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- 27/10/2018 02:00
Resocialización como el fin de la pena
En el marco del proceso electoral panameño, empiezan las promesas y los programas por cada uno de los aspirantes a la Presidencia de la República y demás puestos de elección. Por ello, creemos que es oportuno y necesario sumar una inquietud social que parece postergada y hasta ignorada.
Dentro de nuestra realidad nacional, vemos el incremento de la delincuencia y, aunque siempre se adornan los titulares de los medios de comunicación con tal preocupación, parece que el tema noticioso culmina con la sentencia condenatoria que guarde en prisión al responsable de una acción delictiva.
Sobre ello vale resaltar que nuestra Carta Magna, en su artículo 28, determina los principios sobre los cuales debe cimentarse nuestro sistema penitenciario; en donde resalta: la rehabilitación, a la vez que se procura por medio de la capacitación que se les permita reincorporarse útilmente a la sociedad. Adicional, es útil recordar que tenemos la Ley 55 del 2003 que, junto a tratados Internacionales de los cuales Panamá es signatario, buscan igual meta. Y es que parece lógico, además de humano, que una vez se dicte sentencia contentiva de una pena privativa de libertad y en el evento de que la persona afectada con la decisión adversa a sus intereses no haya sido beneficiada con alguna de las modalidades que permitan su excarcelación aquella debe ser recluida en un centro penitenciario y mantendrá la expectativa una vez cumplida la pena, de reincorporarse a la sociedad que lo juzgó y castigó.
Parte de la sociedad confía en que el período de reclusión ayude al cambio de actitud y de valores del interno(a). Pero para nadie es un secreto que la fase de ejecución de la pena, el interno(a) debe enfrentar el hacinamiento carcelario, ambiente de violencia, corrupción, falta de atención médica, entre otros, que impiden la resocialización aducida y reclamada por Ley.
Nuestro modelo rehabilitador requiere apoyo espiritual, psicológico, deportivo, familiar, lectura; evitando que la cárcel se convierta en un lugar apto para el ocio, improductivo que en definitiva, al llegar allí el condenado(a) se gradúa con honores dentro de un escenario catalogado como ‘la Universidad del Crimen', donde el que no sabe, aprende, y el que sabe, aprende más.
Panamá, es un país cuya población ansía el progreso, y trabajamos para ello a diario; por ello, es de esperar que la clase política incorpore en su programación como eventual Gobierno aspectos sociales, ecológicos, viales, culturales, económicos políticos, cuyo esfuerzo e inteligencia redunde en la persona humana como principal aspiración. Empecemos poco a poco exijamos las propuestas y cómo se realizarán. Y veamos cuál aspirante se preocupa por la resocialización como fin de la pena.
DOCENTE UNIVERSITARIO.