“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
- 11/09/2024 15:41
¡Primero el déficit; después las fórmulas salvadoras!
No importa qué tan ciertas y precisas sean las advertencias y las alarmas puestas a circular que predicen el colapso, a muy cortísimo plazo, del Fondo de Pensiones; la realidad es, como ha divulgado la administración a punto de fenecer, de la Caja de Seguro Social, que existe un “déficit de caja” que monta a la cifra, redondeada, de $650 millones.
La crisis de la Seguridad Social se resolverá, de eso no tengo la menor duda. Las fórmulas salvadoras se espera que las produzcan los diálogos que promueve la Presidencia, pero si estos no logran los esperados consensos, de algún cuero saldrán las correas, porque lo que es tan cierto como que mañana volverá a amanecer, es que el colapso del Fondo de Pensiones, por sus devastadoras consecuencias, provocaría una avalancha que removería los cimientos mismos de la nación.
La crisis de la Seguridad Social es un tema de muchas aristas; la del Fondo de Pensiones es otra cosa y, para aproximarlas correctamente, es imperativo no mezclarlas. Lo primero debe ser diferenciar lo urgente de lo que, aunque importante, puede resolverse gradualmente. Y pongo un ejemplo: corregir deficiencias en la atención a los usuarios que van en busca de remedios para su salud puede tomar varios meses, mientras se crea una nueva cultura de servicio; pero solventar el déficit de caja del Fondo de Pensiones, para hacerlo más gráfico y entendible, como era para ayer, hoy corremos contra plazos vencidos.
En los diálogos, que no está claro si en verdad lo son o si existe disposición de superar las posiciones, fáciles por ventajistas, que proponen los sectores que, de manera recalcitrante se oponen al restablecimiento pleno del sistema solidario, hay más que razonables dudas de que se puedan alcanzar consensos constructivos. Y ese debate, que es la esencia básica del problema de la Seguridad Social, ojalá nos equivoquemos, aparte de prolongarse en el tiempo, hay pocas esperanzas de que resulte positivo.
Para simplificar y resumir, la disyuntiva que enfrenta el presidente Mulino es, por un lado, empeñarse en buscar un equilibrio entre dos posiciones que, por tan extremas, son irreconciliables, o partir por la calle del medio y decidir, junto con su equipo de gobierno, cuáles serán las reformas que propondrán a la Ley Orgánica del Seguro Social y que presentarán a la Asamblea Nacional, y la reacción de la ciudadanía, que será la que finalmente decidirá.
Pero, antes de que eso ocurra, el gobierno debe decidir, de manera inmediata, porque es su responsabilidad como tal y para eso fue elegido, qué medida adoptará para cubrir el déficit de caja del Fondo de Pensiones y asegurar que sus pagos no se interrumpan. A ese respecto, es conveniente recordar que la provisión extraordinaria de los fondos que lo cubrirían debe ser incluida en el Presupuesto de 2025, por lo que el plazo que tiene para hacerlo es perentorio, habida cuenta de que el proyecto del Presupuesto 2025 debió haber sido presentado a más tardar el pasado 10 de agosto, en cumplimiento del numeral 7 del artículo 184 de la Constitución.
Insisto en que no tengo dudas de que la crisis del Sistema de Pensiones se resolverá, pero, también, en que para que se pueda llegar a las soluciones permanentes, primero es necesario el preámbulo de un clima alejado de las conmociones sociales, que podrían retardarlas o hacerlas imposibles.
Objetivamente, la única medida que puede contribuir a que el tren no se descarrile es dando tranquilidad a los más de 300.000 hogares de los pensionados que hoy transitan por la incertidumbre. Si el precio de asegurar la paz social es la inclusión en el Presupuesto 2025 de las partidas para darles tranquilidad, el gobierno no debiera dilatar su anuncio. Solventado ese tema, después habría tiempo para trabajar en la búsqueda de los consensos que todos deseamos que pudieran alcanzarse, pero que serán imposibles en un previsible, pero evitable escenario de confrontaciones que acechan a la vuelta de la esquina.