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- 28/06/2014 02:01
Injusticia social
El que triunfó en las recientes elecciones fue el Pueblo. ‘El Pueblo primero’, fue el mensaje decisivo. Los electores cansados de tanta corrupción, mentiras, demagogia e injusticias, tomaron otra vez el pensamiento nacionalista y de desarrollo social en democracia que inspiró el Dr. Arnulfo Arias, y que hoy lleva adelante el Ing. Juan Carlos Varela.
La opinión pública, los conceptos de principios dados en las publicaciones de los columnistas, en los micrófonos de los voceros; en la credibilidad y en los hechos concretos de los actos heroicos de nuestros muertos en la Presidencia y la guerrilla, luchando por Panamá y la Libertad contra la dictadura, son los valores que ha considerado el pueblo para dar su apoyo y el voto al panameñismo.
Mientras cerraba las calles y hacia piqueteos por la falta de agua, el pésimo transporte público, el alto costo de la vida, la basura sin recoger, los indígenas defendiendo sus tierras; ese pueblo veía a los ‘amigos’ del gobierno, en las grandes empresas, apoderarse de los negocios, utilizar los dineros del Estado para hacer política electoral, y enriquecer a los millonarios para hacerlos multimillonarios.
Nuestra posición geográfica, que antes fue explotada por otros potencias, pasó a ser botín de los grupos gobernantes; como los servicios del Canal, Marítima, (Hugo Torrijos), y posteriormente los mismos negocios fueron a manos de las nuevas actuales autoridades.
Esos recursos tienen que ser para el Estado, para beneficio del pueblo, que es el dueño del país y luchó por generaciones para reconquistar el Canal. Algunos de esos que hoy se benefician, nunca los vimos luchar por la soberanía.
Lo que nos han dejado son deudas millonarias, obras sin pagar ni terminar, incluyendo la ampliación de Canal. Ese criterio de aprovecharse de los bienes públicos está en el esquema neoliberal tradicional. Las megaconcentraciones de capital van a la libre explotación privada, sin considerar que la tierra, el trabajo, la inteligencia y las inversiones son de toda la sociedad.
Los recursos de las naciones tienen que ser invertidos en el beneficio general con eficiencia y honestidad. El despilfarro, la ineficacia, el beneficio exclusivo para individuos o empresas distorsiona el progreso de todos. Más aún cuando se utiliza la estafa, el engaño y el robo como sinónimo de negocio o comercio. Estas disciplinas deben cumplir una función social como todas la actividades y funciones humanas. Aún, organismos como la OCDE, FMI y BM, están aceptando restricciones comerciales y regulaciones bancarias, empresariales y financieras para poder entenderse mejor entre los grandes capitales, las potencias económicas, y poder caminar hacia el Desarrollo Socia que lleva al crecimiento de los mercados que es la base del Crecimiento Económico. La justicia, que es la esencia y razón de la convivencia humana, tiene que darse permanentemente. Cuando por ineptitud o corrupción de la supervisión o descontrol de la administración pública, o incapacidad o inadecuadas condiciones de personalidad del liderazgo se llega a la anarquía y el caos, se cae en la injusticia social y la delincuencia con graves repercusiones en toda la sociedad.
Entonces, la impunidad no puede ser tolerada y las autoridades tiene que hacer funcionar la justicia ‘ahora’. Con la dictadura se violaron derechos humanos, y se efectuaron enriquecimientos ilícitos. Con la democracia en busca de la paz, no se hizo adecuada justicia y nuevamente se han repetido los vicios del enriquecimiento ilícito, el juegavivo, y aún con los mismos personajes. Antes, muchos ciudadanos desaparecieron, fueron asesinados o exilados. Hoy, los pobres, los indígenas, toda la población sufre la explotación de la especulación, los abusos de mercaderes deshumanizados.
Todo el país es guiado hacia el pro mundi beneficio. Y nuestro desarrollo humano sigue postergado en medio del crecimiento económico de algunos. Cuando el panameñismo, con su presidente, aplica medidas humanas, cristianas y científicas de convivencia entre consumidores, productores y comerciantes, todos debemos aplicarlas y apoyarlas. El desabastecimiento, el acaparamiento son acciones antisociales egoístas.
El acatar las leyes de la justicia, el indemnizar las víctimas, enseñar la historia según la Comisión de la Verdad, el reconocer el heroísmo de un Leopoldo Aragón, que se sacrificó para demostrar al mundo que el tratado que nos impuso la dictadura nos convirtió en protectorado y coarta la soberanía económica del Canal.
Ahora, corresponde el deponer ambiciones mercantilistas y pensar con función social en esta nueva etapa histórica del país, con la llegada del Pueblo Primero, como lo ha expresado el presidente Varela y sus funcionarios panameñistas. El pueblo está llamado a ser gobierno, y que todos contribuyamos a un Panamá mejor.
MÉDICO