• 21/05/2024 23:00

Unidad, concertación y consenso

El diálogo constructivo es sin duda una de las principales herramientas que nos ofrece la democracia para consensuar soluciones

Nuestro nuevo presidente, cuyo mandato iniciará en menos de dos meses, continúa siendo fiel a sus expresiones durante la campaña; con palabras firmes y coherentes durante el acto de proclamación, y mediante entrevistas varias desde que resultó electo.

Ha presentado a la mayoría de su futuro gabinete, procurando escoger entre los mejores, quienes han aceptado el honor de, en palabras del presidente, servir y no servirse; y, con el plausible empoderamiento, instruyéndoles a servir no a él, sino al país. Pocos mejores - por su honestidad, trayectoria y competencia para la tarea asignada -, y solo por mencionar cinco, que Felipe Chapman en economía y finanzas, José Ramón Icaza como secretario de metas y ministro del Canal, Fernando Boyd en salud, Juan Carlos Navarro en ambiente, y Beatriz Carles en desarrollo social.

Así también, José Raúl Mulino ha dado pasos concretos para allanar el camino hacia otro de sus objetivos anunciados desde campaña: buscar la unidad, la concertación y el consenso; convocando para ello a otras fuerzas políticas, conversando con distintas bancadas en la asamblea de diputados, y extendiendo el llamado a todos los sectores del país.

Es esa la mejor forma de lograr consensos en el mejor interés del país, y construir positivamente sobre la vocación de diálogo que nos ha caracterizado. Si en ese camino se gobierna y avanza manteniendo una lucha firme contra la corrupción, con transparencia y rendición de cuentas, apostando por un sistema de meritocracia, construyendo sobre nuestras ventajas comparativas y competitivas, y contando con un sano y constructivo sistema de contrapesos sobre todo con la bancada independiente mayoritaria en la Asamblea, liderada por coalición Vamos, principal fuerza de la oposición política, entonces en efecto ¡vamos!, rumbo al primer mundo, con prosperidad extendida y paz social.

El diálogo constructivo es sin duda una de las principales herramientas que nos ofrece la democracia para consensuar soluciones a los problemas más apremiantes. En Panamá sí ha funcionado. Para muestra, siete botones de elegante camisilla: Pacto Ético Electoral, mayo de 1993; que sirvió para apoyar la institucionalidad democrática y la independencia del Tribunal Electoral; encuentros de Bambito, sobre unidad y desarrollo humano, entre 1993 y 1994, para fortalecer la confianza en el proceso democrático, y establecer una agenda de prioridades sobre temas como salud, justicia, educación, administración del Canal y áreas revertidas; encuentros Panamá 2000 (Coronado 1, 2, 3 y 4), entre 1996 y 1997, centrados en el tema del Canal y su reversión de áreas adyacentes, que resultaron en la creación de la Autoridad del Canal de Panamá y la Autoridad de la Región Interoceánica; Visión Nacional 2020, entre 1997 y 1998, a cargo de un grupo de profesionales y académicos, cubriendo los ejes de: autodeterminación, institucionalidad democrática, desarrollo económico, ética y equidad, y sostenibilidad ambiental; diálogos puntuales en materia de educación, seguridad social y reformas fiscales, entre 2001 y 2005; a iniciativa de la Apede, en 2006, la Concertación Nacional para el Desarrollo, que no se trataba ya de diseñar una visión, sino un Plan Nacional de Desarrollo; y, más recientemente, el Pacto del Bicentenario Cerrando Brechas, iniciado en noviembre de 2020 proceso de construcción de ciudadanía inédito, que contó con más de 200 participantes, más de 170 mil propuestas, casi 1,400 acuerdos regionales y unos 190 acuerdos nacionales.

La propuesta para la concertación consistió en “sentar las bases de lo que puede y debe ser un trabajo en conjunto, hacia un Plan Nacional de Desarrollo ..., pero abiertos a la participación activa de otras fuerzas vivas del país, y por supuesto del sector gobierno, que en realidad lo debe liderar ..., pero no un plan de desarrollo nacional de un gobierno, sino uno que vaya más allá del quinquenio, y que lo podamos medir y monitorear entre todos y por todos ... con miras a llevar a la nación hacia derroteros de desarrollo, bienestar para todos los panameños y panameñas, no importa su condición de origen; en donde haya oportunidades de superación, de empleo, vivienda, alimentación, sin marginalidad, sin delincuencia y sin violencia”, (EAdeO, 20 de junio de 2006).

Además de los acuerdos de la Concertación consensuados y anunciados al país el 6 de noviembre de 2007, y de su institucionalización por ley en febrero de 2008 como “instancia de consulta entre todos los sectores de la sociedad panameña”, para “servir como espacio de diálogo y concertación entre todos los sectores de la sociedad panameña”, la misma ha tenido logros importantes, como la ley de responsabilidad social fiscal, ley de descentralización de la administración pública, propuesta de reformas a la Constitución, el plan estratégico nacional 2030, entre otros.

Los altibajos que ha tenido la Concertación a lo largo de su existencia se han debido, entre otros factores: A la falta de voluntad política en ciertos momentos, afán de protagonismo y resistencia al consenso por parte de algunos actores, y a una legislación que debe ser revisada para asegurar una real representatividad de los distintos sectores. Pienso que, así como vamos de frente hacia la tormenta perfecta debido a los problemas que enfrenta la nación, así también se presenta una gran oportunidad para, con el debido liderazgo y correlación de fuerzas, capear el temporal valiéndonos del diálogo constructivo, mismo que habrá de marcar la diferencia entre el statu quo y la realización de un sueño.

El autor es presidente de la Redlad
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