• 06/01/2012 01:00

Ricardo Martinelli, un presidente sentimental

D espués de escuchar el discurso de instalación de la Segunda Legislatura de la Asamblea Nacional de Panamá, mi primera impresión fue de...

D espués de escuchar el discurso de instalación de la Segunda Legislatura de la Asamblea Nacional de Panamá, mi primera impresión fue de estupefacción. Mas allá de la pobreza de su redacción, falta de orden de ideas, innumerables errores y confusiones, su carácter repetitivo, el arrogarse logros ajenos y sobre todo el no cumplir con el deber de rendir las cuentas del año 2011 a la Nación, como era su deber pues prefirió hacer un resumen de toda su gestión, fue causa de estupefacción la fuerte carga sentimental de dicho discurso.

Más que un discurso de barricada, fue el desahogo de un ego herido, un ego que no resiste crítica alguna por más que alegue distinguir entre la crítica constructiva y la destructiva. Su falta de manejo político fue evidente como lo ha sido a lo largo de toda su gestión un error que a larga podría traerle problemas una vez decida regresar al mundo empresarial, después de todo no existe aun empresa autárquica alguna en el mundo.

Si pensó que su paso por la Presidencia de la República sería un camino de rosas, al parecer se le olvidó el desgaste físico y político que sufrieron sus antecesores.

A pesar de todos sus defectos, lo dicho entre líneas en dicho discurso no tiene desperdicio. A pesar de todo lo malo por todos conocido, es cierto que su gobierno ha traído cambios al status quo. El primero de ellos, el desmantelamiento de la partidocracia surgida después de la invasión estadounidense de 1989, debilitando al PRD y el Panameñismo reforzando a CD, y posibilitando el surgimiento de nuevas fuerzas políticas. También ha debilitado sensiblemente al sindicalismo y gremialismo tradicional, que deberá hacer una reflexión profunda sobre su rol y vigencia en la sociedad panameña del siglo XXI, más allá de servir de trampolín político para ciertas figuras.

Lo novedoso y curioso es que haya hecho saber su intención de también desarticular el poder del sector empresarial nacional a través de la inversión extranjera y el establecimiento de empresarios extranjeros, toda vez que haría falta que explique cómo va evitar que los intereses de ambos no hallen una nueva síntesis. Las consecuencias de esta potencial y utópica destrucción del poder económico vigente todavía están por verse y podrían ser trascendental para el resto del siglo XXI.

Sin embargo, en lo inmediato y real, su demencial confrontación con el sector empresarial en pos de financiar su agenda megalómana ha traído otro cambio. Por boca de un empresario, ahora se comprueba lo que siempre se supo: el fraude fiscal, la falta de transparencia del sector empresarial, su manipulación de medios de comunicación y de la sociedad civil, su falta de respeto por el espacio público y el medio ambiente y sobre todo su egoísmo que les hace ignorar la urgente necesidad de cerrar la brecha entre ricos y pobres y de diversificar la economía a pesar del supuesto compromiso de algunos por una mal entendida Responsabilidad Social Empresarial.

Sin embargo, el Sr. Martinelli no podrá ser reconocido como el paladín que corrigió este entuerto, pues en realidad no lo ha hecho.

El crecimiento económico que se ha arrogado no es sostenible con el tiempo, su política fiscal y sus megaproyectos no se han traducido en una efectiva redistribución de la riqueza, más bien ha servido para incrementar el botín político del grupo en el poder a través de sobre precios, contrataciones directas, comisiones por contratos internacionales y otros métodos tradicionalmente utilizados y perfeccionado por los distintos grupos que han asumido el poder desde 1903.

No ha diversificado la economía sencillamente porque no ha desarrollado ni impulsado los sectores industrial, tecnológico ni agro-exportador con el vigor necesario para romper la dependencia del país en aquellos sectores que el Sr. Martinelli ‘denuncio’ y alega haber ‘enfrentado y tocado sus bolsillos’, además de darle empleo a más gente.

La reducción de la pobreza será temporal si el Estado no deja el festín que tiene a expensas del crédito internacional y nacional, además de sufrir el fin del ciclo constructivo presente y los efectos de la crisis internacional que disminuirá la recaudación fiscal con la cual alimenta los programas sociales focalizados propios y ajenos, con lo cual el país verá un aumento dramático de la delincuencia y la corrupción, pues éstas son hijas de la pobreza y no lo contrario.

También es menester recordarle que hacer las veces de alcalde de la ciudad de Panamá, si bien trae frutos electorales a corto plazo, no trae progreso a las ciudades del interior que también están necesitadas de modernizar su sistema de transporte y de planificación urbana e infraestructura, además de debilitar la necesaria descentralización estatal.

Para 2012 hay que desearle al Sr. Presidente que el Señor lo ilumine y pida como el rey Salomón, sabiduría y discernimiento en lugar del poder y las riquezas. Pero además dejarse de sentimentalismos y ser en verdad el hombre de acción que dice ser y que puso a Panamá a las puertas del desarrollo. Todavía le quedan 2 años.

¿Y usted que piensa?

ARQUITECTO

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