Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
Enfrentar la incertidumbre es algo con lo que debe lidiar cualquier político que decide asumir una responsabilidad de gobierno. Un mandato sagrado dado por los ciudadanos y que entraña el compromiso ineludible de representar las aspiraciones del pueblo. Si bien la falta de certeza acompaña muchas veces el quehacer político, esta no puede ser una excusa para improvisar y, aún peor, afectar la vida de la gente, como ocurrió con el cuarto puente sobre el Canal. Una obra que nunca debió atrasarse, ni mucho menos elevar en mil millones de dólares más su costo. Ni las diferencias en el diseño, los desafíos con el financiamiento o las presiones extranjeras que metieron zancadillas por su agenda geopolítica, son pretexto suficiente para explicar la magnitud del retraso de un proyecto de interés nacional. Una “chambonada”, dicho en fino argot panameño, que podría llevarnos a inaugurar una nueva línea 3 del Metro, sin tener todavía un puente listo para que la vía férrea llegue a la Ciudad de Panamá. Todo, como resultado de la negligencia e irresponsabilidad de quienes debían custodiar los intereses de los panameños. No estamos para nuevas improvisaciones, el nuevo gobierno lo sabe y en consecuencia la gente espera que actúe. Las finanzas públicas y la paciencia del pueblo no son ilimitadas.