• 25/11/2023 00:00

La tragicomedia humana

Varios fenómenos sociopolíticos, ya a finales del siglo pasado y el actual desfilaron ante nuestros ojos

Me resistía a escribir un artículo que pudiera interpretarse como una manera elegante de eludir compromisos o presentarse con tintes demagógicos y sensacionalistas, lo menos posible ofender a algún sector de la sociedad, pues siendo ciudadano estaba sumergido en la convulsión, pero observé atentamente durante un mes la evolución de la escenografía nacional y sus mil y una formas de comportamientos, escenarios y personajes. Tampoco tengo una bola de cristal o el oráculo de Delfos, ni mucho menos, la capacidad y el conocimiento para desentrañar y descuartizar en pedazos la realidad local. Lo que pretendemos es hacer una recopilación, radiografía o relato lo más coherente, visible y posible, que ya lo han explicado otros, con mayor acuciosidad, de los factores y actores inmersos en la vorágine social. Faltaron infinidad de elementos subyacentes, endógenos y exógenos.

Varios fenómenos sociopolíticos, ya a finales del siglo pasado y el actual, desfilaron ante nuestros ojos. Nunca antes en mi más de casi medio siglo de existencia y algo más, pasamos por distintos eventos trascendentales tales, Golpe de Estado del 68, derogación de la reforma educativa en el 79, invasión a Panamá por parte de Estados Unidos en el 89, aparición de los teléfonos inteligentes modernos a fines de la década del 2000, la declaratoria de pandemia del SARS Covid-19, el 9 de marzo 2020 y ahora, 0ct-nov 23, la crisis socioeconómica y política, con sus múltiples efectos que se van derivando, desarrollando y adquiriendo variados matices, producto del contrato suscrito entre la Minera y nuestro país. Otros acontecimientos, a menor escala, ocurrieron en las transformaciones de los años siguientes Pero este último suceso mencionado, que se refiere a la dolorosa situación, que atraviesa el país, rebasa todas las expectativas que ha vivido nuestra república hasta el presente.

Es oportuno y necesario aclarar y dejar sentada nuestra posición. Lo dejé entrever en líneas anteriores. No somos ni pretendemos ser expertos en profundidad sobre estas cuestiones, pero sí agotar todas las instancias de búsqueda e investigación, en una aproximación a la posible verdad, aunque esta sea relativa. Les doy el beneficio de la duda, para que otros aborden esta titánica tarea. Lo que aspiramos de la manera más objetiva, presentar trazos o pinceladas del lienzo nacional. Se ha vertido y derramado hemorragias inmensas de opiniones, por parte de supuestos expertos, conocedores del tema, algunas verdaderas, medias verdades, enorme cantidad de falsedades y desconocimiento, repeticiones como papagayos de ilustres desconocidos, lo que llaman ahora “taquillando”, otros pasan agachados, algunos muy serios y respetables, serenos y juiciosos los aportes al debate. Pero una gran mayoría desconocen los asuntos en discusión y son arrastrados por las pasiones desbordadas, emotividad, actitudes irreflexivas. Allí están las muestras sobradas de las multitudinarias concentraciones, con mucho entusiasmo nacionalista, pero demasiado y excesivo folklorismo localista en algunos sentidos con un contenido patriótico. De ese análisis en profundidad, se encargará los días posteriores y la historia, cuando pase la euforia y fiebre colectiva.

Si fueron embelesados por los cantos de sirenas de los flautistas de Hamelin y empujados por emociones compulsivas contagiosa, sería materia de análisis, lo que llevó a decir al sociólogo Danilo Toro: “es una espiral de violencia expansiva y contagiosa”, coincidiendo con otros estudiosos a medida que transcurría el conflicto, numerosos detonantes, pasando por los multicolores de las banderas tricolores, del problema minero a una confrontación política, económica y social. Más adelante nos daremos cuenta, al decir popular, con “cabeza fría” y mente pausada y fresca. Que no impere la irracionalidad y prevalezca la paz.

Haciendo un parangón y guardando de antemano todas las proporciones del caso, con el clásico florentino, Dante Alighieri en su Divina Comedia, que ilustra el recorrido desde el centro de la Tierra, donde se encuentra Lucifer hasta la supremacía de Dios, pasando por el infierno, purgatorio y paraíso, donde están reflejados los nueve círculos del infierno y el trayecto que debe hacer el ser humano, superando las desgracias terrenales y espirituales, para alcanzar la excelencia de la especie y del homo sapiens. Aclaramos sin temor a equivocarnos o jactancia histórica, frente a los cruentos episodios, cualquier similitud con la actualidad, si es real y verdadera coincidencia, en su acepción más amplia, observando las facetas del comportamiento humano.

Estamos presenciando, en el teatro auténtico de la vida, la tragicomedia humana, que no es la obra mencionada, del amor de Dante por Beatriz y aspirar a la perfección, sino escenas de los vicios, angustias existenciales, traumáticas, vulgares, terribles, lamentables, hasta llegar al descenso del infierno, limbo o purgatorios, de acuerdo a los versos del poeta Virgilio. Elevarnos posteriormente con nuestros actos de lo meramente carnal y material a estadios sublimes de plenitud espiritual y desarrollo interior.

Hemos podido apreciar, desde un inicio o sus orígenes, de una situación jurídica-legal, técnica y ambiental, que quizás con numerosas omisiones y violaciones desde sus comienzos, pero era una actividad de extracción de minerales y un contrato leonino, además de un número plural de aspectos desconocidos, que ya han salido a relucir, y las connotaciones como se iba desarrollando, desde el principio, en el país, con toda la temática, criterios y apreciaciones, las diferentes instancias de lucha y confrontación, pasando a etapas impensables en gran magnitud, como cierre de carreteras, tranques, actitudes personales y colectivos, grupos gremiales, sindicales, docentes, estudiantiles, atravesando los umbrales de la paciencia, la intolerancia e intransigencia, cobro de cuotas en ciertos lugares que abren y cierran, por grupos facinerosos, toneladas de legumbres que se pierden o botan porque las vías están cerradas y no llegan a los mercados de consumo, al igual que insumos y medicamentos que no logran arribar a los centros hospitalarios, algunos grupos radicales propugnan por el odio y la lucha de clases, libando licor, irrespeto a las autoridades, vandalismos, quema de autos y ambulancias, anarquía, caos, desorden en las ciudades, bloqueos y cierres de carreteras y avenidas al son de murga, tamborito y carnaval, con sillas al aire libre y familiar de un domingo patriótico, hasta el vil asesinato de dos personas, aunque salvo honrosas excepciones, expresiones moderadas de autocontrol y quizás el surgimiento de grupos de jóvenes, en contraposición a grupos tradicionales sindicales en las calles, y una multiplicidad de testimonios, quedando grabado para la memoria y la posteridad, infinitos cuadros virtuales de tik-tok, fakenew, audios, videos y tantas otras formas de expresar comentarios, ideas falsas o verdaderas.

En una primera conclusión cercana, pues todo es cambiante, dinámico, aun en los centros hegemónicos del poder y de la problemática nacional, en términos castizos, panameñismos y populares, el wacho, menjunje o sancocho nacional e internacional, sobre este tema, continúa. Es necesario el diálogo y recuperar credibilidad.

Valga una curiosidad histórica en los días patrios, recordaremos aquellos momentos trascendentales en que más se vendieron las orgullosas banderitas tricolores. Esperaremos el fallo de la Corte Suprema de Justicia.

Ojalá Dante en la Divina Comedia, con su ejemplo, nos ayude a salir, de esta tragicomedia, por el bien colectivo de Panamá.

Ingeniero agrónomo
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