Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 20/02/2023 00:00
El Trump panameño
Nuestro país no sale del desconcierto, amanecemos todos los días con un noticia sobre este personaje de la vereda tropical, que está siendo investigado en tres países distintos.
El pseudolíder tropical trata de negar los hechos, a través de sus acólitos; pero sale en todos los periódicos del mundo; En Estados Unidos es señalado dentro de un entramado de corrupción por sus pequeños retoños; en España tiene dos casos de corrupción y seguimiento a una novia, en Italia por corrupción; pero los periódicos más prestigiosos del mundo mienten según él y su más fieles defensores, todo es producto de la imaginación de alguien; es el argumento de Él sin presentar una prueba que demuestre su inocencia.
Este pseudolíder representa en Panamá una tendencia mundial, encabezada por Donald Trump y Bolsonaro, entre muchos otros, que tratan de convertir sus mentiras en verdades, generando un liderazgo de corte autoritarismo.
Este autoritarismo, apoyado por artistas, comunicadores sociales, abogados y médicos, entre otros, manipula el descontento social, canaliza una visión del país con un futuro precario y genera una guerra con el resto de los ciudadanos que piensan distinto a ellos, para sacar cualquier vestigio de institucionalidad que pueda quedar en el país.
El apoyo de sus abogados, comunicadores, entienden que su papel es defender a sus líderes, aunque sean deshonestos, por más que socaven las instituciones democráticas, y jueguen con la justicia, como si fuera una novia complaciente a los deseos del señor feudal.
Este pseudolíder no propugna por ideología, vive de conspiración, vive de crear “fake news”, se proyecta como una blanca paloma; pero detrás esconde los más tristes secretos de la construcción de una identidad de nobleza que se ve retratada por la cruel ambición.
Nos vende una ilusión que a su regreso al poder todo será mejor, porque pondrá billete en tu bolsillo, pero desconoce que no tendrá los casi once mil millones de su primer Gobierno ni tampoco tendrá la capacidad de endeudamiento ni la credibilidad política que tenía en el pasado reciente; porque, ante los ojos de un mundo interconectado, él no es un socio preferente para ningún organismo o Gobierno que le huyen a la palabra corrupción.
Su sueño es ser el Lula panameño, pero no se ha percatado de que Lula es otra estirpe, otra calidad de dirigente; Lula es un dirigente pobre que ha escalado por su pensamiento crítico, y con sus posturas verticales, el pseudolíder tropical no se eleva en el debate latinoamericano, a diferencia de Lula, que asume su condena, va a la cárcel, propuso sus recursos legales y acepta el mandato de la justicia, siendo reivindicado por el sistema de justicia de su país.
Se hace necesario que las fuerzas democráticas construyan una visión distinta, con alianzas participativas y amplias que nos permitan construir un nuevo país, en una nueva era mundial pos-COVID. El país no se merece que el coloso del norte arregle la vereda tropical, merece que el liderazgo social y colectivo se empine para construir un país donde todos seamos parte.