• 01/01/2025 00:00

Sentimientos, emociones y política en Panamá

Los sentimientos siempre han jugado un papel muy importante en la política, ya que en gran medida la política es el arte de la persuasión, los argumentos que apelan exclusivamente a la razón han tenido históricamente mucha dificultad para movilizar a las mayorías. Aristóteles hace 25 siglos entendía al hombre como un animal político en el que destaca el papel central de las emociones, por lo que persuadir y vencer era más importante que argumentar y convencer. Siglos más tarde, el propio Adam Smith, padre de la economía moderna, dio un importante rol a los sentimientos en su libro de economía política La riqueza de las naciones y la teoría de los sentimientos morales.

A pesar de la importancia de los sentimientos en el comportamiento humano durante la segunda parte del siglo XX destacaron los análisis que entendían al hombre como un sujeto que toma sus decisiones con base a cálculos, tratando de reducir los costes y aumentar los beneficios o al menos predominando las intenciones racionalizadoras, siguiendo la lógica del homo economicus o en el marco de la teoría de acción racional. Sin embargo, estos enfoques cartesianos entraron en una profunda crisis, siendo problematizados por propuestas filosóficas como el giro emocional en las ciencias sociales.

En la actualidad, la crisis de representación que ha erosionado las democracias más arraigadas como describen Cianetti, Dawson, y Hanleyla, la fatiga y el cansancio democrático en América Latina como relata Manuel Alcántara, unido a la irrupción de alternativas ganadoras de carácter autoritario-populista, han propiciado un mayor protagonismo del estudio de los sentimientos y las emociones en el comportamiento político. Existe una extensa literatura contemporánea que analiza la relación de la política con las emociones, destacando obras como la de Victoria Camps El gobierno de las emociones, Martha Nussbaum con Political Emotions. Why Love Matters for Justice, o el más reciente texto de Manuel Arias Maldonado La democracia sentimental. Política y emociones en el siglo XXI, entre muchos otros textos.

La preocupación de los analistas políticos radica en la presencia mayoritaria de sentimientos negativos hacia la política y en especial hacia los sistemas democráticos, que despiertan ira, desconfianza e indiferencia. En el caso de Panamá, en la tercera encuesta de Ciudadanía y Derechos del CIEPS (2023) más del 60 % de las personas encuestadas expresan sentimientos, actitudes y emociones negativas hacia la política, como desconfianza, indiferencia, aburrimiento y enojo de un listado de 8 sentimientos, emociones y actitudes que incluyen 4 positivas y 4 negativas.

A su vez, en las dos últimas olas de las encuestas presenciales del CIEPS (2021 y 2023), la indiferencia hacia la democracia ha pasado a ocupar la primera opción por encima del apoyo a la democracia como el mejor de los sistemas y de las salidas autoritarias. Varios autores han advertido que hay una creciente desconexión ciudadana con la democracia, y que en algunos casos no es solo una insatisfacción con los resultados, sino que conlleva una postura cada vez más crítica con la democracia liberal, al punto que Foa y Munck hablan de una desconsolidación democrática que podría estar relacionada con un cambio generacional y por la falta bienestar. Las brechas sociales y las dificultades materiales básicas no resueltas son condicionantes fundamentales en esta desconexión democrática como demuestran recientes trabajos académicos del CIEPS.

Frente a este panorama tan sombrío, el profesor Maldonado reivindica la ironía, en línea a lo expresado por el neopragmatismo de Richard Rorty, como una manera de no acumular demasiada frustración frente a unos gobiernos que difícilmente pueden dar solución en un solo mandato con problemas que acumulan décadas sin resolución, por lo que la sociedad debería juzgar a los gobiernos y a sus instituciones con distancia y sin poner demasiadas expectativas en las instituciones de gobernanza de turno. Frente a la ironía rortyana otras autoras como Nussbaum reivindican las virtudes cívicas o republicanas, que pivotan sobre una fuerte carga emocional de coraje y solidaridad.

En contraste con estas soluciones en los datos de la última Encuesta de Ciudadanía y Derechos del CIEPS los resultados apuntan hacia otra emoción: la esperanza. Las personas encuestadas sitúan a este sentimiento como el segundo más nombrado de la lista de 8, y en el caso de las personas con peores recursos materiales la esperanza llega a ser el primer sentimiento que inspira la política. Quizás desde esta esperanza se pueda reconstruir un tejido social que facilite un mejor sistema de gobernanza, e incluso es posible que desde la esperanza estén emergiendo alternativas imperceptibles que guíen cambios y transformaciones necesarias. Es notable que, a pesar del espíritu de los tiempos protagonizados por la desconfianza y el rencor, la esperanza se haga hueco como posibilidad de un futuro mejor, y es en la sociedad panameña, y en especial entre las personas con más dificultades donde la esperanza sigue presente.

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