• 31/10/2017 01:01

Semillero de criminales

‘Las leyes son para proteger, no para estimular la delincuencia juvenil que va en ascenso'

En la madrugada del 15 de agosto, apareció frente a los ojos de mi esposo un menor de edad, subiendo las escaleras y solicitando que le abriera la puerta y de inmediato me despierta para hacerlo. Fueron unos minutos muy tensos el encontrar un desconocido dentro de nuestra casa. Lo único que deseábamos era que saliera de nuestra vivienda.

Al abrirle la puerta a esa hora, donde los autos comienzan a circular, no le bastó irse, sino que se abalanzó sobre mi esposo para arrebatarle de su cuello dos collares con la imagen de la Virgen de Guadalupe. Le dimos un empujón hacia afuera, luego cerramos la puerta luchando, porque desde afuera hacía presión para entrar de nuevo y vimos que corría por el jardín a la vía principal, donde un carro lo esperaba. Revisamos la casa y nos percatamos de que había entrado por un cuadrado de la ventana francesa, rompiendo la malla para ingresar.

La segunda vez, a los pocos días, de regreso del interior, al abrir la puerta de la casa, nos percatamos de objetos movidos; subimos a nuestras habitaciones y todo estaba revuelto. De inmediato, nos percatamos de que dentro del armario se encontraban agachadas dos siluetas de menores de edad, con un bate de madera en sus manos para agredirnos. Los hicimos salir y por la puerta uno y el otro hacia la ventana de la sala donde se tira como una lagartija huyendo del peligro que lo acechaba. Salimos de nuestra casa gritando ‘ladrones', hasta que aparecieron vecinos y un policía que cuidaba el hogar de un vecino diputado. Ya nuestra casa está blindada con telarañas de nuevas rejas, luces y alarmas.

Cuando acudimos a la estación de policía del barrio donde resido y posteriormente a la Fiscalía de Menores y Adolescentes para poner la denuncia, nos informaron que tomaban nuestra declaración de lo sucedido, pero que si eran menores de edad, la ley los protegía. Si los detenían a los pocos días lo sueltan. Me dije, esto es el colmo de las leyes en este país, donde se abona y protege un semillero de jóvenes que serán futuros delincuentes.

Primero existió la Ley 3 de 17 de mayo de 1994, conocida como el Código de la Familia, que establece que la primera vez se someta a los adolescentes a un régimen especial de custodia, protección, educación y resocialización. Finalizando los 90 se promulga la Ley 40 de 24 de agosto de 1999, para juzgar a los adolescentes de 14 a 17 años como adultos en tribunales. Se reformó por la Ley 46 de 2003 que aumenta la detención provisional y la pena máxima de 5 a 7 años que incluía homicidios dolosos, robo, secuestro, pandillerismo, armas de fuego entre otras.

La Ley 40 en su artículo 33, numeral 5 dice así: El robo, las lesiones personales dolosos con resultado de muerte, la extorsión, las formas agravadas de la asociación ilícita, la constitución y formación de pandillas y la posesión agravada de armas de fuego, con una duración mínima de dos años a una máxima de 4 años. (¡Cuatro años por quitarle la vida a alguien!).

Quiere decir entonces que los menores de edad pueden delinquir sin ser juzgados por su minoría de edad. ¿Quién se responsabiliza de los daños que ocasionan estos menores en nuestras viviendas, rompiendo, dañando todo y agrediendo con armas blancas?

¿Cómo es posible que la Asamblea Nacional apruebe leyes que van en detrimento de la seguridad de los ciudadanos?

Vemos a diario en nuestros barrios los constantes robos y asaltos a nuestras viviendas por menores de edad, encontrando las casas violadas por estos jóvenes. Al igual ocurre en todos los lugares de nuestro país. Y seguirá en aumento cada día, porque la Ley 40 protege a los menores de edad.

¿Será que los diputados creen que son inmunes a un robo o asalto? Dejen de aprobar leyes insensatas, que hoy nos toca a nosotros, mañana serán ustedes. Las leyes son para proteger, no para estimular la delincuencia juvenil que va en ascenso.

RELACIONISTA PÚBLICA.

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