• 14/01/2025 16:36

Venezuela, en la encrucijada

... el 28 de julio pasado se llevó a cabo una elección presidencial y, hasta hoy, el CNE no ha presentado resultados detallados, tal y como lo dispone la Ley Orgánica de Procesos Electorales de Venezuela.

Cuando faltaban pocos días para el 10 de enero, fecha prevista para el acto de juramentación de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, con el apoyo del Instituto de Estudios Democráticos (INED) del Tribunal Electoral, el Centro de Estudios Políticos y Sociales (Cieps) organizó un acto académico “Venezuela en la encrucijada” dirigido a examinar lo que podría significar esta nueva etapa.

Como es sabido, el 28 de julio pasado se llevó a cabo una elección presidencial y, hasta hoy, el Consejo Nacional Electoral (CNE) no ha presentado resultados detallados, tal y como lo dispone la Ley Orgánica de Procesos Electorales de Venezuela. La legislación vigente señala que el ente —y así se había venido haciendo en los anteriores comicios— tiene la obligatoriedad de publicar todas las actas de escrutinio con resultados desglosados por mesa electoral, proceso conocido como de totalización, en un lapso de cuarenta y ocho (48) horas. Sin embargo, trasgrediendo la ley, el CNE procedió a declarar a Nicolás Maduro como ganador de la elección. El Centro Carter, el único organismo al cual el gobierno de Nicolás Maduro permitió la observación electoral, afirmó que este hecho —declarar un ganador sin haber presentado los resultados desglosados por mesa electoral— infringió “preceptos de la propia legislación nacional, no se adecuó a parámetros y estándares internacionales de integridad electoral y no puede ser considerada como democrática”.

Varios países del globo, entre ellos Panamá, calificaron esta elección como fraudulenta y así se juramentó a Nicolás Maduro el pasado 10 de enero, como un presidente de facto. De hecho, como hicieron notar varios observadores, el acto que ratificó a Nicolás Maduro como presidente para un tercer periodo, se hizo en un lugar distinto al históricamente señalado —un pequeño salón de la Asamblea Nacional—, no se permitió el acceso directo a la prensa y solo contó con la presencia de dos jefes de Estado, los de Cuba y Nicaragua.

Luego de estos breves párrafos de contexto, volvamos entonces a la pregunta que nos hicimos el 12 de diciembre. ¿Qué encrucijada se abre ahora para Venezuela?

La encargada de brindar un panorama retrospectivo y prospectivo en este evento fue la doctora Margarita López Maya, profesora e investigadora emérita de la Universidad Central de Venezuela, expresidenta de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA) y científica social con numerosos y rigurosos estudios sobre el proceso venezolano. En su disertación, la doctora López Maya sostuvo la idea de que lo primero que debía hacerse era caracterizar debidamente al régimen autoritario de Nicolás Maduro “porque no todos los regímenes autoritarios son similares”.

La profesora, quien además de doctora en Ciencias Políticas es historiadora, se paseó por la ya larga historia que se inició en 1998, con “la ruptura populista” de la cual emergió como presidente el teniente coronel Hugo Chávez, y calificó al régimen de Maduro como uno de “naturaleza neopatrimonial con tendencias totalitarias y sultánicas”. Con base en algunos autores clásicos de la ciencia política, como Juan Linz, la conferencista explicó que el de Maduro era “un régimen autoritario severo sustentado en la idea de que quienes gobiernan tienen el derecho de hacerlo porque son los herederos y continuadores del legado de Hugo Chávez”. Los valores que les dan el derecho de gobernar, agregó, “son la lealtad y el afecto” al padre fundador de la República Bolivariana de Venezuela, los cuales se transmiten al entorno cívico y militar al que exigen la misma lealtad para Maduro.

Entre las características de este nuevo régimen político, que en su criterio se reforzarían a partir de la juramentación del 10 de enero, se encuentran dos que resultan clave: la institucionalización del nepotismo y el clientelismo como estrategias para lograr la estabilidad política. De allí que se espera la “profundización del patrimonialismo, que consiste en la utilización de los bienes públicos como si fueran privados”, y una naturalización del nepotismo, es decir, del gobierno “de un grupo de amigos y socios leales al régimen”.

Explicó López Maya que las tendencias totalitarias y sultánicas se harán más evidentes. Es posible esperar la profundización de las estrategias de control absoluto de la población, mediante la coerción y la instalación de un aparato de propaganda muy sofisticado, así como el reforzamiento de un cuerpo militar como instrumento personal del jefe del Estado, sumado al uso de colectivos civiles armados (paramilitares) para infundir terror a la población civil. Como resumen, la académica señaló que un régimen de este tipo implica “la destrucción institucional y una total ausencia de Estado de derecho”. Se trata de un gobierno arbitrario que logra el control social actuando a sus anchas, caprichosamente, lo cual genera una alta incertidumbre en una población que no sabe a qué reglas del juego atenerse.

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