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- 30/05/2022 00:00
Suenan las campanas de precandidaturas presidenciales
A la luz de conversaciones entre amigos y conocidos surgieron opiniones donde nos planteamos con objetiva concertación ciudadana, comprender el rumbo que está tomando nuestro país con el vaivén sociopolítico y la estabilidad económica.
Además, de cuáles serían las alternativas que sopesen para enrumbar lo que está asomando como una desestabilización, nos interesamos en proponer, de acuerdo a nuestras experiencias como profesionales bien ponderados. Según cada uno, lo cierto es que estamos prestos a continuar aportando al desarrollo del país, sin doblegar ánimos en un simple retiro y sí continuar dando la milla, encauzando a las nuevas generaciones, que de boquilla dicen algunos serán el relevo generacional. En realidad les han estado coartando las oportunidades de participar en la identificación de los desaciertos que nos han llevado a la vera del entorno que tiende a ser desafortunado.
No en vano convenimos darnos a la tarea de tratar de evaluar con la participación -de los citados jóvenes aún-, los motivos que nos condujeron a los logros y fracasos, apoyando candidaturas que buscaron llegar al solio presidencial a partir de 1990; y todos convergemos en la idea de que hemos pecado de autoengaño, apoyando varias propuestas políticas, las cuales en muy pocas excepciones dieron el "ancho" y cumplieron en más de un 70% los objetivos consensuados con el pueblo, lo cual es aceptablemente bueno.
Sin embargo, muy a nuestro pesar en los últimos tres quinquenios observamos como descendimos estrepitosamente en la economía y generación de empleos. ¿Por qué? Por electos sin claros principios, deslealtad con el pueblo, improvisaciones, objetivos trazados incumplidos; ello nos ha sumido en un mar de desconfianza a razón de esa falta de transparencia, corrupción y el vulgar clientelismo político. Bajo la inexistencia de transparencia y rendición de cuentas ha brillado la ausencia de la certeza del castigo, resumen de condiciones por las cuales se ha perdido la motivación de elegir usando el sentido común, al calificar las cualidades esenciales de un candidato presidencial.
Elegimos en múltiples ocasiones abrazados de amiguismos, sin tomar en cuenta si tienen el carisma o carecen de liderazgo, si dan muestra cierta de carácter para vestir la camisa de estadistas o les queda demasiado grande, valores íntegros en familia y con la sociedad. Asegurarse del desempeño profesional, no es cuestión del más sobresaliente empresario o no, se trata de humanidad experimentada de provecho para el país, comunicador con calidad que haga "clic" con el pueblo y que el último de bajar del barco sea él, honrando la posición digna de habernos llevado a buen puerto, a pesar de las tempestades.
El candidato que nos promete que no necesita el salario porque tiene solvencia económica para vivir no es leal a la práctica de renunciar a segundos intereses.
Adicionalmente, requerimos de un presidente no de un vendedor de imágenes. Requerimos de su capacidad para escoger un equipo de colaboradores de alto perfil que honre la gestión de gobierno como los hombres del presidente, no miembros de un gabinete con agendas ocultas en vez de experiencia y conocimiento que a la postre denoten capacidad de corregir rumbos y extender los brazos presidenciales para y por un Panamá de primer mundo y no para "entablar" negocios y entramados para canalización de fondos públicos hacia "arcas" privadas.
Ante las situaciones que tomar en cuenta para elegir la mejor opción tenemos una falta de "quórum" para uniformar criterios de como escoger para elegir; definamos lo que es bueno o malo y nos ahorramos mediocres resultados de gobierno; borramos de contexto las mega obras con mega sobrecostos y mega desviaciones de dineros de las arcas del Estado; exijamos soluciones que deriven de un nuevo rumbo como base de cambios estructurales; hagamos conciencia de que cuando un gobierno como el actual pierde la visión de cómo determinar inversiones que fomenten desarrollo nacional, operará bajo el espectro del nefasto clientelismo por medio de la planilla y nóminas del Estado que estamos cerca de abordar los 4000 MM de balboas anuales y en vías de rebasar con creces los 27000 MM de balboas de presupuesto del Estado y los préstamos imparables, se han esfumado las promesas hechas a los electores.
Concluimos exhortando a la comprensión y sabiduría de como escoger al ciudadano que será el más importante servidor público de la nación.