El buen trato en casa y una vida sin violencia son algunos mensajes incluidos en las letras de las ‘Chiquicoplas’, una versión de las tradicionales coplas...
En las últimas semanas, el tema principal de los medios tradicionales y los no tradicionales ha sido la reforma a la ley que rige la Caja de Seguro Social. Esta fue aprobada por el Consejo de Gabinete y posteriormente presentada por el ministro de Salud ante la Asamblea Nacional de Diputados, tal como dice la ley.
Hasta ahí todo iba bien. La Asamblea entonces convocó, tal cabildo abierto, a que quien quisiera opinar sobre la propuesta ley pudiera hacerlo por espacio de 15 minutos en la correspondiente Comisión de Trabajo, Salud y Desarrollo Social. Si incluyen unos cuantos minutos para cambiar de expositor, estamos hablando de como alrededor de 100 horas, o sea, un poco menos de 15 días escuchando expositores.
Si quienes se anotaron para hablar lo hubieran hecho con unas verdaderas ganas de aportar, quizás, y repito, quizás, a lo mejor, posiblemente hubiera sido un ejercicio encomiable. Pero, desde mi balcón, me da la impresión de que hubo quienes fueron a figurar, otros a “vender” conceptos ideológicos inoperantes, otros a llevar la contraria a todo, y solo un puñado ha ido a analizar o a proponer algo sensato.
Esto es triste porque, aunque nos pudieran estar retratando de cuerpo entero como nación, la realidad es que no le estamos dando el valor a un órgano del Estado que de por sí ha venido cargando una significativa dosis de desprestigio que la mayoría de las veces lo tiene bien merecido.
Como dice mi gran amigo, el Dr. Carlos Abadía Abad, lo más importante para los simples mortales que podríamos vernos beneficiados o perjudicados por la nueva ley, debería ser estudiar y analizar el “por qué” es necesaria la reforma de la ley del Seguro Social. Creo que en esto ha fallado un tanto el Gobierno Nacional, los medios de comunicación masivos y hasta los propios gremios y agrupaciones sindicales que, de una manera muy seria y responsable, han presentado propuestas.
Ojo, hago la discriminación porque no creo que los que se la pasan gritando y no proponiendo, sino objetándolo todo, sin ofrecer alternativas, deberían sentirse descalificados hasta de opinar. La Caja de Seguro Social no es ni del Gobierno ni de la junta directiva (aunque ellos se lo crean), ni siquiera de solo los asegurados.
Hagamos un poquito de historia: a finales del año 2005, la Asamblea Nacional aprueba la Ley 51, que reformó la Ley Orgánica de la Caja de Seguro Social. En su momento, el presidente de turno, Martín Torrijos, advirtió de que no era una ley perfecta, pero atendía las urgencias que se habían pasado por encima durante varios años, pero que requería de mejoras, las cuales debían ser atendidas por los próximos gobiernos pues, de lo contrario, la CSS enfrentaría serios problemas en un máximo de 15 años.
Pues adivinen qué: pasaron los 15 años y ninguna de las tres administraciones siguientes hizo nada por atender el serio problema que tenían pues, evidentemente, esto acarreaba un costo político que ninguno quiso enfrentar.
Hay mucha agua que ha pasado debajo del puente desde marzo de 1941, cuando esta entidad de salud y pensiones se creó. Muchas cosas han cambiado y la mayoría o nunca nos enteramos o sencillamente miramos para otro lado.
Para iniciar en 1941 eran un poco más de 800.000 personas. Hoy somos más de 4 millones (mal contados). Según data oficial, por cada persona que se pensionaba había 8 personas que eran cotizantes. Hoy la proporción es que por cada pensionado hay menos de 2 cotizantes. En otras palabras, tenemos un problema demográfico. Para que estén mas claros, este tipo de problemas no se resuelve de la noche a la mañana.
¿Cómo se enfrenta? Haciendo los cambios que se habían advertido desde 2005. La responsabilidad no es de este gobierno solamente;, parte de esta la deben asumir los tres expresidentes que desde entonces gobernaron. Meter la cabeza en la arena no iba a solucionar el problema.
Los diputados tienen una real papa caliente entre sus manos, pero se les podría complicar aún más si no toman las medidas correctas. No se podrá complacer a todo el mundo, pero si desechan a los que no proponen, arengan o hacen llamados al cierre de calles para perjudicar a la amplia mayoría que no le interesa crear caos, sino buscar soluciones tangibles, tendremos un diciembre complicado.
Si escuchan y se dejan orientar por quienes realmente saben del tema y que lo hacen no para ganarse fotos ni apariciones en medios, podremos lograr superar esa gran barrera de tres lustros que nos dejaron y poder salvar a una institución que demanda de cambios y ajustes, pero a gritos y para el 1 de enero.
Hago un llamado a la sensatez de los diputados, para que no rechacen por adelantado o porque un sinvergüenza se los pide o exige. Si lo hacen, toda la plata que les puedan ofrecer no valdrá la arrastrada que quienes los elegimos les vamos a dar en el 2029.