• 26/04/2014 02:00

El rostro de la barbarie

Se hace daño al alma nacional, al patrimonio del país y no se da por enterada.

El daño fue consumado y el hecho es que no se entregará en la fecha prevista la Condecoración Rogelio Sinán como lo dice la Ley. Quedó evidenciado, sencillamente lo que son. Fijar una fecha posterior no hace desaparecer lo que aconteció. Celebrar el natalicio de Sinán a medias tampoco.

Un remiendo después de ensayar excusas pueriles y burlescas como las elecciones del 4 de mayo o por el luto por Gabriel García Márquez, lo que hace es que el verdadero causante de este irrespeto a la cultura y al país quede feliz e impune. Creo que todos los escritores vimos el rostro de la barbarie y también cómo usa siempre sus manos en las sombras.

De modo que la ‘posposición’ de la entrega de la Condecoración Rogelio Sinán 2014 al poeta César Young Núñez fue y es un irrespeto a la cultura y a todo el país. Es una ley de la República proceder a su entrega, en una fecha fija y con los honores correspondientes. No puede haber ninguna excusa posible para suspender, cancelar o posponer un evento que enaltece cada dos años a un escritor nacional y sus aportes a la literatura panameña.

Este hecho insólito e insolente viene a coronar una cadena de menosprecios sucesivos y constantes del actual régimen por nuestra literatura, las artes, la historia y la cultura.

La ministra de Educación sabe perfectamente lo que insultos como éste significan. Pero ella nunca conoce nada, somos los demás los que no conocemos de educación y, encima, su gestión en el Ministerio no se mezcla con la política. O sea, es posible una burbuja impoluta dentro de un gobierno con médula corrupta y así debemos aceptarlo. No está en el Gabinete, parece.

Se hace daño al alma nacional, al patrimonio del país y no se da por enterada. Lo que deja de herencia en una reforma educativa renga y equívoca, donde lo que cambió fue para peor, donde no supo ni pudo convocar un acuerdo nacional por la educación, donde el balance fue y es favorecer la desmemoria, debilitar nuestra identidad y, en definitiva, la herramienta de la educación misma.

El INAC, particularmente, está de espaldas a la misma cultura que debe promover; o, sencillamente, no está. A lo mejor se creen el ensueño de que estamos en una edad dorada de las artes, como señalan reiteradamente.

Han irrespetado a los escritores panameños con esta decisión alocada. Lo han hecho estos años recientes con los libros de nuestros autores sacados de las lecturas escolares, con desaparecer la cátedra de relaciones con los Estados Unidos, con violentar el patrimonio nacional, donde más importó la Cinta Costera III —una carretera de casi 800 millones rumbo a facilitar los negocios inmobiliarios en Amador —que el Casco Antiguo— con la destrucción de edificios, como el de la Embajada de EE. UU., que bien pudieron ser museos para la memoria colectiva de lo que fue el colonialismo en Panamá, con la burla a las fechas emblemáticas de la nacionalidad, como el pasado 9 de Enero, con los murales borrados de la avenida de los Mártires.

Particularmente han ofendido el legado del escritor más trascendente que ha dado Panamá, a Rogelio Sinán, el alfa y omega de nuestra literatura.

Han violado una ley del país, como ha sido la norma estos últimos cinco años.

Todo un mensaje ofensivo de un régimen que, reiteradamente soez, no piensa en la nación sino en sus bolsillos. Es la incultura cristalizada en presidentes de la Asamblea Nacional, como ese repulsivo personaje, Chello Gálvez, a un milímetro de lo gansteril y lo indescriptible; como el señor Camacho y su dantesca e inculta caravana intragable por las televisoras y las radios, maquillando al régimen y Salomón Shamah que, además de sus sombrías actividades, desfiguró la marca-país y nos pintó como un burdel de casino, negocios y placer. La anticultura a todo tren.

Hacia la Feria de Santo Domingo el INAC lleva una delegación de escritores y artistas. Lo mínimo que pudieron hacer es incluir a César Young, por ser portador de la condecoración Rogelio Sinán. Pero hicieron lo inverso, darle la mala noticia, agriarle la alegría, desconocer a la poesía y que espere y esperemos allí como si nada pasó.

Uno diría que es lamentable, pero no, no con lamentos estas cosas dejarán de pasar. Tampoco aceptar hechos indignos y ofensivos. Es, en definitiva, como dije: ver el rostro de la barbarie en un mar de soberbia, en una fingida aureola de inocencia.

ESCRITOR

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