• 01/02/2021 00:00

El uso y la razón de los espacios comunes

“La decisión de vacunarse o no, debe ser bajo las recomendaciones de su médico personal […]. Es un asunto personal, […] derecho superior sobre la vida de cada uno”

Me voy a alejar un poco de los temas de siempre y a tratar de darle un poco de sentido a la convivencia, respeto y entendimiento entre colegas, amigos y familiares. He reflexionado por muchos días sobre el tema del título de esta entrega. En las últimas tres semanas, en dos grupos de WhatsApp, se dieron desavenencias que llaman a la reflexión sobre el uso de los espacios comunes versus “los derechos individuales en dicho espacio”. Lo pongo de esta manera: el derecho al uso del parque del vecindario, no me da el derecho a poner una fonda con el pretexto de que tengo derecho a ganarme la vida. En otro caso, a sembrar cannabis. El parque no es para eso.

Con los cambios que la tecnología ha provocado socialmente, a mi parecer, los grupos de “chats” y las redes sociales son espacios comunes en donde convergen muchas personas de diferentes visiones sobre la vida y, desafortunadamente, de alguna manera reafirma la opinión que hiciera hace unos años el autor de “El nombre de la Rosa”, el filósofo y escritor italiano Umberto Eco, sobre el internet: permite que la opinión de cualquiera “tenga el mismo valor de un premio Nobel”.

De los “chats” … existen grupos de la generación de graduandos, colegas de una empresa, amigas del club equis, la iglesia o incluso los de la familia. Todos, sin excepción, tienen una razón común por la cual se formaron. Por ejemplo, el del colegio: excompañeros de muchos años que vivieron experiencias de una época en particular; que, permitido por la tecnología moderna, se han vuelto a encontrar entusiasmados por la camaradería de aquellos tiempos compartidos.

Ese espacio común que han decidido volver a compartir, ya más maduros … quién sabe bajo qué circunstancias o con qué dificultades o retos (que muchos del grupo ignoran totalmente y que no perciben fácilmente). Lo único que los une es eso: aquellos años del pasado; a lo sumo doce años en el mismo colegio y el emotivo entusiasmo por volver a recobrar algo de ese tiempo.

Durante el vacío de la separación, cada una de esas personas cimentaron su ideología, sus ideas y creencias sobre casi todo: el deporte, el matrimonio, la sexualidad, la religión, la política, el cielo, la Tierra, el universo, etc. Esa es la razón de ser y, a falta de la pregunta cajonera de: “¿qué opinas de tal o cual cosa?”, la razón del grupo -en ese espacio común- es lo que debe prevalecer … ni más ni menos.

Romper o invadir ese privilegio de pertenecer a algo tan especial, con nuestras opiniones e ideas inconsultas (so pretexto de “mi derecho a opinar o el derecho a la libre expresión”), es ser no considerado con los demás. Arriba hablé del parque comunal. Hace muchos lustros, cuando viajaba hacia la universidad en los “buses de salsa”, (Diablos Rojos), siempre me pareció una invasión a mi espacio compartido cuando los religiosos subían al bus y le pedían al chofer que quitara la música para llevarme desde Río Abajo hasta el cruce de La Lechería hablándome de la Biblia sin mi consentimiento. Para mí la religión es algo personal; y ese era un espacio común … el de muchos viajeros, en donde estos predicadores se sentían con el derecho a invadirlo sin contemplaciones.

Después de los violentos sucesos en el Congreso de los Estados Unidos, el pasado 6 de enero, la red social Twitter eliminó 70 mil cuentas, según el portal SocialMediaToday. También bloqueó en el año 2016, por ejemplo, 360 mil cuentas. Facebook, en el 2019, eliminó 2.19 mil millones de cuentas utilizadas para diseminar información falsa o cuestionable, que algunos dirían que es “libre expresión”. No, no tienen el derecho a decir o publicar lo que les venga en gana: hay reglas de uso.

El tema de las vacunas por COVID-19 fue el detonante en ambos grupos que mencioné. Al final, la consideración tiene que ver con darles espacio a los miembros del grupo para su propio análisis, manejo y evaluación de las informaciones al respecto. La decisión de vacunarse o no, debe ser bajo las recomendaciones de su médico personal y no bajo la insistente presión de otros en los espacios comunes. Es un asunto personal, una decisión y derecho superior sobre la vida de cada uno.

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