El cambio de perspectiva negativa del riesgo país, por parte de la agencia calificadora Moody’s Ratings, advierte la posibilidad de que Panamá pierda en un futuro próximo el grado de inversión. Un escenario al que no queremos llegar, aunque los tiempos políticos y las tensiones sociales heredadas parecen empujarnos a ello. El deterioro fiscal y el destino de la Caja de Seguro Social (CSS), son dos problemas que impactan directamente en cómo los mercados financieros miran al país y su estabilidad. Aun cuando hay acuerdo en que la CSS requiere atención urgente, esa premura no debe ser excusa para imponer reformas sin un consenso que garantice la paz social. El “miedo” a las calificadoras tampoco es un pretexto para precipitar los debates necesarios sobre la seguridad social. Somos una nación históricamente abierta a los capitales financieros, pero estos últimos no tienen por qué definir la suerte del país. Somos un Estado soberano, la única presión que nos debe guiar es la de la ciudadanía, que espera respuestas.

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