• 11/10/2024 16:36

Top Secret. La Tierra es un lugar, pero no el único

Entre la realidad y lo inverosímil, ‘Top Secret (Cuentos sobre OVNIS)’ (2021) de Enrique Jaramillo Levi, se arriesga a presentar sus intuiciones y certezas sobre el tema, tramándolo con intrigas gubernamentales, la política y el contacto extraterrestre...

Una amiga, la chilena Marcela Torres, me recomendó “Somos polvo de estrellas”, libro con el que José Maza Sancho divulga el vínculo entre universo y materia terrestre, señalando que los átomos de calcio de nuestros huesos, que el hierro del cuerpo, todos son materiales originados en una estrella. Maza hace más corto el camino para comprender que la formación de la vida en este planeta está relacionada desde su esencia con el conjunto estelar. Antes que él, la científica María Teresa Ruiz enseñaba con “Hijos de las estrellas” que somos cuerpos atravesados por “los primeros átomos y las primeras estrellas”. Se dice rápido, pero transforma la percepción.

Carl Sagan hablaba del tamaño y edad del universo con dimensiones que superan la comprensión humana y que, al contemplarnos frente a ello, nuestro quehacer cotidiano parece algo frívolo y plagado por los caprichos de nuestra especie, una de las últimas en la evolución. Desde esa perspectiva, decía Sagan, “la Tierra es un lugar, pero no es en absoluto el único lugar” y su normalidad habitada se contrapone a la normalidad de un cosmos “vacío, vasto, frío y universal”. Cuando cae la tarde es imposible no pensar que estamos en su interior.

Se han generado mil historias para no hallarnos solos en ese vacío. En nuestro patio, la extraordinaria fotografía que recupera Panamá Vieja Escuela recuerda que el diario “La Hora” publicaba en 1953 supuestos “platillos voladores” en Aguadulce. La televisión de los años 70 transmitió “En busca de”, una serie cuyo anfitrión era Leonard Nimoy (Mr. Spock de Star Trek). Un programa radial de los 80s, “No estamos solos”, seguía la posibilidad de vida fuera del planeta. “Expedientes Secretos X” y un sinnúmero de películas de ciencia ficción apuntan a una presencia hasta ahora velada.

Entre la realidad y lo inverosímil, “Top Secret (Cuentos sobre OVNIS)” (2021) de Enrique Jaramillo Levi, se arriesga a presentar sus intuiciones y certezas sobre el tema, tramándolo con intrigas gubernamentales, la política y el contacto extraterrestre. Este nuevo libro está escrito en clave de ciencia-ficción, algo poco usual en Panamá. Su prólogo orienta y documenta la fascinación que ha generado esta temática.

En sus 18 cuentos son presentados con ingenio los incidentes de Roswell y la Base 51 (“Roswell” y “Confrontación”, entre ellos), hipótesis de ingeniería militar (“¿Realidad o ficción?”) y el avistamiento de extraños objetos no identificados que atraviesan el libro con su protagonista como informante, testigo o sujeto implicado e incluso con anécdotas personales, como en el cuento “En el mejor de los casos” que refiere a un avistamiento en Veracruz, México. Sus narraciones no son ajenas a la política actual. Ejemplo de ello es que la publicación del libro es próxima al interés del Congreso norteamericano por documentar la existencia de naves y restos no humanos que aparentemente han sido ocultados por el gobierno.

Asimismo, el candidato a la Presidencia norteamericana Donald Trump ha prometido desclasificar archivos sobre OVNIS, según algunos, para captar el voto atraído por ello y, según otros, por el deber de acceso a la transparencia de la información. Jaramillo Levi lo ha develado con su libro “Top Secret”, en la búsqueda por desplazarse a estos fenómenos aún inexplicables. Su nueva propuesta entrega la posibilidad desde la literatura.

En noviembre de 1974 se envió el conocido “Mensaje de Arecibo”, trabajo de Sagan, Frank Drake y otros científicos. Fue remitido desde el radiotelescopio de Arecibo, Puerto Rico, con simetrías, patrones y claves que presentan los números del 1 al 10, del ADN humano, su estructura helicoidal y una figura humana representándonos para el contacto extraterrestre. En 2001, cerca del radiotelescopio de Chilbolton del Reino Unido fue hallada su respuesta en los Círculos de la Cosecha con la imagen de un ser macrocéfalo, una composición adicional de silicio y diferencias en la cadena de ADN, si bien se estima también que aquello es un fraude.

El radiotelescopio de Arecibo se desplomó en diciembre de 2020 por fallos estructurales. En agosto se rompieron unos cables y en noviembre otros más, dejando en su lugar una plataforma vacía. No se reportaron heridos ni muertos. Arecibo fue uno de los más grandes radiotelescopios, un símbolo de contacto por medio de su poderosa antena, capaz de recibir ondas electromagnéticas. Ante una escalada de conflictos y desastres a nivel mundial, su colapso durante la pandemia parece un anuncio. Es como la rotura de un tejado que anticipa daños mayores en tiempo de lluvias. Coincidencia que gotea y revienta sobre la imposibilidad de comunicación en el planeta habitado del vasto cosmos, el de los malcriados hijos de las estrellas y, por ahora, si no se comprueba algún top secret, los únicos.

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