Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
La provincia de Colón es noble y trabajadora, y le ha dado al país sus mejores hijos. Desde Pedro Prestán, antes de que fuéramos república en el siglo XIX, a los patriotas del 5 de noviembre de 1903 y los mártires del 9 de enero de 1964, tres de ellos colonenses. Una región con una vasta diversidad ecológica, poseedora de un patrimonio cultural único en el país y con rol clave en el funcionamiento del Canal. En términos económicos, aporta cerca del 18 % del PIB nacional, pero recibe mucho menos de eso en los presupuestos del Estado. Esos méritos deberían convertir a Colón en puntera del desarrollo social del país, pero es todo lo contrario. Se encuentra entre las provincias con más registro de delincuencia y entre las tres regiones con más desempleo, con graves problemas de basura y movilidad urbana. No hay justificación alguna para que la riqueza que genera no retorne en forma de políticas educativas, sociales y de seguridad. La actual situación de Colón, agravada por la mala gestión de algunas autoridades locales y la dañina cultura política clientelar, es una vergüenza. Las cosas no van a cambiar solamente con inversión paternalista; debe ser un trabajo integral junto con todos los actores de la provincia, donde la gente tenga una participación real en la toma de decisiones y ejecución de proyectos. Saldemos esa deuda pendiente con el heroico pueblo colonense.