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- 12/08/2022 00:00
Cuando la propaganda política aburre y hastía
Siempre me ha gustado escuchar la radio, especialmente aquellas que presentan música de mi agrado y donde los presentadores casi no hablan y el medio no abusa tanto de la publicidad, esta tiene su momento. Pero hoy, sintonizar una emisora, especialmente del interior del país es patético, la constante propaganda gubernamental casi enloquece.
En efecto, luego de tres minutos de música, la divulgación política del gobierno de Laurentino Cortizo se apodera por casi tres minutos más de la programación. El tedio es insoportable. Esto ocurre casi todo el día.
Está comprobado científicamente que mientras más exageración propagandística, mayor es la reacción adversa de la población, entonces la información estatal hace más daño que bien, pero esto al parecer no preocupa a esta administración.
El gobierno ha enfilado esta estrategia con mayor énfasis hacia el interior del país, creyendo que por cuestiones culturales la población se comerá el cuento de las supuestas bellezas que encierra la propaganda, pero se equivoca.
Y rotundamente. En relación con la crisis actual que enfrenta nuestro país, todas las iniciativas promovidas como la baja del precio del combustible, entre muchas otras, son productos del descontento panameño, no nacen de las entrañas o sapiencia del gobierno. Y la población, por muy inculturalizada que esté lo sabe bien, también conoce ciertos asuntos esenciales del Estado, por lo tanto, aquí la propaganda es inefectiva, cara y ridícula.
Esto sin entrar a escarbar cuánto ha gastado hasta el momento el gobierno solo en propaganda política radial. En este renglón totalmente desconocido para el país la cifra es astronómica, casi todas las emisoras del país pasan información estatal, unas más que otras; es de esperar que algún día sepamos cuánto se invirtió al respecto. Para muestra un botón, escuche por ejemplo algunas emisoras de la ciudad de Chitré, más bien parecen medios estatales, ni la radio Nacional lo hace mejor, pero eso es tema de otro artículo.
Por supuesto que los gobiernos no pueden prescindir de los medios informativos, sería un error garrafal. Está comprobado que los menos prestigiosos llegan a muchas personas, algunas radioemisoras entran en este grupo, por ello la propaganda debe ser tomada en cuenta con mucho cuidado.
Y, precisamente, hacia esa estrategia, el gobierno ha volcado sus esperanzas tratando de agrandar lo poco que hace, utilizando información falsa o engañosa deliberadamente para distorsionar la comprensión social de una determinada cuestión. Lamentablemente, le salió la bruja; la tediosa, cansona e improductiva propaganda no está dando los resultados buscados porque la referencia empleada no es amplia, seria, objetiva ni contextualizada, no convence a nadie, por el contrario, asquea al vecindario que sabe perfectamente lo que sucede en el país.
No solamente lo que sucede, sino por qué sucedió y que podría suceder más adelante. Para un 60 por ciento de nuestro pueblo, cualquier intento del gobierno de turno en distorsionar la realidad política actual y de confundir a las gentes a través de campañas falsa caerá en saco roto. Podría decirse que luego de estar varios años en el poder, los panameños ya estamos curados de espantos.
Cuando un pueblo está impasible, no se altera, no se perturba ni muestra emoción ante la retórica barata de su gobierno, es porque la propaganda no ha surtido ningún efecto, esto lo saben perfectamente los estudiosos del tema. Ni siquiera la repetición incesante de determinadas narrativas como sucede en estos momentos en muchas estaciones radiales del país, tiene éxito. Por allí comienza la debacle de los regímenes; lo que sucede hoy en el país es prueba fehaciente.
Pero como están las cosas en Panamá y ante la cada vez más deteriorada imagen del Presidente Laurentino Cortizo y su partido, cualquier intento de enamorar o hacerse del corazón del panameño será infructuoso. Probablemente, la situación hubiese sido diferente si su gobierno desde un principio hubiera tenido presente que los hechos verdaderos y honestos no necesitan de propaganda.