Al director de la Caja de Seguro Social (CSS) le han pasado una mala jugada. Todo un experto en asuntos actuariales y con vasta experiencia en finanzas y seguros, y ahora el debate dentro de la Comisión de Salud en la Asamblea Nacional sobre las reformas a la CSS toman un giro abrupto, de lo técnico a lo politiquero. Y, aprovechando el caldero de la discusión, cada una de las bancadas ha hecho lo propio y ha salido a marcar territorio. Es muy desafortunado que un tema de tal envergadura para el bienestar nacional dependa ahora de lo que decidan nueve diputados en la comisión y si se logra la mayoría absoluta en el pleno. Una Asamblea que, en general, no goza de la credibilidad requerida y no tiene el millaje legislativo ni los conocimientos necesarios para el manejo del tema. Frente a lo anterior, el Ejecutivo debe replantear su estrategia y ayudar a que estos diputados aprendan la letra y espíritu de la propuesta y ayuden a destrabar la situación. Se trata, al final, de decidir por el futuro del país y de un sistema de seguridad social en el cual el gobierno, el sector patronal y los asegurados asumen juntos la responsabilidad por su vigencia. Todos esperamos que el debate en torno a la propuesta de reformas genere una discusión de altura, no una lloradera insípida sin ideas ni soluciones. Nos estamos rifando la posibilidad de lograr un modelo de seguridad social que parta de la idea de la justicia social, y en la que el Gobierno, la empresa privada y la clase política intervienen activamente para garantizar que todos los ciudadanos, especialmente los más vulnerables, puedan disfrutar de una calidad de vida digna.

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