• 29/10/2014 01:00

La constituyente y la realidad social y política (I)

Hoy vivimos las consecuencias del entuerto que ha representado el pretender vivir en democracia

Soy fiel convencido de que la nación tiene una deuda consigo misma, y no es más que la de la realización de un proceso constituyente. Esta deuda data de la reinstauración de la democracia en 1990, momento justo en que la sociedad debió darse el espacio para debatir y llegar a consensos respecto a la nación en la que se quería vivir, el sistema político bajo el cual se quería administrar el Estado, rompiendo con un aparato político y constitucional de corte dictatorial y concentrador de poder heredado del régimen militar.

Infortunadamente, por las razones que se deseen establecer y debatir, esto no se dio. Hoy vivimos las consecuencias del entuerto que ha representado el pretender vivir en democracia, bajo un sistema político que opera con las reglas que sostuvieron la era dictatorial, modificadas paulatinamente para atender situaciones coyunturales, pero que en esencia están allí. Clara muestra es que veinticuatro años después, las bases de un verdadero Estado de derecho constitucional son tan endebles, que al gobernante que se le apetezca, puede concentrar todo el poder que quiera, como quiera, y en el órgano de Estado que le parezca.

La nación requiere de un ejercicio constituyente, pero aquí surge la otra parte del debate: ¿originario o paralelo?, ¿está la ciudadanía consciente de esa necesidad? Existen quienes afirman que se requiere de una constituyente originaria, yo lo creo así, pero dudo que la mayoría de los panameños así lo estime.

Durante la gestión de Mireya Moscoso fue la última vez que se dio una movilización real por un proceso constituyente. El Comité Ecuménico distribuyó una serie de libretas para recabar firmas para dicho fin; sin embargo, la magnitud de firmas esperadas no se dio, lo que permitió concluir que la ciudadanía, o no sabe lo que es una constituyente, o no lo sentía necesario en ese momento.

No obstante, ésta, y otras acciones de movilización, promovieron que en las reformas constitucionales de 2004 se introdujera la figura de la constituyente paralela, que diez años después, no ha sido ejercida.

Los evidentes golpes que la institucionalidad democrática del país recibió durante la pasada gestión gubernamental han devuelto a la palestra el tema del proceso constituyente, pero en las mismas esferas que diez años atrás, no en las calles, no en la gente, no en el ciudadano, que es el que al final debe tomar la decisión sobre una nueva Constitución. Sigue...

*COORDINADOR DE PROYECTOS.

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