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- 18/05/2009 02:00
Gustavo Pérez en la Policía
Ya se polemiza sobre la selección de Ricardo Martinelli y su designación de distintos altos funcionarios. Una de las más polémicas designaciones ha sido la de Gustavo Pérez, hijo, escogido como nuevo director de la Policía Nacional. Se le “sindica” del pecado de haber pertenecido a la agrupación militar “Uesat” de Manuel A. Noriega. Las mayorías del país andan entre uno y treinta y cinco años, y, como la Uesat desapareció hace veinte, no sabrán ni qué es eso. Quienes sí supimos qué era, ¡y de qué manera¡, refresquemos memorias..
Desaparecido intencionalmente Omar Torrijos, y luego de dos comandantes de paso rápido por la institución Guardia Nacional, Noriega llega al poder militar y control del país el 12 de agosto de 1983. Pronto inició una reforma interna para militarizar la institución y a Panamá. Creó una entidad con el raro nombre de “Fuerzas de Defensa” y él mismo se impuso el rango de “General de Fuerzas”. Buscó entonces oficiales de su confianza y por medio de su amigo el general israelí Mike Harari buscó organizar pronto una unidad de asalto tipo comandos y creó la Uesat, con monitores entrenados en Tel Aviv.
Allí llegó, a servir, como otros oficiales, el jovencito Gustavo Pérez, buscando laborar en algo que le gustaba mucho, ser parte de una entidad militar. Pronto, por sus avances, llegó a ser segundo jefe del destacamento especial. Pronto también Noriega arreció en represiones frente a los avances de la oposición al régimen, y un poquito más tarde me correspondió sorprender y explotar el país con mis declaraciones sorpresivas del 6 de junio de 1987, cuando le endilgué al dictador en público lo que ya le había dicho frente a una decena de coroneles —todos vivos, menos Bernardo Barrera— el 25 de mayo: que era un mafioso, que había ensuciado el uniforme que Omar Torrijos tanto dignificó, y entonces descargué sobre él serias acusaciones.
Ya había intentado en septiembre de 1985 un golpe interno, fallando por no tener los mandos y también, principalmente, por la prohibición que me hizo expresamente el general John Galvin desde su poderoso Comando Sur: “solo aceptamos al general Noriega, coronel Díaz”. Únicamente me respondió el digno mayor Palacios Góndola, jefe del Batallón 2,000, quien movió tropas al cuartel central. Tuve que disimular y esperar, hasta aquel histórico junio de 1987, cuando mi casa fue acordonada por casi dos meses por tropas norieguistas.
Las calles ardieron en Panamá, pero también ardió la represión popular. Por 50 días tuve en vilo a nuestra población y a Noriega, hasta que el 27 de julio de 1987 tropas de asalto de la Uesat invaden mi casa de madrugada, y tras llenarnos de lacrimógenas y disparos de nueve milímetros, me arrestan con golpes y empujones junto a mi esposa, hijos y un total de 49 personas.
Desconozco aún si entre tantos oficiales que el dictador comprometió en ese asalto estuvo Gustavo Pérez, con veintidós años menos que hoy. Aquello pasó, pero la vida no pasa, se transforma. Y hoy, con títulos universitarios adecuados, y muchas ganas de hacer cosas, Gustavo Pérez se enfrenta a descalificaciones. ¿Estuvo acusado Pérez junto a oficiales de entonces condenados por delitos? No, que yo sepa. ¿Qué tal si lo dejamos trabajar primero y luego lo calificamos con todas las ganas si no sirve?
-El autor es embajador de Panamá en Perú.homiliadiaz@gmail.com