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- 02/08/2022 00:00
Represión social: Un mecanismo de defensa estructural
Ayer el humo que ascendía al cielo de Veraguas no era precisamente blanco, no indicaba la finalización mediante el dialogo democrático del descontento generalizado y ponía la certeza de que la violencia de Estado puede ser el mecanismo de sostenibilidad de la gobernabilidad elegido por la administración Cortizo. Si bien es cierto que los bloqueos causan desabastecimiento y afectaciones económicas, es innegable que tras los cierres existe el clamor de un pueblo con exigencias legítimas, tan legítimas que es imposible utilizar la estrategia usual de deslegitimación argumentando manipulación política de las mismas por parte de terceros, interesados en desviar la atención, o causar caos como mecanismo de erosión política a la gestión actual. De hecho, ante el uso de la represión ayer en Veraguas la pregunta que queda es: ¿Llegó el gobierno al punto del no retorno para dar respuesta a los manifestantes y tiene la disposición de jugar el costo político en defensa de los intereses dominantes que ven amenazados su status ante la coyuntura? ¿Pretende dejar a un lado los mecanismos de consenso para apoyarse coyunturalmente en la coerción?
La desconfianza generalizada resultado de las mesas de negociaciones en las que era notorio un gobierno buscando la posibilidad de dividir las fuerzas vivas que lideran el descontento, deja claro que, ante la unidad de estas, puede buscar acciones evasivas, deslegitimadoras y represivas, tal como ayer lo hizo evidente. El panorama se pinta cada vez más difícil mientras, el gobierno no termine de dar legitimidad a las demandas estructurales de los manifestantes y pretenda enfocar su dialogo solo en el problema del alza de hidrocarburos, pues es notorio que buscar esta solución se ajusta a los intereses monopólicos y oligarcas que no quieren hacer frente a cuestionamientos sociales contundentes. Ante los ocho puntos de negociación, acordados ayer por las fuerzas vivas de la protesta, los caminos que le quedan al gobierno y a los intereses monopólicos que defiende son pocos, sin desestimar que el uso de la represión por la pérdida de confiabilidad y representación de este. Basta solo advertir que dar un paso en falso, y seguir apostando a la represión, puede hundir al país en una escalada de violencia centralizada de estado que nada resolvería. Les resta a los manifestantes seguir en pie con sus demandas mostrando la altura de quienes tienen la razón por bandera.