversario de la invasión a Panamá el 20 de diciembre de 1989, cabe la reflexión sobre la historia de esa 'quinta frontera' que representó la Zona del Canal, y las dinámicas que de esta relación surgieron. Tal como señala Patricia Pizzurno en su artículo, 'Zona de contacto, espacio intervenido en Panamá' (2011), “desde la ciudad, las representaciones de la Zona del Canal proponían un paraíso terrenal a pocos metros de distancia. Los panameños soñaban con vivir y trabajar allí, comprar en los comisariatos y tener una novia gringa. Las narrativas presentaban una Zona blanca, limpia, ordenada, eficiente, llena de palmeras por contraposición a la ciudad de Panamá: negra, sucia, caótica, ineficiente, donde predominaban los palos de mango”.

¿Cómo se comprende el retrato de estas dos ciudades una justo al lado de la otra? Michael Donoghue, en su libro, Border on the Isthmus: race, culture and the struggle for the Canal Zone, (2014), aborda este tema desde la óptica de 'una zona de frontera', entendida esta como una zona inmediatamente adyacente a una frontera, un área porosa y abierta a una variedad de intercambios sociales, culturales y económicos.

Desde este enfoque Donoghue señala que, “dentro del contexto latinoamericano, la Zona se erigió como el símbolo máximo de la hegemonía y el racismo yanqui hacia los negros y los latinos. Con una población de más de 50 mil administradores, técnicos, trabajadores del canal, soldados y sus dependientes, más 9 mil trabajadores que vivían del otro lado de la línea, el enclave constituyó una de las comunidades de ultramar más grandes de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial hasta 1979”.

Según Donoghue, “a primera vista, en 1940, la Zona parecía monolítica e invulnerable. Pero como tantas colonias europeas en África y Asia, la Zona comprendía una masa de contradicciones y complejidades, una 'casa dividida contra sí misma'. Sus fisuras internas ayudan a explicar su desaparición en la era de la posguerra, cuando las presiones externas panameñas, los cambios sociopolíticos en la metrópoli estadounidense y las quejas internas que emanan de la propia Zona se fusionaron para deslegitimar el enclave”.

De acuerdo con Michael Donoghue, durante la primera mitad del siglo XX la Zona del Canal de Panamá fue posiblemente la posesión de ultramar más importante de Estados Unidos.

Un episodio que da luces sobre la relación entre la antigua Zona del Canal y la ciudad de Panamá fue el período de la Segunda Guerra Mundial cuando, se popularizó por “sus famosas marinadas cuando miles de marineros, infantes de marina y soldados estadounidenses inundaron las calles de la capital y Colón. Los soldados borrachos atacaban habitualmente a taxistas, policías, cantineros, meseras e incluso a compradores panameños comunes”.

Esta actividad comercial para el año 1945 representó más de $6 millones “en prostitución y vicio”, $4 millones más que la ayuda exterior brindada por el Gobierno estadounidense en Panamá ese mismo año. Para 1951 se estimaba que en toda la ciudad de Panamá había más de 250 burdeles, entre los que se encontraban famosos sitios como, “la Gruta Azul, el Villa Amor, el Ancon Inn, el Golden Key, el Café Tropical, el Café Fenix y La Gloria”, ubicados en poblados como “Chilibre, El Coco, Capira, Cativá, Río Abajo y La Chorrera”.

Pizzurno, por su parte, nos enfatiza esa visión que sobre Panamá tenían los oficiales estadounidenses, al señalar que, “la “división muy clara” entre ambos universos era fomentada por las autoridades zoneítas muy conscientes del servicio que prestaban las ciudades de Panamá y Colón “como una válvula de escape, donde el hombre podía dejar escapar vapor (...)que puede causar una explosión en una sociedad sin ventilación” como la de la Zona”.

Con el fin de la guerra, se da una reducción significativa del pie de fuerza militar acantonado en Panamá. Esta reducción estuvo acompañada del desmantelamiento del aparato administrativo en la Zona del Canal de la posguerra.

El área de contacto entre la antigua Zona y la ciudad de Panamá se caracterizó por mostrar los conflictos de 'una región de frontera', entendida esta como una zona inmediatamente adyacente a una frontera, un área porosa y abierta a una variedad de intercambios sociales, culturales y económicos.

A partir de 1951, “solo los peajes del Canal financiarían la operación del enclave, sin subsidios del Congreso. Las restricciones fiscales obligaron a recortar la fuerza laboral tanto estadounidense como panameña. Los empleados civiles estadounidenses, los llamados 'zonians', cayeron de un máximo de la Segunda Guerra Mundial de 8,550 a 3,327 en 1979, el último año de la Zona del Canal”.

El paisaje de esta zona de frontera –entre la antigua Zona y la ciudad de Panamá–, para la década de 1970, es descrito por Donoghue, en su libro de la siguiente manera, “viajando a lo largo de este límite desde el puente, se ve a la izquierda la reserva militar de Quarry Heights, sede del Comando Sur de EE.UU., Ancón propiamente dicho, con su palacio de justicia, iglesia, escuela y residencias privadas; el Triángulo de Shaler y la casa de huéspedes de Tívoli; y finalmente la lavandería Ancón y el Pequeño Teatro, con la estación de ferrocarril enfrente. A la derecha se desplomaba El Chorrillo, un extenso gueto panameño donde los edificios de madera rematados con techos de hojalata oxidada dejaban caer agua sobre callejones llenos de basura; el Instituto Nacional, semillero del nacionalismo panameño; una franja de modernas tiendas que atendían a la clientela de la Zona; el edificio Pan American Airways; el Palacio Legislativo de Panamá; la barriada de San Miguel; y finalmente el tramo comercial de la avenida Nacional. En el centro de este arco se encontraba la intersección de la avenida 4 de julio con la calle J, un punto de cruce clave para la frontera Zona-Panamá”.

Existieron tres dinámicas que se conjugaron para que poco a poco esta situación de la 'región de frontera' que imponía la existencia de la zona –con sus burdeles y antros– desapareciera. Por un lado, el surgimiento de un sentimiento nacionalista y anticolonial en las clases medias e intelectuales en el istmo, la reducción del personal tanto militar como civil estadounidense en la Zona del Canal, y, por último, las negociaciones que llevaron a la firma de los tratados Torrijos- Carter en 1979.

La invasión a Panamá remató la desaparición física y social de parte de esta 'región de frontera', la cual había subsistido al pasar de brindar servicios a los soldados estadounidenses, a gravitar alrededor del 'Cuartel Central' y del poder político y económico obtenido por los militares panameños a partir de la década de 1970.

En la actualidad, esta región de frontera de la antigua Zona del Canal mantiene el estigma heredado de sus antiguos ocupantes entre la Panamá abandonada, precaria y pobre, y un espacio afluente y no integrado al resto de la ciudad. Un testimonio físico de los conflictos sin resolver en nuestra historia.

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