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- 21/09/2022 00:00
Precandidaturas: dos conclusiones y una precaución
El cierre del periodo para postulaciones electorales a cargos por libre postulación me generó dos conclusiones, y una precaución.
De acuerdo con el Tribunal Electoral (TE), la cantidad de postulados registrados no tienen precedentes: 35 precandidatos a la Presidencia de la República de Panamá; 458 a diputados de la Asamblea Nacional; 168 para alcaldes; y 1,035 a representantes de corregimiento.
Aunque la verdad de estas precandidaturas la sabremos al final del periodo de recolección de firmas, el solo hecho de que se hayan presentado tantas genera material suficiente para considerarlo un fenómeno novedoso, cuyos efectos finales en la oferta electoral y posterior funcionamiento del Estado creará dinámicas nuevas. De inicio, como apuntaba antes, a mí me surgen dos conclusiones, y una precaución.
Uno de los reclamos tradicionales en la política panameña era la poca implicación ciudadana, más allá de aquella que se inscribe en los partidos. La actividad política ha estado siempre muy segmentada entre quienes “quieren hacer política”. Y aunque la membresía de los partidos y el porcentaje de electores que acuden a las urnas cada elección ha sido siempre elevado, el componente de implicación política de la ciudadanía civil, para llamarlo de alguna manera, ha sido bajo. Hasta este ciclo electoral.
De allí que vea como altamente positivo que tantas personas sin previa experiencia política hayan dado el paso a postularse a un cargo de elección pública. Esto marca una nueva era de implicación ciudadana en los asuntos del Estado. Por un lado, traerá nuevas ideas y propuestas al debate. Generará una energía distinta en todo el proceso, y robustecerá el tejido social panameño. Por el otro, también creará presión hacia la oferta electoral tradicional que necesariamente tendrá que acercarse hacia esas nuevas demandas.
En el reverso de la participación impresionante de ciudadanos por libre postulación nos queda el mal posicionamiento creciente de los partidos políticos. No olvidemos que se trata de instituciones fundamentales para el desarrollo político y social de Panamá. De hecho, jugaron un papel clave en el periodo de reformas y consensos entre 1990 y el año 2000.
Que cada vez más personas consideren que el instrumento natural de participación política no son los partidos nos da una señal del creciente deterioro de los mismos. Durante el Malestar de Julio que experimentamos este año, la voz de los partidos políticos quedó reducida casi a la nada.
Se trató de un evento mayor de alcance nacional y durante su desarrollo pocas —o nadie— llamó a los partidos a formar parte de la solución.
Panamá necesita de partidos políticos robustos, que propicien debate y participación ciudadana, y que no sean solo un instrumento de postulación a cargos electorales. Por lo menos, para mí, la gran cantidad de precandidatos por libre postulación manda entre otros ese mensaje.
En el escenario de más oficiales electos por libre postulación, sin embargo, “no todo lo brilla es oro”. Y eso me lleva a elevar la precaución de que ser independiente no garantiza absolutamente nada en relación con desempeño o formas de hacer política. Mucho menos en aquellos casos de precandidatos de partidos políticos que aparecen ahora postulados por la libre.
Además, ante mal desempeño o comportamiento por parte de los candidatos partidistas, por lo menos la ciudadanía tiene al partido un punto donde dirigir su descontento y obligarle a tomar acción (cierto, no siempre la toman, pero no deja de ser una opción para los ciudadanos).
Y tal vez lo más relevante en toda esta discusión hace que volvamos la mirada al necesario fortalecimiento de las instituciones. En un contexto en el cual miles de ciudadanos nos plantean que ellos tienen tal o cual soluciones, no olvidemos que las naciones desarrolladas son aquellas cuya vida descansa en instituciones fuertes y saludables, no en mesías, caudillos ni influencers, así sean miembros de partidos políticos o independientes.