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- 30/07/2020 00:00
El Parlacen
En 1917 se celebró en Moscú, en el Tribunal Popular, presidido por el comisario de Instrucción Pública, Anatoly Lunacharsky, “El juicio del Estado soviético contra Dios”. Este tribunal halló a Dios culpable de los cargos imputados, procediendo a condenarlo a muerte. La sentencia fue ejecutada por medio de una salva de fusilería dirigida al Cielo.
Así funcionan tanto nuestra Asamblea Nacional (AN) como el Parlamento Centroamericano (Parlacen). ¡Piensan que son elegidos por un ente divino que les permite ir contra la Ley y los principios del buen desempeño de un político serio!
Desde la época de Aristóteles, de acuerdo con la Historia de la teoría política, se consideraba que “el Gobierno conforme al Derecho” tenía tres elementos principales. En primer lugar, es función del Gobierno, en bien del interés público o general, a diferencia de un Gobierno sectario o tiránico, que actúa en interés de una sola clase o individuo (es el caso del presidente Nito Cortizo que solo actúa en interés del PRD).
En segundo lugar, el Gobierno es un régimen jurídico, en el sentido de que se rige mediante regulaciones generales y no por decretos arbitrarios; y, en cierto sentido, él no se burla ni se debe burlar de las costumbres y noemas contenidas en la Constitución. En tercer lugar, conforme al Derecho, el Gobierno lo integran ciudadanos que obedecen la Constitución y las leyes, lo que lo diferencia del despotismo, que se apoya únicamente en la fuerza.
La insistencia en el Gobierno fundamentado en el Derecho es consecuencia de que los ciudadanos, responsablemente, hemos tomado a pecho el principio fundamental de que las leyes no deben considerarse como una apariencia o un adorno, sino como una condición indispensable para que la sociedad funcione de manera ordenada y civilizada. (Este principio de la Teoría Política ha sido olvidado por nuestro Órgano Judicial, en especial por la Corte Suprema de Justicia).
En uno de sus pasajes y expresiones más recordadas, dijo Platón: “Así como el hombre perfecto es el mejor de los animales, de parecida manera, cuando se aleja de la Ley y de la justicia, es el peor de todos”. Este es el caso del expresidente Ricardo Martinelli y de muchos miembros de la AN de Panamá y del Parlacen.
La gestión de Francisco de Sandoval y Rojas, duque de Lerma (1552-623), como favorito de Felipe III, se caracterizó por su notoria inmoralidad y corrupción. Fue protagonista de estafas y toda clase de malversaciones del erario, alza fraudulenta de impuestos, nepotismo y venta de cargos públicos, gracias a lo cual amasó una enorme riqueza personal. Fue destituido y, ¿saben quién lo reemplazó? Pues, su hijo (quien tampoco fue un dechado de moralidad; es más, dicen las crónicas que era peor que el padre).
¿Y saben qué logró el hijo del duque con el papa Pablo V? Que lo nombrasen cardenal para evitar ser procesado (algo comparable a ser miembro de la AN o del Parlacen), para tener inmunidad. Sin embargo, sería procesado años después, en tiempos del conde de Olivares. Sandoval, además del tiempo que pasó en la cárcel, fue condenado a devolver todo lo que había robado. Como ven, se puede tener inmunidad y simular estar enfermo para no hacer frente a las responsabilidades emanadas de su corrupción, pero, temprano o tarde, terminará pagando a la sociedad el resultado de sus actos ilícitos.
Bueno amigos, ya sabemos que Nito no es el duque de Olivares, ya que su Gobierno dio todos los permisos para que los hermanos Martinelli regresasen a Panamá y burlasen las leyes como hace su padre. Ya sabemos que el presidente seguirá manteniendo a Panamá como parte del Parlacen. ¿Qué nos queda por hacer a los panameños para que no se sigan burlando de la Ley? Creo que la respuesta es obvia. ¡Que se abra el debate!