El 70% de la población adulta en Panamá tiene obesidad o sobrepeso. Cada dato nuevo confirma que esta realidad se está convirtiendo en una amenaza a la sociedad con efectos devastadores. Es necesario reconocer que la obesidad tiene un origen complejo y multicausal, y aunque toca a todas las capas de la población, tiene mayor incidencia, precisamente, en las más desfavorecidas. La pobreza y la desigualdad hacen que la alimentación sea insuficiente, pieza clave en este contexto, porque lo que más preocupa es que afecta directamente a la infancia. Lamentablemente, es más barato comprar comida basura que alimentos frescos saludables. Es más económico comer grandes cantidades de arroz, por poner un ejemplo, que carne, pollo u otras proteínas con vegetales. Como ya lo hemos dicho en este diario: centrar los esfuerzos de prevención es importante, pero no es suficiente. Es preciso poner el foco en las estrategias gubernamentales que logren que cada individuo pueda acceder a una buena nutrición balanceada. Cuando está en juego la salud, las demás prioridades han de pasar a segundo plano. Perpetuar la obesidad es atraso, deterioro y muerte.

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