• 03/05/2024 09:09

Trabajar en la reputación de Panamá desde las preocupaciones de los panameños

Si volvemos a las preocupaciones de los panameños en nuestro estudio local nos encontramos con el desempleo, la corrupción, [...] como asuntos más destacados

En días pasados presentamos en la Cámara de Comercio, junto con nuestro aliado estratégico Stratego, los resultados del estudio RepCore Panamá 2024 en que por cuarto año consecutivo analizamos la reputación de importantes empresas que operan en el país a la vez que tomamos el pulso de grandes temas del momento, así como los niveles de confianza en las instituciones, empresas y medios de comunicación.

Además de confirmar que la confianza en las instituciones sigue bajo mínimos (en especial la Asamblea Nacional y el presidente de la república) y que los panameños confían mucho más en las empresas que en las instituciones públicas, este año hemos querido comparar la reputación de Panamá en el exterior con los problemas que identifican los ciudadanos en el país. Como cabría esperar existen grandes coincidencias que el nuevo gobierno que se forme tras las elecciones de mayo debería considerar como importantes oportunidades para desarrollar iniciativas de gran calado.

En la última edición del RepCore Nations, estudio de referencia para analizar la reputación de las naciones, Panamá ocupaba la octava posición entre los veinte principales países de América Latina en cuanto al nivel de admiración, respeto y confianza que recibía entre la opinión pública de los países más desarrollados (G7), por encima de naciones más grandes y relevantes en el ámbito internacional como México, Argentina o Colombia.

Lo que podría parecer un buen dato no lo es tanto debido a que la reputación de los países latinoamericanos no es buena, aquejados de un estereotipo muy marcado de falta de institucionalidad, elevados niveles de corrupción y economías débiles con un deficiente nivel de bienestar social, eso sí con maravillosos entornos naturales y gente amable y simpática. Panamá no es una excepción en cuanto a su percepción general, aunque sí presenta un perfil diferencial al compararlo con los países vecinos, destacando su entorno favorable para los negocios, mayor seguridad, mejor institucionalidad, menor presión fiscal y hasta un menor nivel de corrupción.

Si volvemos a las preocupaciones de los panameños en nuestro estudio local nos encontramos con el desempleo, la corrupción, la subida del costo de la vida, la mala calidad de los servicios de salud, la mala calidad de la educación y la basura en las calles como asuntos más destacados. Analizando la percepción de Panamá en el exterior, nos encontramos puntuaciones bajas (aunque algo mejores que la media latinoamericana) en las variables asociadas con muchas de esas preocupaciones, como “ética, transparencia, ausencia de corrupción”, “bienestar social” o “calidad del sistema educativo”.

Sin duda hay un amplio margen de mejora en términos de bienestar social y los sistemas de salud y educación, clave para conseguir sociedades más justas, igualitarias y con menor conflictividad social. Son temas transversales que deberían estar entre las prioridades de todos los gobiernos de la región.

No obstante, el análisis del problema de la corrupción merece un renglón aparte en que cabría preguntarse cuál es la tolerancia de la sociedad panameña ante lo que se considera un mal endémico. Es una interesante cuestión en que nos encontramos con una gran paradoja. El 82% de los entrevistados coinciden en que “la corrupción es el mayor problema de Panamá”, pero sólo un 48% rechazaría a un político corrupto, aunque fuera eficaz solucionando otros problemas del país, y hasta un 27% no dudaría en apoyarlo. Parece que algo podría estar cambiando en nuestro sistema de valores quizá aquejado de un exceso de pragmatismo.

Sin duda éstos son temas que merecen una reflexión a nivel nacional en el momento actual. Panamá no tiene mala reputación en el ámbito internacional, pero ésta podría ser mucho mejor si se trabajase en los mismos temas que los panameños consideran las mayores deficiencias de este bello país. El gran tirón del hub de negocios debería seguir siendo potenciado en la comunicación internacional del país, pero merecería la pena abordar mejoras ambiciosas en los sistemas de salud y educación, y afrontar de manera valiente el problema de la corrupción, sobre todo desde la propia educación de los más jóvenes, que son con mucho los más tolerantes con ella, según los datos del mismo estudio.

El autor es socio de Reputation Lab.
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