La implementación de la descentralización abrió en su momento un abanico de oportunidades para el desarrollo de los gobiernos locales. A diferencia de otros países de la región, Panamá presenta serios retrasos en el ejercicio de las competencias de los municipios y las juntas comunales. Problemas de infraestructura, sanidad pública o participación ciudadana, que podrían resolverse a través de las instituciones locales, terminan centralizadas por el Ejecutivo. Ese hipercentralismo burocrático del poder ha retardado el avance de las autonomías locales. Aunado, además, a la cultura politiquera y clientelista, que mostró su peor rostro con la descentralización paralela. La discusión sobre el presupuesto del Municipio de Panamá y las dudas sobre la distribución de dichos fondos con motivos políticos tras “negociaciones” en “cuartitos”, resta fuerza a la idea de que el país puede tener gobiernos locales fuertes y transparentes. El desarrollo de los gobiernos locales tiene que estar acompañado de rendición de cuentas, el gran faltante del proceso descentralización.

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