• 23/02/2018 01:01

Retos para el hemisferio occidental

Entre esos principios, valores y prácticas de la cultura occidental está el Estado de derecho, que se concreta en la actuación del Estado bajo el imperio de la Ley 

W ashington D.C. , febrero 15, 2018.- Buenos días a todos los asistentes y participantes de este evento y un especial agradecimiento a quienes tuvieron en cuenta a la Federación Interamericana de Abogados para participar en el mismo. Me toca disertar en el panel uno, el académico, aunque por mi formación política me hubiese ubicado con más comodidad en el panel dos, el político, pero, a fin de cuentas, existe una correlación entre ambos, así que desde esas dos perspectivas transmitiré unas valoraciones.

Dicho esto, quisiera concentrarme en mi intervención en la amenaza que supone para Estados Unidos y el hemisferio la violación del Estado de derecho.

América forma parte de lo que conocemos como Occidente, que más que una identificación geográfica (cuestión inexacta), es una civilización cultural y política que encuentra sus raíces en la civilización greco-romana, que se deja impregnar de los valores de la tradición judeo-cristiana, y que integra unas prácticas políticas forjadas en diferentes escuelas, como el liberalismo, la socialdemocracia y el humanismo cristiano.

Entre esos principios, valores y prácticas de la cultura occidental está el Estado de derecho, que se concreta en la actuación del Estado bajo el imperio de la Ley. La observancia y la obligación de actuar por parte del Estado con respeto a las reglas es un principio político general asumido por todos los países en Occidente, con independencia de cuál sea su historia política o tradición jurídica particular. El hecho de romper con ese principio, tal y como hacen los regímenes autoritarios, significa romper radicalmente con la occidentalidad.

El autoritarismo actual comenzó siendo un movimiento populista, bajo la cobertura ideológica del llamado Socialismo del Siglo XXI y de los petrodólares venezolanos, inspirados en el régimen castrista cubano. Aunque importantes escritores y analistas alertaron tempranamente de la pretensión totalitaria de ese populismo Castro-Chavista, hay que decir que inicialmente el mismo no supuso una ruptura radical con el sistema democrático y legal, sino que lo utilizó en su beneficio, de ahí el hecho de mantener el componente electoral, por ejemplo.

Es decir, al principio, estos señores populistas mantuvieron lo que podríamos llamar cierto ‘recato' legal.

Sin embargo, dado el estrepitoso fracaso de su modelo, estamos en un escenario de radicalización, que pasa por la negación e inclusive la clara contravención de las propias leyes. Este el caso venezolano, que aunque no es el único, es el más urgente por la situación de crisis humanitaria, por la represión que vive el país y por la influencia que puede tener en otros lugares del Hemisferio Occidental.

En Venezuela claramente el Estado ha dejado de ser Estado para convertirse en un aparato delincuencial de supervivencia y persecución. Supervivencia de la cúpula que manda en el país, y persecución a todo el que se le oponga. Estamos ante un Estado al margen del Derecho, inclusive de la que era su propia ley.

Y hoy nos preguntamos: ¿por qué consideramos el autoritarismo y especialmente el Castro-Chavismo como una amenaza a Estados Unidos y a la propia región?

En primer lugar, los regímenes como el venezolano basan su poder en la violación a los derechos humanos y la represión a quienes pretenden el ejercicio de los mismos. Derechos que son reconocidos como inherentes a la persona humana y universales en su observancia y cumplimiento, pero que sin dudas son un obstáculos para quienes quieren perpetuarse en el poder. Las crisis generalizadas y sistemáticas violaciones de los derechos humanos también generan efectos transfronterizos; por ejemplo, las crisis migratorias, que además son aprovechadas por grupos de tráfico de personas y por otros que buscan generar inestabilidad en zonas de terceros Estados.

En segundo lugar, y seguimos con el caso venezolano, observamos que el Estado en su labor represiva se está apoyando en grupos delincuenciales, como los llamados ‘colectivos'; se trata de grupos paramilitares que actúan con impunidad y se mantienen gracias a la actividad delincuencial, con la complicidad del Gobierno de Maduro. ¿Hasta qué punto esos grupos violentos afectan o afectarán a terceros países? ¿Qué se sabe de la conexión de estos grupos con la delincuencia transnacional?

Pero uno de los aspectos más preocupantes de los autoritarismos es que alimentan el odio a Estados Unidos, a la democracia y a otros Estados. Es la sustitución de la cordialidad y la colaboración efectiva en temas importantes, por la diatriba, la amenaza, el chantaje, el lenguaje de trincheras y la búsqueda de alianzas y complicidades peligrosas, incluso con grupos guerrilleros, que llegan a tener una trascendencia negativa para otros Estados también en términos de seguridad. Esto último es importante tenerlo presente, pues siempre se ha hecho énfasis en la estrategia retórica de buscar un enemigo externo y así justificar el atropello a las libertades políticas; sin embargo, se ha comprobado que no siempre ha sido solamente un recurso retórico, sino que se ha transformado en un actuar sistemático en apoyo a otros enemigos de la libertad y la democracia.

Otro aspecto que podemos identificar como amenaza es el poco respeto de estos regímenes por el esfuerzo y el dinero ajeno, tal y como se evidencia en sus campañas de expropiaciones, confiscaciones y atropellos a la empresa privada, en especial a las inversiones extranjeras. La inseguridad jurídica y el expolio, constituyen una amenaza a los ciudadanos que ejercen sus derechos económicos, a los inversores extranjeros y a las economías emisoras de inversión.

A pesar de la situación ruinosa que hoy vive Venezuela y de los altibajos precios del petróleo, no podemos creer que no desista de extender su manto de influencia sobre otros países. Tampoco podemos pensar que, en vista de los desastrosos resultados económicos, políticos y sociales del llamado Socialismo del Siglo XXI los ciudadanos no van a dejarse arrastrar por ideas demagogas y autoritarias. Ahí persisten los autoritarismos de Bolivia y Nicaragua, por ejemplo. Y ahí tenemos la preocupación cada vez más creciente por lo que pase en México en las próximas elecciones o por lo que pudiera ser el inicio de un proceso de asalto al poder a mediano o largo plazo en Colombia, producto de las regalías y concesiones de los llamados Acuerdos de Paz.

Ni a Estados Unidos ni a la región les conviene la existencia de regímenes totalitarios y antidemocráticos. Son un peligro para la persona humana y su dignidad, son un peligro para la seguridad internacional y son un peligro para las empresas extranjeras.

Y para finalizar, quisiera expresar que tan importante como tomar nota de lo que hoy aquí y en otros foros se comenta, es tomar conciencia de que al mundo nunca le ha ido bien cuando las grandes democracias, en especial Estados Unidos, se han aislado. En momentos de aislacionismo internacional se han cometido los crímenes y genocidios más grandes y espantosos en diversos países, y después, cuando se ha reaccionado, ha sido tarde para millones de personas. Estados Unidos debe defender sus intereses nacionales, pero sería un error hacerlo encerrándose en sí mismo, sin darle un papel importante a las alianzas estratégicas y sin darse a sí mismo un protagonismo, para defender en el mundo los valores que la propia democracia americana encarna, como la defensa de las libertades que solo pueden ser garantizadas en un Estado de derecho, tanto en los Estados Unidos del Norte como en los Estados desunidos del Sur.

PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN INTERAMERICANA DE ABOGADOS.

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