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- 26/02/2012 01:00
Pinceladas para un retrato
A gosto 2003. Voy subiendo la ‘loma larga’. Ya no aguanto. ‘Tengo que rebajar’, me digo. Cada treinta metros paro a tomar aire. Una de las hermanas va como cien metros adelante y a la otra, ya la perdí de vista. Al llegar a Santa Fe, he caminado no sé cuántos kilómetros, pero demoré cinco horas sudando más de la cuenta.
Veníamos del Centro Misionero ‘Beata Laura Montoya’, en la comunidad de Alto Ortiga (Santa Fe), donde trabajan desde 2001 las Hermanas Lauras. Ahí tuvimos un taller de dos días sobre la Ley 10 de la Comarca Ngäbe-Buglé.
Iniciamos el taller y cuando hablé en ngäbere, me dijeron que entendían algo, pero que ninguno era ngäbe, ¡todos era buglé! Fue algo extraño para mí, pero agradable. Están organizados en comunidades buglé fuera de la Comarca, tienen sus autoridades y su Congreso. Desde Guabal hasta la costa, entre los ríos Calovébora y Guázaro, son comunidades buglé. Claro que también hay comunidades buglé y ngäbe más allá, hasta el río Belén y aun más. ¿Por qué quedaron fuera de la Comarca? Por intereses políticos y económicos. Los poderosos de Santa Fe no querían ‘indios’ en esas tierras.
Aquí no han llegado todavía las ‘presiones’ hidroeléctricas, porque los caminos son muy malos o no existen, pero el potencial es grande y seguro que lo saben los negociantes de ‘lo nuestro’.
Mayo 2010. Toda la noche se escucha un zumbido como si fueran abejas gigantescas que siguen trabajando sin luz. Son los camiones —que andan día y noche— terminando la hidroeléctrica ‘Chan-75’. Me hospedo en la casa de un amigo, pero duermo poco, pensando en cómo ha cambiado la vida de esta gente de Valle Riscó.
Han vivido en un lugar casi paradisíaco, con un gran río al lado, muchos platanares, cacaotales, madera en abundancia, caza, pesca, siembros de toda clase, eso sí, difícil para llegar. Ahora han pasado a tener una buena carretera, pero hay una verdadera invasión: camiones y más camiones, cemento y más cemento, gente y más gente, una muralla (la represa) de muchos metros de altura... muchos efectos que no se entienden todavía.
¿Y los siembros? Tuvimos que dejarlos. ¿Y las comunidades? Dicen que las van a trasladar. ¿Cómo aguantan tanto ruido día y noche? Silencio. ¿Y van a tener energía eléctrica? Quién sabe... ¿Cómo aceptaron esto? Nos prometieron muchas cosas, pero...
Son otras comunidades que quedaron fuera de la Comarca, que han solicitado títulos de derecho posesorio, pero les dijeron que no, porque era ‘Parque Nacional’ (Bosque Protector Palo Seco). Sin embargo, el gobierno de turno le dio un buen número de hectáreas a la empresa hidroeléctrica... en el mismo ‘Parque Nacional’ (???).
Octubre 2010. Ando conociendo y apoyando un poco. ¿Cómo se llama aquí? ‘Barranco Adentro’, me dicen. Vamos a celebrar la Eucaristía con el grupo de la comunidad católica. Nos reunimos en la casa que sirve de escuela, centro de formación, capilla, salón de Cáritas, etc.
Empiezo a hablarles en ngäbere. Al principio, risas y extrañeza de que un ‘gringo-ruso’ les hable en su idioma. Todos son ngäbe. Hay como doscientas casas. Son gente que trabaja o trabajó en las fincas, que han bajado de la montaña buscando trabajo y estudio. Por supuesto, tampoco son parte de la Comarca.
Febrero 2012. Lo que ya sabemos y lamentamos. Hay diálogo, sí, pero también se siembra mucha confusión. Se habla de ‘áreas anexas’ y hay diputados y ministros que se burlan de esto y dicen que ‘los indios’ quieren que la energía eléctrica sea más costosa para todos (????). Y lo peor es que hay gente que cree estas tonterías.
En primer lugar, las llamadas ‘áreas anexas’ son lugares que forman parte de la Comarca aprobada en 1997. No son algo nuevo. Son como especie de ‘islas’ que no guardan continuidad con el territorio comarcal, pero son parte del mismo. Por ejemplo, Cerro Pelado, el Bale, el Piro, Alto de Jesús y otros.
En segundo lugar, la Ley 10 de 1997 fue una propuesta muy disminuida que concedió el gobierno de entonces y que DEJÓ FUERA a muchas comunidades ngäbe y buglé. Igual sucedió con la Comarca Emberá-Wounaan. Son las comunidades adyacentes a la Comarca, que están colindando con la misma y que quedaron fuera de los límites por intereses económicos y políticos, no por el interés del pueblo indígena.
En tercer lugar, estén fuera o estén al lado, las comunidades merecen respeto. Toda la normativa internacional (por ejemplo, el Convenio 169 que el gobierno no ha querido ratificar) habla de la consulta libre, previa e informada en el caso de proyectos que afecten las comunidades. Esto no se ha hecho en el caso de Barro Blanco. Informar no es lo mismo que consultar.
En cuarto lugar, hay datos que aclaran que no necesitamos realmente las hidroeléctricas que el gobierno tanto anhela y pregona. Hay leyes que aclaran bien todo este enredo. Pero eso es tema de otra historia...
SACERDOTE